¿En qué estaba pensando?

El presidente Orsi, cuando resolvió marcar tarjeta en la reunión de los BRICS, celebrada en Río hace unos días?

Como se sabe, el BRICS es una asociación, netamente política, de países bastante heterogéneos, sin un fin demasiado determinado, más allá de marcar diferencias con los Estados Unidos (sobre todo) y con la Unión Europea.

Por un lado, una reacción a la situación de las Naciones Unidas, que no da satisfacción a muchas inquietudes y por otro la búsqueda de clientes o de laderos lobistas. Lo fundaron Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, sumándose luego Irán, Arabia Saudita, Indonesia, Emiratos Árabes, Egipto y Etiopía. Y como asociados, Bielorrusia, Cuba, Bolivia, Kazajistán, Nigeria, Malasia, Tailandia, Uganda, Uzbekistán y Vietnam. Un grupo entrepelado, si los hay, donde el único vínculo parece ser marcar diferencias con otros centros de poder. Una especie de Unasur, pero más variopinta.

Los intereses de Brasil parecen estar en la búsqueda de otro camino para su histórico sueño de ser aceptado como jugador mundial de primera, luego de que no le resultara ni el camino tradicional de recostarse a los EEUU, ni la carta europea, intentada por Fernando Henrique Cardoso y luego por Lula da Silva: hasta ahora, cero resultados.

Para los tres grandes, India, Rusia y China, debe significar otro tablado, uno en el cual pesen más y llamen más la atención. Para Irán, representa, prácticamente, el único club del cual es socio, y en cuanto a los demás, ignoro cuáles puedan ser sus intereses comunes para ser socios o asociados. De hecho, parecería que lo único que comparten son las amenazas recibidas de Trump.

Ahora, ¿qué pinta el Uruguay en esto? Con algunos integrantes, caso Brasil y China, nuestro país tiene vínculos muy importantes, pero no parece evidente que ellos se puedan fortalecer si les hacemos de claque en el BRICS (otro rol, no veo).

Con los demás, o tenemos muy poco intercambio o, en casos como Rusia y, sobre todo, Irán, sus focos de interés son muy lejanos a los nuestros y su política exterior (e interior) no sigue los carriles que nosotros aprobamos. De paso: la mayoría de los miembros del BRICS no son ejemplo de Democracia.

Dicho en otros términos, no se ven los beneficios de arrimarnos a este heterogéneo, político, (y polémico) club.

En cambio, sí están bastante claros los riesgos de estar rascando a contrapelo a otros países, con los cuales sí tenemos intereses muy importantes.

No me imagino a Trump, que reaccionó ruidosa y duramente (y previsiblemente), a la declaración de los BRICS, aplaudiendo la foto de Yamandú Orsi en la reunión. Tampoco a los gobernantes europeos (con quienes queremos cerrar un tratado de libre comercio).

¿En qué puede haber estado pensando el Sr. Orsi? ¿Cuáles serían las ventajas comerciales o los vínculos en otras áreas que, imagina, surgirán, o se fortalecerán luego de su foto opportunity (que no parece haber pasado de eso) en Río?

El mismo bocineo del canciller, diciendo que están abriendo mercados a lo bobo, más suena a apertura de paraguas después de analizar que metieron la pata.

La realidad es un elemento esencial de toda política exterior. A veces, esa realidad genera problemas, cuando choca con principios o ideales. Pero en este caso, no parece haber habido ni lo uno, ni lo otro.

Salvo que el presidente Orsi y su canciller estén reviviendo la política exterior según afinidades ideológicas, viejo delirio socialista de Reinaldo Gargano, intentado durante su pasaje por Cancillería.

A propósito, las fotos de la cumbre de Río muestran muy cerca del presidente Lula a su consejero para la política exterior, empecinado inspirador de sueños socialistas, el inefable embajador Celso Amorín, viejo amigo de Reinaldo Gargano y enemigo de nuestro país, de larga data.

No hay cómo evitar preguntarse por qué nos invitó Lula: porque quería hacernos un favor o, más bien, para reforzar un poco su posición ante los otros socios.

Estamos viviendo algo muy raro: internamente no se sabe hacia dónde piensa ir el gobierno y ahora se añade esto, que trasvasa la incertidumbre a la política exterior. ¿Lo nuestro será Celac y BRICS?

Demasiada incertidumbre para un país chico.

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