Dos fechas

Con diferencia de un par de días hubo dos conmemoraciones: todos los 18 de Mayo se celebra el día del Ejército y todos los 20 de Mayo se conmemora la tragedia de los desaparecidos durante el gobierno militar. Dos fechas próximas y, a la vez, relacionadas.

En el acto conmemorativo del día del Ejército, realizado en presencia del presidente Orsi, el actual comandante en jefe de esa fuerza habló de “un relato que se ha construido”, de un “control de la narrativa” y se refirió a “leyendas sobre el Ejército”.

Lo primero que hay que reconocer es que, efectivamente, se han construido narrativas sobre el Ejército y las Fuerzas Armadas y que, en algunos ámbitos muy notorios esas narrativas se han condensado, se han hecho crónicas.

Los tiempos han de ser tenidos en cuenta siempre para no caer en anacronismos que terminan lesionando la verdad. En los cuarteles sucedieron cosas terribles y vergonzosas: eso es absolutamente verdad. Pero fue hace años, más de cuarenta años. Ni la institución militar actual ni sus integrantes actuales son responsables de aquello y no existe actualmente peligro alguno de que se vuelva a repetir ni la toma del gobierno por los militares ni detenidos torturados en los cuarteles.

Los militares son hoy dignos de confianza personal e institucional; en consecuencia, el Uruguay tiene que aplicar un ajuste temporal a lo que se dice del Ejército, a esa narrativa que menciona el comandante en jefe.

En cuanto a la marcha del silencio del 20 de Mayo creo que también merece un ajuste temporal. La marcha en sí tiene sentido como acto de solidaridad nacional con los familiares y también como incorporación honesta y simbólica al sentir nacional de un rechazo -histórico más que filosófico- a la prepotencia y la violación de los derechos humanos.

Pero también en este caso, como en el anterior, el tiempo, el tiempo transcurrido, impone cambios. Los seres humanos vivimos en el tiempo, acá abajo no hay nada eterno, todo es temporal, obligatoriamente renovable. Esta marcha del silencio se inauguró hace años, en un tiempo en que tenía sentido movilizarse como rechazo al atropello todavía fresco y también como forma de presión para que la presencia de multitudes en las calles pudiese operar para forzar información retenida respecto a los enterramientos clandestinos. El reclamo: ¿dónde están?, no solo era justo sino de desenlace factible.

Tomar ahora el eslogan publicitario del Frente Amplio en la campaña electoral (sabremos cumplir) para exigirle a este gobierno que su promesa de gobierno incluya conseguir la información que falta respecto a los desaparecidos es, por un lado, injusto y, por el otro, prologar la dolorosa frustración. Hoy en día esa información no está, se la llevó el tiempo, el tiempo que nos va a llevar a todos.

La marcha se seguirá haciendo, no con el objetivo de que se sepa más sino como memoria de un pueblo que no se miente a sí mismo y que tampoco se detiene sino que sigue buscando reconciliación, sin traicionar sus dolores pero caminando con ellos hacia adelante.

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