El presupuesto insulso

El proyecto presupuestal es pobre de ideas y carente de rumbo. El gobierno, que no arrancaba hasta la ley presupuestal, manda una “ley madre” con gusto a poco, y regresivo.

Veamos, punto de arranque presupuestal: muy bueno. Dejamos 110.000 empleos más y récord de formalidad, inflación a la mitad de lo recibido; disminución de impuestos y resignación fiscal a favor del contribuyente; déficit un poco menor, aún con pandemia y crisis hídrica y la baja de impuestos mencionada; fuerte inversión en infraestructura física y social; caída de la desigualdad por índice de Gini admitida en la exposición de motivos de la propia ley de presupuesto y disminución de la pobreza. Seguridad mejor y con planes claros; fortaleza institucional y de transparencia gubernativa liderando ranking internacional

Por todo esto el gobierno tenía una buena oportunidad. La desperdició.

Nadie nos cargará la mochila de dejar al país sin ley presupuestal, pero nadie tampoco nos hará responsables de votar aquello que no compartimos. Es el principio de la explanada que dictó Wilson la noche que lo liberaron: votaremos aquello que estemos de acuerdo, obvio, pero también aquello que sin estar de acuerdo sea imprescindible para la gobernabilidad del país, mientras no viole principios esenciales y la palabra empeñada. Será la conducta nacionalista.

El proyecto presupuestal tiene un ajuste fiscal por el lado de la carga tributaria. Prever un crecimiento de la economía del doble de lo que promedia la última década, es insostenible. Y es por lo menos signo de un cambio profundo en el ministro de Economía. Que sabe que es así, pero dice lo contrario. Si el país no crece, como lamentablemente no crecerá en los términos que son base del presupuesto, no se obtendrán los ingresos que lo financian, y por lo tanto harán otro ajuste fiscal tributario, ya que ni se les pasa por la cabeza recortar gastos improductivos.

Oddone es un enamorado del capitalismo y del mercado. Trabajó para ellos toda su vida. Como muy buen profesional que es, además, sabe que aquello de la plusvalía socialista es un poema juvenil, y que el crecimiento y la equidad se logra con la libertad y no con el socialismo. Tenemos entonces un ministro capitalista con una bancada socialista. ¿Cuánto dura? Veremos. Pero es una fórmula inestable.

Sostener el presupuesto sobre la base de un crecimiento imposible de lograr, pero, además, incluir mensajes que van contra la inversión, la seguridad jurídica y que violan derechos de las personas como el secreto bancario es una mezcla peligrosa. Este derecho no es de los bancos, es de los individuos. Y revocable solo por orden expresa de un juez.

Darle a un funcionario político, el director de la DGI, la potestad de hacerlo a sola firma va exactamente en contra de la seriedad del país Inicia una “caza de brujas” política que podrá ser usada para perseguir a cualquiera a sola voluntad del director de rentas del gobierno de turno.

Es falso decir que son imposiciones de la OCDE, que lo que exige es celeridad para intercambiar información cuando se solicite. Una cosa es achicar los tiempos, y otra muy distinta hacerlo a expensas de garantías individuales. Una cosa es hinchazón y otra gordura. Esto es veneno populista.

Y de seguridad ni hablemos porque no hay plan. Esperábamos encontrar un diseño, aunque sea mínimo, de un plan en la materia. Recién para el 2027/28 hay partidas, sin destino preciso. Y tampoco están los 2000 policías ejecutivos que se prometieron en campaña.

Hay una creación de cargos para cárceles, que no está mal, pero no fue lo prometido claramente.

El ministro Negro está a cargo de una cartera que demuestra no entiende en lo básico: su misión y sus funcionarios, los policías.

Las semanas que corren son muestra de la emergencia nacional que tenemos en materia de salud mental. Horrores a la vista, y circunstancias menos notorias, pero dramáticas en la vida de inmensa cantidad de compatriotas vinculadas a problemas que afectan la mente, gritan abordarlos. En nuestro periodo el gobierno liderado por LP se incluyó por primera vez una partida que terminó rondando los 24 millones de dólares anuales. Quizás insuficiente, pero la primera. En este proyecto lo previsto es la cuarta parte de aquello. Digamos para hablarlo en unidades “María Dolores”: lo previsto para salud mental es la sexta parte de una “María Dolores”.

Trabajaremos para mejorar lo que se pueda: atender a la UTEC (mucho homenaje a Mujica pero en el año de su muerte, le dan monedas); exigir los policías que prometieron y el plan que falta; que el hospital de la Costa sea verdad y no una promesa sin fondos, atender seriamente la salud mental; otorgarles un aumento a los soldados continuando lo que hicimos, entre otras prioridades.

Es un presupuesto pobre de concreciones, porque el gobierno gasta más tiempo en demoler lo hecho, que en construir futuro. Ese es su problema. No entendió que mirar más alto, se puede.

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