Su agenda era una pequeña libreta que llevaba en el bolsillo de su pantalón. Encontrar un lugar en ella para una reunión parecía algo imposible, siempre estaba completa. No obstante, él encontraba el espacio y el tiempo para recibir a quien se lo pidiera. Me refiero a Julio Arocena Noceti, “Chena”, que el pasado domingo 7 de setiembre y a los 95 años, falleció.
Resulta imposible resumir la vida de un hombre que hasta poco tiempo antes de su muerte, llevaba una actividad propia de una persona con cuarenta años menos. Emprendedor y empresario desde siempre, desarrolló proyectos y trabajó en rubros tan diversos de la producción nacional y el comercio que le permitieron tener una visión de conjunto del Uruguay.
La avicultura y la vitivinicultura, fueron sus actividades en la juventud, para luego y simultáneamente incursionar en el comercio ferretero y en la distribución cinematográfica.
Durante casi cuatro décadas trabajó en cargos ejecutivos en Trabucati y Compañía, la legendaria casa importadora de artículos de ferretería y bazar de Ciudad Vieja. Al cierre de ésta, fundó, en la década de 1990, su propia empresa, Orofino. Con el transcurso del tiempo se convirtió en el comercio mayorista líder en su rubro. Arocena, contaba con orgullo que había podido armar el nuevo emprendimiento con el crédito que le dieron, sin firmar un solo documento, decenas de proveedores extranjeros para los que su sola palabra era garantía.
Su compañera de ruta fue Mercedes Oxacelhay, con quien se casó en 1957. La mayor apuesta de Chena y Mercedes fue siempre la familia, y de ello dan fe sus cuatro hijos, catorce nietos y doce bisnietos. Como toda familia, vivieron momentos difíciles que supieron superar a fuerza de amor y perseverancia. Chena recordaba siempre cuando quedó sin trabajo por el cierre de Trabucati.
Uno de sus hijos había terminado sus estudios universitarios y estaba desanimado. Habló con su padre y le trasmitió su desazón. La respuesta fue: “no te quejes, yo tengo 55 años y estoy empezando de nuevo”. Aquella fue una definición de como ir por la vida.
Su prestigio personal y compromiso social, lo llevaron a ocupar la presidencia y los consejos directivos de la Cámara de Comercio, la Asociación Rural, la Cámara Española, ACDE, el Centro Cinematográfico del Uruguay y de la Unión Vecinal de Punta Ballena, entre otros. En varias de estas instituciones fue directivo en más de un período.
Hombre del Partido Nacional, nunca ocupó cargos políticos. Seguramente porque una persona tan ejecutiva no hubiera podido trabajar encorsetado por la burocracia estatal o los compromisos políticos.
Conversar con Chena, era disfrutar de un viaje por la historia del Uruguay. Guardaba una enorme cantidad de películas en 8 milímetros y fotografías que, primero su padre, y luego él fueron filmando durante décadas. Se ufanaba de ser el veraneante más antiguo de Punta del Este, lo llevaron por primera vez con tan solo seis meses y no faltó durante 95 veranos.
“Lleva quien deja y vive el que ha vivido”, afirmaba Antonio Machado, quien se autodefinía como un hombre “bueno”. Ambas afirmaciones parecen haber sido inspiradas en Chena Arocena.