"Au revoir, les enfants!"

Luciano Álvarez | Crónicas de luz y sombra

En 1943 la mitad norte de Francia está ocupada por los alemanes. En octubre, al comienzo del año escolar, Louis Malle entra como pupilo al "Pequeño Colegio del Carmen", al sur de París, cerca del bosque de Fontainebleau. Tiene 12 años y cursará 5° año.

El padre Jacques es el director del establecimiento y está en todos los detalles. En todas partes se ve a este hombre calvo de 43 años, alto y flaco: "En cada piso tenemos, agua, gas, electricidad y al padre Jacques" comentaba un profesor.

Entre los compañeros de clase de Louis hay uno que le cae mal desde el primer momento. "La verdad es que los celos me hacían detestarlo" -reconocerá muchos años después- "era siempre el primero de la clase, era más grande, más fuerte y mejor que yo". Se llamaba Jean Bonnet.

Así transcurrió el primer semestre, pasaron las vacaciones de fin de año y volvieron las clases. Apenas se habían iniciado cuando, un sábado de enero de 1944, dos alemanes de civil entraron en el salón de clase buscando al alumno Bonnet.

El profesor le hace un gesto indicándole que no responda. Los hombres de la Gestapo insisten. Esta vez, el niño se levanta con serenidad, se despide de todos con un apretón de manos; el profesor llora; los jovencitos no entienden lo que pasa. "Yo tenía doce años -recuerda Louis Malle- y no sabía aún lo que significaba un judío. Y allí tenía uno, en mi clase".

Bonnet se llamaba en realidad Hans-Helmut Michel; había nacido en Frankfurt el 6 de noviembre de 1930, hijo de un médico judío que se suicidó cuando el niño tenía tres años.

Llegó a París en julio de 1938, con su madre y su hermana. Allí se instalaron hasta la terrible noche del 15 al 16 de julio de 1942 cuando la policía francesa llevó a cabo la llamada "redada del Velódromo de Invierno".

Esa noche fueron arrestados 12.884 judíos (4.051 niños; 5.802 mujeres; 3.031 hombres).

Hans-Helmut y su hermana lograron escapar y obtener re- fugio en la casa de Marguerite Weinberge, una amiga de la familia, quien en enero del 43 se puso en contacto con el superior de las Congregaciones de los Padres de Notre Dame de Sion. Así, Hans- Helmut Michel se convirtió en Jean Bonnet, alumno del Pequeño Colegio del Carmen.

También ingresaron otros dos niños judíos: Maurice Schlosser, de 15 años y Jacques-France Halpern de 17.

Aquella tarde de enero los alemanes se llevaron a los tres; también al padre Jacques. Los niños jamás olvidarían cuando el director, sonriente les gritó: "Adios chiquilines", "Au revoir, les enfants!" "Au revoir, mon père", le respondieron, mientras le aplaudían. A las tres de la tarde, el colegio fue clausurado; al atardecer un tren llevó a Louis Malle de regreso a su casa familiar en París.

El padre Jacques fue encarcelado en la prisión de Fontainebleau, los tres niños en la de Melun; luego trasladados al campo de Drancy, en el suburbio noreste de París.

El 3 de febrero fueron llevados a la estación de Bobigny-Marchandises y puestos en el convoy n° 67 de deportados judíos para Auschwitz-Birkenau. Eran 1.214. El 6, a las nueve de la mañana, al llegar a su destino 985 de ellos fueron gaseados inmediatamente.

Entre ellos, Hans-Helmut Michel, Maurice Schlosser et Jacques-France Halpern.

Al padre Jacques lo mantienen en la prisión de Fontainebleau hasta el 5 de marzo, cuando fue trasladado al campo de Saarbrucken, en el marco del decreto "Noche y Niebla" -irónica expresión tomada de "El oro del Rhin" de Wagner-, destinado a eliminar oponentes políticos y miembros de la resistencia en los territorios ocupados.

Su destino final es Mauthausen, un grupo de campos de concentración situados en torno a una pequeña localidad austríaca, a 20 km de Linz. Se le destina a Güsen I, un sector de trabajos forzados para los "Enemigos políticos incorregibles del Reich", donde murieron por extenuación, hambre y malos tratos la mayoría de los presos.

Ciertamente, el padre Jacques era un viejo enemigo del Reich. En un artículo publicado en 1938 había escrito: "Los gestos de innoble brutalidad llevados a cabo por los gobiernos de Alemania e Italia son descorazonadores. El horror que producen es tal que resulta imposible encontrar el grito capaz de liberar la conciencia del aplastante peso de cólera e indignación que conllevan".

Sus compañeros sobrevivientes habrían de dejarnos el testimonio de su luz: "A veces, me daba la vuelta por el placer de verlo… Su sola actitud nos tranquilizaba", dijo Louis Deblé. Los testimonios se multiplican:

"Teníamos la voluntad de no someternos, de resistir, de salvar al hombre; sobrevivir también por la voluntad de dar prueba que se podía, por nuestro comportamiento, mantenernos como humanos y vaya si el padre Jacques lo era".

"Cuando uno se encontraba con el padre Jacques, se perdía la vergüenza de ser hombre. Era un hombre que nos reconciliaba, en la guerra, con la raza humana".

"Nunca dejamos de mantener alto el espíritu, de luchar contra la depreciación espiritual que imponía el campo; (…) porque el padre Jacques estaba allí, cerca nosotros, ayudando al que no podía ya, levantando al que caía, dando incluso su pan a los que tenían hambre (…) Su presencia era la prueba del Dios vivo".

Jean Cayrol, compañero de deportación, poeta y novelista, de renombre, le dedicó este poema, el 12 de julio de 1945.

"De tu respiración tan frágil brotará la paz duradera,

Tú eres la sangre que va a curar a los hombres,

Tú eres el fuego que va a iluminarnos la cara aún oscura de Dios".

Cuando el 5 de mayo de 1945, los aliados liberaron Mauthausen, el padre Jacques estaba al final de sus fuerzas. En el hospital de Linz se apagó suavemente. "Para los últimos momentos, que me dejen solo", fueron sus últimas palabras; murió el 2 junio. Había nacido como Lucien Louis Bunel, el 29 de enero de 1900. Su tumba se encuentra en el lugar donde comienza este relato: en el pequeño cementerio carmelita de Avon, al fondo de los jardines del convento.

A los 54 años, Louis Malle, a esa altura consagradísimo director de cine, decidió arreglar una cuenta con su pasado.

A principios de julio de 1986 tomó las primeras notas de un guión donde contaba la historia de Jean Bonnet y el padre Jacques, tal cual fue, salvo por un detalle, esa enorme ventaja salvadora que tienen los artistas: Julien -el protagonista alter ego de Malle- es el amigo de Jean Bonnet.

"Mi amistad con Bonnet, esta amistad con la que soñé tanto, nunca existió. Por eso la relación entre los dos niños no es lo que fue, sino lo que yo -una vez que tomé conciencia- hubiese querido que fuera.

"Au revoir les enfants" se filmó entre el 26 de enero y el 27 de marzo de 1987. El 7 de octubre se estrenó en Francia.

La película recoge en su título aquel momento fundamental cuando el padre Jacques se despide de los niños: «Au revoir, les enfants!» «Au revoir, mon père".

En el final se escucha la voz "en off" del propio Louis Malle:

"Más de 40 años han pasado pero yo recordaré cada segundo de esa mañana de enero, hasta el día de mi muerte".

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