De capa caída

El cambio de la política exterior de los Estados Unidos quedó demostrado en las votaciones en la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, al cumplirse el tercer aniversario de la Guerra en Ucrania.

Como sucedido el año pasado los países europeos y Ucrania presentaron en la Asamblea General, un proyecto de resolución donde reiteraron la necesidad de poner fin al conflicto este año y de redoblar los esfuerzos diplomáticos para reducir los riesgos de una escalada.

El proyecto de resolución invocó y aplicó al caso concreto los principios y propósitos generales de la Carta incluyendo el de que la “Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus Miembros” y que los “Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas.”

La Asamblea General finalmente lo aprobó por 93 votos a favor, 18 en contra y 65 abstenciones. Los Estados Unidos votaron en contra, junto con Bielorrusia, la Federación Rusa, Corea del Norte y Nicaragua…

No contento con tan distinguida performance, los Estados Unidos presentaron un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad. Este texto de una página, sin muchos fundamentos, lamenta la pérdida de vidas en el conflicto; reitera que el propósito principal de las Naciones Unidas es mantener la paz y la seguridad internacionales y arreglar pacíficamente las controversias; implora “que se ponga un rápido fin al conflicto”; y finalmente, insta a que se logre una paz duradera entre Ucrania y la Federación de Rusia.

No menciona que la causa de las pérdidas de vidas es la invasión rusa. Es como si la guerra se hubiese producido espontáneamente por algún fenómeno sobrenatural. A diferencia del Proyecto de Resolución aprobado en la Asamblea General, no enumera las obligaciones de los Estados en la Carta de las Naciones Unidas ni los principios fundamentales de justicia, integridad territorial e independencia política de los Estados.

El Consejo de Seguridad aprobó el proyecto con diez votos a favor, ninguno en contra y cinco abstenciones. Tan de capa caída está la organización mundial que su Consejo de Seguridad se ve reducido a “implorarle” a alguien (no especifica a quien) que deponga su agresión ilegítima.

El Reino Unido y Francia - aliados tradicionales de los Estados Unidos - se abstuvieron luego de que sus propuestas de modificaciones fueran rechazadas. En cambio, la Federación Rusa votó a favor y su representante declaró que veía “cambios constructivos” en la posición de los Estados Unidos…

Las resoluciones de la Asamblea General no son obligatorias, pero tienen un considerable peso político. Sin perjuicio de ello, llama la atención la cantidad de países de nuestra región que se abstuvieron. Incluyendo Argentina, Brasil y Paraguay.

Nuestro país, junto con Chile, Méjico y Perú, votó a favor de la Resolución finalmente aprobada.

Es una actitud digna que combina principios éticos -la defensa del injustamente agredido- y un sólido realismo político. El principal apoyo que tenemos, en este mundo cada vez más peligroso, es el Derecho Internacional consagrado en la Carta de la Naciones Unidas.

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