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DIEGO FISCHER
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Desde el vamos el proyecto fue controvertido. Un empresario de origen italiano compra el emblemático y ruinoso Hotel San Rafael de Punta del Este. Presenta un proyecto audaz y a contrapelo de todo lo que se ha edificado en el balneario en sus 115 años de vida.

El empresario es el italiano Giuseppe Cipriani, del que se afirma que tiene larga experiencia en temas vinculados al turismo; el responsable de diseñar el proyecto es el prestigioso arquitecto compatriota Rafael Vignoly, que credenciales le sobran. Esto comenzó a suceder en 2018. Se informó entonces que Cipriani había pagado por el San Rafael y sus permisos para la explotación de un, casino y juegos de azar US$ 50 millones. Se dijo que la inversión que haría Cipriani sería la más importante de la historia de Punta del Este.

La Intendencia defendió desde el vamos la iniciativa, argumentando que la misma generaría miles de puestos de trabajo. Un hotel, un casino, y tres edificios descomunales eran y son parte de lo pergeñado por Vignoly.

Se garantizaba la construcción de un edificio idéntico al San Rafael, que reemplazaría al existente.

La Junta Departamental de Maldonado autorizó lo que se denominó Cipriani Ocean Resort and Club Residences,

Pese a los reclamos y protestas de los vecinos, entre abril y junio de 2019 , el Hotel San Rafael fue demolido. Con indignación y tristeza muchos vimos cómo desaparecía una de las postales más emblemáticas de la Brava. Se había inaugurado en 1948 y durante décadas fue el más lujoso de Punta del Este. Era también el mascarón de proa del barrio homónimo que lo circundaba y que había sido impulsado por la firma Pizzorno-Lussich y Cía, en 1937 y en el que participaron los arquitectos Veltroni, Lerena y Acevedo.

El Hotel y su barrio fueron hasta fines de la década de 1990, la zona más elegante y lujosa de Punta del Este. Al barrio le dio identidad el arquitecto argentino Arturo Dubourg, que construyó más de un centenar de mansiones rodeadas de espectaculares jardines. Muchas de ellas aún se mantienen en pie como testigos de un tiempo en que Punta del Este ganó fama en todo el mundo de paraíso.

El proyecto de Cipriani tuvo marchas y contramarchas. Se dijo que la pandemia de Covid 19 hizo que los inversores de la primera hora abandonaran el emprendimiento. Vignoly cambió más de una vez los planes originales. De las megatorres pasamos a un proyecto que se decía emulaba a dos cruceros. Lo cierto es que el miércoles pasado la Junta Departamental de Maldonado con los votos del Partido Nacional y uno del Partido Colorado, aprobó las nuevas modificaciones al ex San Rafael. Para sorpresa de muchos, incluye una torre de hasta 320 metros de altura, cuarenta metros más de la altura prevista originalmente. El edificio más alto de América del Sur, se subrayó, como si esto le aportara algo a Punta del Este.

Un complejo edilicio co-mo el que se acaba de autorizar no le hace bien a un balneario que siempre deslumbró y sedujo por su naturaleza prodigiosa. Los eventuales puestos de trabajo que el proyecto Cipriani pueda generar en lo inmediato, no son excusa para echar por la borda la identidad y el paisaje del mejor balneario de América del Sur.

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