El Movimiento Por la Patria

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El martes pasado tuvo lugar en el Palacio Legislativo una renovación de autoridades del Movimiento Por la Patria del Partido Nacional. Se trata de un Movimiento con historia y, a la vez, con futuro, cargado de recuerdos y de proyectos, rico en memoria y ahora con el nuevo compromiso de llevar adelante la candidatura del senador Gandini. En ese sentido el Movimiento competirá con otros que apoyan otras candidaturas en el Partido, por ahora dos: Álvaro Delgado y Laura Raffo. Entre todos buscaremos, en este primer paso, elegir al mejor candidato en filas partidarias y, en la definitiva, al futuro presidente de la República.

El primer paso, el de las internas, se dirime en el ámbito partidario, con un discurso si se quiere doméstico y familiar, dirigido a la masa partidaria. Pero no se puede olvidar, ni por un instante, que se está eligiendo para otra elección, para competir en la definitiva, competencia para la cual se requieren condiciones y preparación de otra categoría. El discurso de Por la Patria y el discurso de Gandini para esta primera instancia, será básicamente el mismo discurso de la principal y tendrá una nota básica en la libertad.

Una de las cualidades más importantes que se requiere de un dirigente político, sobre todo si aspira a ser gobernante, es la capacidad de interpretar los estados de la sociedad y de la ciudadanía. En nuestro país ha habido desplazamientos, movimientos, insinuaciones de cambio, respecto a estados de ánimo muy antiguos y enraizados en el humor nacional. Esos movimientos constituyen una parte esencial de la explicación de por qué perdió el Frente Amplio la elección pasada y por qué ganó el Partido Nacional. Ese movimiento insinuado, ese protocambio profundo, se hizo inteligible cuando cobró palabra, cuando se transformó en discurso y en un discurso que recibió inusitada aprobación general. Esto aconteció al estallar la pandemia del covid y el discurso se condensó en dos palabras: libertad responsable.

Ha habido un cambio, no está consolidado, es una insinuación, pero está para el que sepa ver. En el tiempo que va desde la pasada elección hasta hoy aparece un Uruguay en proceso de cambio que se expresa a través de su sintonía con la convocatoria a la libertad responsable. Y queda otro Uruguay trancado en el discurso antiguo, discurso que tomó la forma y el verbo del reclamo por una cuarentena obligatoria. El inusual grado de aceptación que, consistentemente a través de estos cuatro años, ha recogido el presidente Lacalle Pou se debe a que una porción considerable de uruguayos ha tenido oídos favorables para sintonizar con el discurso-proyecto de la libertad responsable.

No hay que olvidar que predominaron durante estos años las amenazas y los inconvenientes: el covid, una tremenda seca, crisis en la Argentina, invasión a Ucrania: todas ellas constituían una invitación hacia el viejo discurso, el discurso proencierro (cuarentena obligatoria). Pero la mayoría de los uruguayos está en otra, vibra en otra sintonía. Hay un cambio.

El candidato más apto para que el Partido Nacional gane las próximas elecciones es el que se haya dado cuenta de todo esto, el que haya entendido lo que pasa en el humor nacional, el que esté dispuesto a dialogar con ese Uruguay que aparece, a entenderse con él en el discurso nuevo, abierto a hacer camino en esa senda.

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