Que el nombre Ferdinand Marcos haya regresado al Palacio presidencial en Manila es una señal de la etapa de fragilidad por la que atraviesa la democracia mundial.
El hijo del dictador que encabezó un régimen facineroso durante 21 años en Filipinas, ganó la elección de manera aplastante, a pesar de haber defendido siempre la dictadura con que su padre amasó una fortuna oceánica mediante la corrupción y abarrotó las cárceles de presos políticos, autorizó que se los torturara y ordenó miles de ejecuciones y asesinatos, entre ellos el del respetado líder democristiano Benigno Aquino, muestra que la decencia y el Estado de Derecho no fueron tenidos en cuenta por la mayoría de los filipinos.
Haber votado masivamente a Ferdinand “Bongbong” Marcos, cuyos mandatos como gobernador de Ilocos Norte no revirtieron su imagen de irresponsable y superficial, prueba que la búsqueda del anti-sistema como modo de rechazo a la política tradicional, puede en ocasiones llevar a extremismos que carecen de lógica.
Por cierto, ser el hijo de un dictador no debe estigmatizar a una persona como réplica de su padre. Pero en el caso de Ferdinand Marcos Jr. podría ser el caso.
Desde que regresaron del exilio en Hawai, donde murió el patriarca que amasó una oceánica fortuna desde el poder, tanto el único hijo varón como su madre, Imelda Marcos, la primera dama que ostentaba ante el mundo una ridícula colección de miles de zapatos carísimos cuando reinaba su marido, se zambulleron de lleno en la política desde las trincheras conservadoras. Y jamás expresaron una autocrítica sobre el régimen que imperó entre 1965 y 1986.
Sin haber asumido compromisos públicos con la democracia y el respeto de las leyes y los Derechos Humanos, el nombre Ferdinand Marcos regresó al Palacio de Malacañang.
En Filipinas, que desde la caída de la dictadura, hubo buenos gobernantes, como Corazón Aquino, Fidel Ramos y Benigno Aquino III, la deriva comenzó con el triunfo de Rodrigo Duterte, ex alcalde de Davao que hizo fama promoviendo “guerras sucias” contra el delito y el narcotráfico.
Ahora son el hijo de un dictador brutal y la hija de un apologeta de la violencia y la crueldad (Ferdinand Marcos Jr. y su vicepresidenta electa, Sara Duterte) quienes se beneficiaron con el debilitamiento de la idea democrática que se está dando a escala global.
Otras veces, el voto desencantado busca fuera del escenario político, para encontrar gente ajena a la dirigencia tradicional. Esas búsquedas pueden conducir a un Donald Trump o a un Volodimir Zelenski, o sea que pueden desembocar tanto en la arrogancia que irradia agresividad, como en la crítica a la clase política desde el humor sin violencia.
Los extremismos están entre los beneficiados de esta era de turbulencias que están sacudiendo a las democracias. Ultraizquierdas y ultraderechas vienen jaqueando el centrismo incluso en las urnas de las democracias maduras de Europa.