Aprender del horror

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JUAN MARTÍN POSADAS
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La semana pasada escribí sobre la Argentina; sobre el desastre argentino. 

El objetivo de mostrar los daños que la Argentina se inflige a sí misma era enfrentar a la dirigencia política y sindical uruguayas con la realidad de lo que ellos aplauden como gobiernos progresistas y señalan como ejemplos de proyecto político.

Voy a insistir en el asunto. Lo haré con ayuda de las palabras de alguien que no puede ser descartado como derechista, neoliberal o cualquier otro mote despectivo en uso. La semana pasada la CNN en español le hizo una entrevista a José Mujica.

En primera instancia sentí cierta vacilación: tantas veces he criticado a Mujica. ¿Lo uso cuando me sirve y lo descarto cuando no me gusta? Parece poco consistente. Pero en un segundo análisis se advierte que lo que está mal es borrar al adversario -el “delete” de la computadora- y solo tener oídos para el aliado. Eso crea la grieta y, además, empobrece y enferma la visión política. Mujica -y tomo las palabras literales de Tabaré Vásquez en su primer gobierno- a veces dice estupideces. Pero otras veces sus dichos son dignos de ser atendidos.

En el mencionado reportaje a la CNN Mujica dice: “Espero que la cúspide del gobierno argentino aprenda de este horror que está viviendo su país. Porque por encima de todas las diferencias hay una obligación con nuestra sociedad, de estabilidad arriba. Hay que tratar de que también influya en el tono de toda la sociedad”. Lo que está diciendo Mujica es que la controversia política tiene que ser ejemplar para el tono en que se mueve la sociedad y tramita sus diferencias.

Y sigue ese reportaje sobre la Argentina: “La oposición tiene también su responsabilidad porque está también argentinizada en lo peor. Tienen que cruzar la vereda. Hay momentos que un país necesita que los que se están dando piñas se den un abrazo. Y la Argentina precisa un choque moral; porque tiene la fuerza, porque puede y porque debe. Argentina no es un país para que viva de lástima o porque el Fondo Monetario la esté perdonando. Argentina tiene recursos, tiene pueblo, tiene energía y tiene empresarios emprendedores”.

Que Mujica ponga la confianza de Argentina entre otros elementos a que cuenta con empresarios emprendedores debería hacer reflexionar (y avergonzar) a gente como la dirigencia destructiva de sindicatos como el de Conaprole (entre otros).

Las izquierdas latinoamericanas están enredadas en una sucesión de desencantos.

La situación de deterioro moral y político de la Argentina -por terrible que sea y por cercana y visible que esté para el Uruguay- no va a hacer reflexionar a los núcleos duros del sindicalismo y la política de nuestro país. Ahí no hay nada que hacer: hay cabezas demostradamente impermeables a cualquier evidencia. La sucesión de evidencias -URSS, Cuba, Venezuela- ha sido prolongada e inútil. Pero, en cambio, para muchos uruguayos que circulan por los ámbitos de la izquierda la postura empecinada de esas dirigencias les va mermando credibilidad. Esos uruguayos tienen ojos, ven lo que está pasando aquí al lado y empiezan a decirse: no insistan con ese tipo de progresismos que, en los hechos, llevan a la “argentinización en lo peor”.

Las izquierdas latinoamericanas están enredadas en una sucesión de desencantos ¿Qué modelos tienen hoy para mostrar? Y los pueblos, por lo menos el nuestro, observan con creciente y fundada desconfianza esas promesas. Argentina está muy a la vista.

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