El domingo pasado hice referencia, bajo el título “De Primera Necesidad”, a la urgencia nacional por deslegitimar el discurso excluyente e impulsar un estilo y un clima político tolerante. Quiero seguir hoy con reflexiones en esa línea.
Los blancos deben plantearse y responderse una pregunta básica: ¿para qué está el Partido en el gobierno? Una primera respuesta obvia es: para gobernar. Pero hay que especificar un poco más. El Partido está en el gobierno porque ganó las elecciones. Bien. Y ¿por qué ganó? ¿Qué esperaba la gente que lo votó? ¿A cuál propuesta partidaria respondió la gente?
Los motivos del voto, ya se sabe, son variadísimos y, en ciertos casos, inescrutables. No obstante, se puede inferir que hubo una confianza depositada en un cambio de rumbo. El político avezado sabe 1) escuchar eso y 2) ponerlo por obra, darle cumplimiento. En el caso el Partido Nacional está en el gobierno para gobernar y para construir un país. Dos cosas. Veamos.
Gobernar es, por un lado, gestionar el aparato del estado. Allí hay mucho que hacer y por hacer. A lo largo de hace ya unos cuantos años, desde la ascensión de Mujica a la presidencia en adelante, la tónica de la gestión fue el desbunde. El gasto sin control y la contratación sin recato. El Pato Celeste en el edificio Libertad y los dos equipos económicos. De allí derivaron la ruina de Ancap, el Fondes, la regasificadora, el no-puerto de aguas profundas, el deterioro de la enseñanza, todo bajo un oropel de grandilocuencia ideologizada (que el bayano de Rivera llamaría “papo furado”). Enderezar todo eso (que Vázquez quiso y no pudo hacer) llevará tiempo y pericia.
Pero también hay que construir un país: el alma de este país (tarea siempre inconclusa). No ha de tomarse esto como soberbia o como un propósito fundacional. No se trata de fundar sino de construir. El Frente también se propuso construir el país. No todo el Frente Amplio: sí el de la primera presidencia de Vázquez, elegido en primera vuelta, con un discurso que obedecía a un reclamo auténtico del Uruguay. Tan auténtico como el reclamo del Uruguay en 2019 al Partido Nacional. Tan auténticos y tan distintos entre sí.
El Partido Nacional tiene que gobernar atendiendo y dedicándose a la gestión, que encontró tan despatarrada. Y tiene que construir un país; hacerlo atendiendo a lo que fue la votación que lo puso en ese lugar. Construir un país en el que está y va a estar el Frente Amplio, pero que habrá de ser distinto del país frentista. Es muy diferente una cosa de la otra.
Más allá de lo que algunos alcanzan a ver, la construcción de un país se hace en el discurso y se hace también en la gestión. La decisión de elegir para el combate a la pandemia el camino de la libertad responsable no solo incidió positivamente en la tarea sanitaria sino que ha sido un paso claro y definitorio en la construcción del país que se quiere. Un paso nuevo para un país renovándose, para un país que se expresa hoy en otro idioma, distinto al de ayer: se dice a sí mismo con otras palabras nuevas-antiguas: “libertad responsable” tan combatidas por el Frente Amplio desde el primer día pero que expresan y sostienen esta construcción de país.
El Partido Nacional, en todos los niveles, ha de tener claro las dos cosas: que tiene que gobernar, ordenando la gestión, y a la vez construir un país. De todo esto hay que hablar mucho. Me parece.