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Bien orquestado

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Danilo Arbilla
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¿Qué es noticia? Una corriente sostiene que es todo aquello que alguien quiere ocultar; otra, por el contrario, que es todo aquello que alguien quiere dar a conocer.

No se puede ignorar que ha habido notables historias e informes producto de investigaciones periodísticas que se iniciaron en un casi invisible y desechable hilito, o por el “olfato” del profesional o su capacidad para exprimir las normas de “acceso a la información pública”, burlando la mirada severa del funcionario más interesado, y seguramente mandatado, en que dichas normas no se cumplan.

Pero a la vez es innegable que una gran cantidad, la mayoría diría, de las mayores historias son producto de las “revelaciones” o de los “datos” de personas despechadas, resentidas, frustradas, o que efectivamente fueron víctimas de injusticias, que lo hacen por venganza o por “ganarse unos buenos pesos” o por un minuto de fama. Pasa por variadas “gargantas profundas” y no están libre las sedes de Gobierno, ni el Vaticano ni los palacios de la Reina, ni del Rey.

Secretarios y secretarias, personas de confianza, compañeros de equipo, confidentes y leales colaboradores de toda una vida, todos interesados en que su noticia se conozca.

Y tiene más que ver con las noticias de tipo político, de gobierno, respecto a figuras públicas -en toda su variedad-, a la denuncia, a destapar tarros y a esa tentación del periodismo por transformarse en fiscal y en juez.

Sin embargo la tarea del periodista no es esa sino que es la de ser vigilante y buscador de aquello que la gente tiene derecho a saber -y a exigirlo- pero no más.

Esto es lo que lo protege del riesgo de ser utilizado en demasía, de dejar de ser el medio que busca y difunde información para transformarse en la vía por la cual se canalizan, -entre noticias, primicias, documentos reservados y confidenciales- otros intereses que no son precisamente informar al público sino manipularlo. No es fácil no ser usados.

En casos es inevitable cuando es el único sendero para alcanzar el propósito mayor de informar a la sociedad. Pero la primera responsabilidad del periodismo es evitar el ser usado, simplemente, y a sopesar siempre la intencionalidad de las fuentes, sus propósitos y el peso real de la noticia, del hecho a informar.

Es clave y fundamental determinar cuál es verdaderamente la noticia. Somos mensajeros, no somos el mensaje; eso está claro.

Pero como mensajeros sabemos quién es el que envía el mensaje. No puede quedar fuera de análisis y consideración de dónde “surge” la noticia, quién hace “la revelación” y por qué lo hace.

La fuente debe protegerse siempre, pero debemos saber qué es lo que estamos protegiendo y no correr el riesgo de ser cómplices u omisos y en el “destape” estar tapando algo mayor.

Quizás la infinidad de las veces la principal noticia no es el hecho sino la fuente. Y eso es lo que hay que informar y denunciar.

Me pasó muchas veces a lo largo de los años y me comí muchas “primicias”. La famosa carta de Germán Araújo al General Iván Paulós la tuve -me la deslizaron- cuatro semanas antes de que se conociera. En el ambiente político se decía que el semanario iba a publicar algo grande.

No me gustó, entendí que lo que se quería era “utilizar” al medio. Recurrí a la fuente y le dije que necesitaría ver qué otras cartas había recibido y escrito Paulós para redondear la información. Finalmente la carta, en bruto, fue publicada por el colorado y batllista diario El Día, que apoyaba al gobierno al que hostigaba el molesto y vehemente senador.

Pero no es necesario ir tan atrás , pasó hace unos días: “el caso Alfie”, como le llamó “Pepepreguntón” en su columna del miércoles pasado (El País, 5 de febrero, pág. 4).

El columnista informa al detalle de cómo medios afines y periodistas allegados al gobierno tejieron toda una historia sobre la presencia de Isaac Alfie en Washington para dar su testimonio en el litigio entre el estado uruguayo y la minera Aratirí.

Pepepreguntón, con sus interrogantes, desmenuza cómo, a través de medias verdades y datos “muy reservados” se trató de crear un hecho muy diferente de lo que fue en la realidad para, decididamente, “enchastrar” la imagen de quien será el Director de Planeamiento y Presupuesto del próximo gobierno, una persona muy respetada como político, como experto, como docente y con una muy destacada y plausible gestión gubernativa en épocas muy difíciles para la república. El blanco era el perfecto.

A todo ese tejido de primicias y filtraciones manejada por periodistas “avezados”, que desnuda el articulista, se suman luego declaraciones, señalamientos y reclamos de Cosse, Topolanski, entre otras figuras destacadas del gobierno. Todo redondo. Bien orquestado.

Pepepreguntón informa que hasta se anunció que iban a dar a conocer lo que cobró Alfie a Aratirí, pero que hubo marcha atrás. ¡Qué lástima! Con semejante fuente en una de esas también nos hubiéramos enterado cuánto pago el Estado a sus consultores y expertos.

En una radio se difundió que el gobierno, no se aclaró si la Secretaría de la Presidencia o qué ministerio, pidió informes a varios expertos con el único animo de invalidarlos ante un planeo de la minera. ¡Son unos rayos! Sería bueno saber cuánto se le pagó a cada uno y quiénes son. La fuente que tenía los datos de la factura privada de Alfie tenía que tener esos otros. Quizás el próximo gobierno los dé.

He aquí un caso, entonces, en que la noticia no es el hecho sino la fuente que la filtró. Lo que importa es saber cuál es esa usina que ha generado tanta información cuando ha sido oportuno sobre deudas de Colonos, antecedentes policiales, deudas con el Banco de la República, deudas con el BPS.

Saber eso lleva a destapar hechos más graves, que configuran claros abusos de poder y muestran una terrible realidad, que es la que hay que cambiar, consecuencia del avance del totalitarismo en los últimos años y del afán del gobierno que se va por manipular y manejar la información y las noticias que el público recibe.

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