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Después de Trump, el diluvio

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CLAUDIO FANTINI
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Una sensación inquietante recorre Estados Unidos. Trump entró en trance tuitero y sus mensajes parecen describir una decisión tomada: desconocer el resultado de la elección presidencial si, como vaticinan las encuestas, fuese derrotado.

No debiera extrañar. Antes de que el Colegio Electoral le diera el triunfo que le negaba el voto directo, denunció que los tres millones más de votos de los ciudadanos obtenidos por Hillary Clinton fueron por un “fraude”.

Y en cuanto las encuestas empezaron a mostrar su debilidad, le pidió al presidente Volodimir Zelenski que denuncie supuestas actividades indebidas de Joe Biden en Ucrania, para perjudicar al candidato demócrata.

Ahora, ametralla el ciberespacio de twitts reclamando aplazar las elecciones de noviembre porque habrá fraude en el voto por correo. No explica por qué ni cómo ocurriría ese fraude. En rigor, los expertos sostienen que el voto por correo es menos vulnerable a las maniobras fraudulentas. Lo único seguro es que ese voto acrecienta la participación electoral.

Los comicios presidenciales en Estados Unidos han sido el segundo martes de noviembre desde tiempos inmemoriales. Jamás un candidato pidió que se aplacen, ni siquiera durante las guerras mundiales.

No está claro qué pretende el jefe de la Casa Blanca. Lo único claro es que las encuestas vaticinan que será derrotado. Trump está perdiendo hasta en aquellos estados claves en la conformación del Colegio Electoral, por la cantidad de electores que colocan en el espacio donde se define quién ocupa el Despacho Oval.

Los estados que le permitieron a George W. Bush revertir la derrota que le deparó el voto directo de los ciudadanos frente a Al Gore, y al propio Trump quedarse con la presidencia a pesar de haber obtenido tres millones de votos menos que Hillary en las urnas, esta vez enviarían al Colegio Electoral más electores demócratas que republicanos.

Las encuestas también le están dando ventaja a Biden en los bastiones del conservadurismo, mientras cada vez más dirigentes republicanos le piden a sus bases votar contra el magnate neoyorquino. Y la economía, última esperanza de Trump, le bajó el pulgar al mostrar la peor caída de la historia.

A esta altura, incluso el probable éxito de una vacuna tendría efectos tardíos para revertir lo que predicen las encuestas. Por eso, con los indicadores de la economía sobre su escritorio, Trump empezó a twittear el reclamo de aplazamiento de las elecciones, advirtiendo lo del fraude.
Con esos mensajes parece preparar el terreno para otro acontecimiento sin antecedentes históricos: el desconocimiento de un resultado en las urnas.
Aunque la mayoría quiera sacarlo de la Casa Blanca, tiene millones de fanáticos, incluyendo a los más fervientes partidarios de la Sociedad Nacional del Rifle y a las organizaciones más violentas del supremacismo blanco, dispuestos a salir a las calles con sus armas.

Cuando el turbio pronunciamiento de un tribunal de Florida alteró el Colegio Electoral permitiendo a Bush hijo ser presidente con menos votos directos que Al Gore, en el Partido Demócrata muchos quisieron denunciar fraude y desconocer el resultado. Finalmente, los demócratas optaron por guardarse sus sospechas, como lo habían hecho con el asesinato de John Kennedy, por temor a la crisis institucional que podría desatarse y los riesgos que implicaría para la paz política y social.

Trump está advirtiendo a los norteamericanos que no va a tener la misma concepción de responsabilidad de los demócratas y que, si tiene que patear el tablero, lo hará aunque implique avanzar hasta la cornisa de una guerra civil.

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