Las distintas formas en que los seres humanos nos comunicamos dicen mucho de cada uno de nosotros como individuos, pero también de la sociedad, del entorno, y de la época a la que pertenecemos.
A lo largo de la historia la manera de relacionarnos entre los hombres, y los medios para propagar conocimiento o noticias han variado sustancialmente. Cada gran etapa ha sido fundamental para la humanidad. La imprenta lo fue, el telégrafo, también la radio, la televisión, internet.
Pero más allá de los propios medios, mediante cada uno de ellos se han establecido distintas maneras de relacionamiento entre emisor y receptor. Esto ha tenido una influencia muy grande en el desarrollo de las comunidades locales, nacionales, regionales, e internacionales.
Alcanza con mirar desde un poco más cerca determinadas áreas geográficas, en distintas épocas, para poder ver ciertos patrones que nos denotan determinado carácter o rasgos propios de lo que estamos analizando. No es idéntica la comunicación política del Japón, a la que podemos encontrar en medio oriente.
El tono de las comunicaciones políticas en Europa dista mucho del que encontramos en Iberoamérica, o en América del Norte.
Entender la comunicación hoy es un desafío que muta periódicamente.
En el pasado se trataba de entender las demandas de los consumidores de acuerdo con reglas de mercadeo, para hacerles llegar una oferta tentadora. Hoy entender esas demandas es algo muchísimo más complicado, dinámico, e inestable.
A priori podría parecer que el mundo se ha achicado, y que gracias a la globalización el planeta aspira un set similar de bienes y servicios. Pero no es así. Hay que saber contar las historias que la oferta requiere para ser atractiva. Las nuevas narrativas nos obligan a estar atentos a los sesgos y a diversos estereotipos. Construir contenidos, diseñar una estrategia, planificar, y ejecutar los mismos es una tarea que exige fino talento.
Los medios de comunicación masivos parece que están llegando al fin de su vida útil. Cada individuo está en su mundo, y cada mundo requiere una comunicación especial que lo atienda. Parece que nos adentramos en la era de la comunicación fragmentada.
Las redes sociales ya no son las que conocimos hace no tanto, y todo esto impacta muy fuerte sobre todo en la comunicación política, y en la publicitaria en general.
Encontrar nuevas audiencias, saber ubicarlas, llamarles la atención, lograr atraerlas, son las habilidades que la comunicación contemporánea requiere. Sobrevivir en este mundo hiperfragmentado requiere de narrativas únicas. Es necesario comunicar mediante comunidades.
La última campaña política estadounidense nos enseñó mucho de eso. ¿O no entendimos nada al ver a Trump con Joe Rogan?
En este mundo nuevo a cuyo nacimiento asistimos, un mundo que parece cerrarse a golpe de aranceles y otras yerbas, tenemos que entenderlo.
La comodidad de la comarca es una ilusión. Nos cocinamos a fuego lento como la langosta. Es tiempo de abrir la mente, pensar menos en Venezuela o la lucha de clases, y preocuparnos más por dominar los algoritmos.