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Cuentos de horror

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TOMÁS LINN
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Parece un cuento de horror. De esos que no dejan dormir de noche. Sin embargo, se trata de hechos reales, minuciosamente investigados por una periodista de El País, que evidencian que cierta imagen romántica sobre el funcionamiento de la enseñanza primaria, no es tan así.

La investigación hecha por Mariángel Solomita arranca con el reciente sobreseimiento por falta de pruebas de Cristina Recoba, directora de la escuela 364 del Cerro desde 2017 hasta julio de 2018.

Venía de Artigas y cuando asumió el cargo no sabía que tomaba, como dice la nota, “un hierro caliente”: problemas edilicios, un contexto socioeconómico crítico, un cuerpo docente largamente afianzado y sucesivos polémicos cambios de directores.

La del Cerro es una escuela de tiempo completo con 460 alumnos, 20 maestras y 16 aulas. Su edificio tiene defectos de construcción, problemas de humedad, vidrios y puertas rotos.

Algunas docentes vieron en la nueva directora a alguien con voluntad “de arreglar las cosas” pero rápidamente chocó con un grupo de maestras y padres que, según se deduce del informe, eran los reales dueños de la escuela.

Se suceden varias denuncias contra ella. Y todo, según el informe, a causa de su intención de ordenar la escuela ante maestras que no usaban túnica, se ausentaban con frecuencia o no asistían a la coordinación semanal.

El momento culminante fue cuando una de las maestras denunció que ocho de sus alumnos de cinco años le habían contado que un día que ella faltó, la directora los maltrató y fueron sexualmente abusados.

La defensa de Recoba demostró que ese día ella no estuvo sola con los niños, que los chicos fueron enviados a clases de otras maestras y que en el resto de la semana (y luego en las vacaciones de julio) ni maestras, ni funcionarios, ni padres notaron lesiones físicas o comportamientos inusuales en los chicos.

Sin embargo, según la denuncia, la directora ató a un niño a la silla, amordazó a otros con cinta, le dio un golpe a un tercero, le cortó el pelo a otra niña. Fue como si tuviera un armario lleno de instrumentos de tortura. Para desplegar tanta crueldad hubiera necesitado tiempo que no tuvo y era imposible hacerlo sin que nadie la viera.

La directora fue separada del cargo y cumplió 120 días de prisión domiciliaria con tobillera.

Con el tiempo los relatos cayeron en contradicciones y se empezó a ver que esa surrealista situación parecía más inspirada en películas donde la maestra es buena y la directora mala. La nota cita a la conocida “Matilda”, que narra hechos así.

Recoba fue sobreseída, pero de esa macabra pesadilla no se recuperará jamás.

Que el drama haya crecido a esos niveles muestra que hay áreas fuera del control en la enseñanza. Sí, se instruyen procedimientos para investigar, pero con fría distancia burocrática. Todo queda en manos de un anónimo papeleo.

¿Ninguna autoridad, ninguna inspección se dio cuenta de que era una escuela coptada por un grupo de maestras que asumieron un poder enorme? Visto que el problema no fue la directora sino este grupo, ¿qué medidas se tomarán para que lo sufrido por Recoba nunca vuelva a ocurrir? ¿Hay alguna otra escuela en situación similar?

La Ley de Urgente Consideración eliminó el sistema colegiado en las tres ramas de la enseñanza (no en el Codicen). El tiempo dirá si una dirección general unipersonal no solo hará más eficaz la gestión sino que asumirá con firmeza sus decisiones. La responsabilidad repartida del antiguo Consejo de Primaria para manejar estos casos, parecía diluida en una suerte de desidia.

No todas las escuelas tienen el deterioro de la del Cerro. Quienes no tienen hijos en edad escolar cuentan con una curiosa oportunidad de ver el estado de las escuelas públicas los días que hay elecciones, si su circuito coincide con una.

La ocasión solo permite un vistazo general, pero es posible hacerse una idea. Me tocó votar en 2019 en una escuela en la esquina de Ibirocahy y Rodríguez Correa a una cuadra de Burgues y a tres de Propios. Era una sola planta de diseño sencillo y funcional, patios grandes, aulas espaciosas y luminosas y pese a que su mobiliario fue corrido para instalar el “cuarto secreto”, se veía en sus carteleras y en el pizarrón que allí se desarrollaba mucha actividad.

Estas diferencias en calidad edilicia y educativa, muestran fisuras dentro de la propia enseñanza pública. Aquello de que la escuela era una espacio de democrática igualdad donde en un mismo salón coincidían los hijos del obrero y del médico, ya no existe.

Esta realidad reaviva una pregunta que desde hace tiempo se hacen algunos expertos. Los muchos problemas que suelen detectarse en Secundaria, ¿son exclusivos de Secundaria o en realidad se arrastran silenciosamente desde la Primaria?

A medida que la pandemia cede, los cursos vuelven a la normalidad; estas son las prioridades a atender y resolver por las nuevas autoridades.

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