Dwayne Johnson

The Rock, quien también será el productor, participó en la animación de Disney y ahora volverá al papel de Maui para este proyecto de live action.
ENTREVISTA Dave Itzkoff, The New York Times Cuando uno ve una película con Dwayne Johnson, generalmente se sabe el tipo de protagonista que va a ser: un buen tipo musculoso que, debajo del físico envidiable, posee un corazón de oro y que, en un apuro, es más probable que te dé una mano que te derribe a puñetazos. Pero ese no es el papel que interpreta la omnipresente estrella de acción Johnson, de 50 años, en Black Adam, que se estrenó ayer en Uruguay. En la última entrega de la franquicia cinematográfica basada en los personajes de los cómics de DC (conocido como el Universo Extendido de DC), Johnson es elegido como el personaje principal, un despiadado aventurero con superpoderes que le vienen de la antigüedad. Usando sus asombrosas habilidades, y escasa preocupación por la vida humana, Black Adam, quien estuvo dormido durante 5.000 años, se propone liberar a su tierra natal ficticia de Kahndaq del régimen criminal que la gobierna. Al hacerlo, se convierte en el salvador de los ciudadanos de Kahndaq mientras atrae la atención no deseada de la Sociedad de la Justicia, incluidos Hawkman (Aldis Hodge) y Doctor Fate (Pierce Brosnan), quienes no están seguros de poder confiar en Black Adam. RELACIONADAS VideoEstrenos: "Black Adam", "Mira cómo corren", "Al final del partido" y "Julio, felices por siempre" Dirigida por Jaume Collet-Serra (quien dirigió a Johnson en Jungle Cruise), Black Adam da vida a un villano de historietas de larga trayectoria que tradicionalmente ha servido como némesis de los jóvenes héroes que se ven en la película de DC de 2019, ¡Shazam!. Black Adam es un proyecto que Johnson llevaba años promoviendo y que recuerda a su ascenso como malo en la liga de lucha libre profesional. Johnson habló más sobre la creación de Black Adam, su aprecio por el personaje desde hace mucho tiempo y sus conexiones con sus días de lucha libre profesional como The Rock. —Black Adam es un papel que has estado esperando interpretar durante mucho tiempo. ¿Qué era tan importante para ti sobre el personaje? —Fueron casi 15 años de luchar por esto. Es cierto que crecí siendo un chico de DC. Me gustaba Marvel pero amaba DC. Mi dibujito favorito era Los superamigos. Lo entiendo desde una perspectiva de estudio. Es la apuesta más segura continuar invirtiendo en lo que el mundo conoce. La Liga de la Justicia, Batman, Superman, Wonder Woman, Flash, Aquaman. Lo entiendo. Pero hubo que convencer al estudio para que mirara más allá de la Liga de la Justicia hacia el universo de DC, y hay algunos personajes realmente geniales allí. Solo tienes que darle una oportunidad y confiar en la inversión. Black Adam ha estado en la vuelta por casi 80 años. —¿Fue un desafío mantener tu idea cuando podrías haber interpretado muchos otros personajes de cómics durante este tiempo? —Se me acercó, no diré quién, para interpretar superhéroes, que eventualmente fueron para otros actores. Pero siempre sentí en mis entrañas que Black Adam era el personaje para mí. La primera vez que vi un cómic de Black Adam, me intrigó. Había una intensidad en su rostro. Había un poco de rabia en la portada de ese cómic. Ah, y tenía la piel morena como la mía. Eso me intrigó de inmediato. ¿Quién es ese? Quiero ser él. —¿Era importante para ti poder llevar un personaje de color a la pantalla grande? —Lo que es fundamental es la inversión en más personajes de superhéroes de color, y Black Adam es uno de ellos. Era extremadamente importante para mí y una de las razones por las que no lo dejaba ir. —¿Hubo un momento en el que decidiste entre interpretar a Shazam y Black Adam? Sus motivaciones son muy diferentes, por decir lo menos. —Tenía esa opción cuando comencé a discutir esto con Warner Bros. hace casi 15 años. ¿Te gustaría jugar a Shazam? ¿Te gustaría jugar a Black Adam? Aprecié la mitología detrás de los personajes y su conexión. Pero siempre supe en mi corazón que yo era Black Adam. El guión original que apareció, hace seis o siete años, ambas historias de origen de Shazam y Black Adam se contaban en una película de aproximadamente 100 minutos. Era complicado y no les estaba sirviendo a ambos correctamente. Llamé a la gente que dirigía Warner Bros. en ese momento y les dije que deberíamos separar a estos dos para que pudieran contar sus propias historias de origen, y eso fue lo que hicimos. Lo que prolongó y retrasó el proceso. Funcionó en mi contra en el momento, porque se fueron con ¡Shazam! primero. (se ríe). Dije, está bien, no hay problema. —Has interpretado personajes heroicos en tus películas. ¿Era un riesgo hacer de Black Adam, cuya moralidad no se define tan fácilmente? —Adopté todas las características que lo considerarían un supervillano: su violencia, su brutalidad y su filosofía de la justicia. Justicia dura. Es muy económico con sus palabras pero también con sus poderes. No es una matanza. Solo aquellos que, bueno, se lo merecen. Pero nunca lo vi como un riesgo. Una cosa es si es violento y brutal y está lleno de ira. Pero cuando nos tomamos nuestro tiempo para contar su historia de origen y mostrar por qué se volvió así, no es un riesgo. —Eras un villano como luchador profesional, en una era en la que la liga estaba alentaba hombres despiadados, mujeres sexuadas y lenguaje obsceno. ¿Te ayudó eso en algo con tu interpretación de Black Adam? —Sí. Incluso en el mundo salvaje e impredecible de la lucha libre profesional, había un gran beneficio en jugar como rudo. Me convertí, en ese momento, en el mejor y más grande rudo que tenía la empresa. Era un momento muy especial en el mundo de la lucha libre profesional. La empresa no cotizaba en bolsa, por lo que pasamos desapercibidos. Y algunas de las cosas, muchas de las cosas, que hicimos, estaríamos en grandes problemas si las hiciéramos hoy. Pero ese tiempo como malo realmente me enseñó que puedes hacer cualquier cosa, siempre y cuando tu razón para serlo sea entendible.
CARTELERA Imagen de la película "Black Adam". Foto: Difusión Esta semana se estrenan cuatro películas en los cines locales, y dos de ellas son uruguayas. Además de la comedia uruguaya de Juan Miguel Solé, Julio, felices por siempre, llega una de acción, una comedia y un documental uruguayo a la cartelera de cines. Julio, felices por siempre es una comedia romántica que protagonizan Chepe Irisity y Daryna Butryk. Es la historia de Julio (Iristy), quien se enamora de una joven que vive en Estados Unidos. Además de estos actores hay una variedad de personalidades uruguayas en el elenco: Cristina Morán, Roberto Suárez, Josefina Trías y Moncho Licio. La de acción es Black Adam, personaje del universo de la editorial DC, y donde Dwayne Johnson interpreta al musculoso y poderoso antihéroe del título. La película inicia miles de años en el pasado para mostrar cómo el personaje consigue sus poderes, y es encarcelado. Ahora, libre de su prisión, Black Adam (Johnson) busca impartir justicia hacia los humanos con la ayuda de sus increíbles y vistosos superpoderes. La película la dirige Jaume Collet-Serra, quien trabajó con Johnson en Jungle Cruise y el elenco lo integran Pierce Brosnan, Noah Centineo y Viola Davis, quien vuelve a interpretar a Amanda Waller, la jefa del Escuadrón Suicida. Imagen de la película "Mira cómo corren". Foto: Difusión La comedia es Mira cómo corren que protagonizan Sam Rockwell, Saoirse Ronan y Adrien Brody. La trama se centra en un productor que intenta adaptar una película a una obra de teatro. Y para mezclar géneros, en este caso el policial, algunos integrantes de la producción aparecen muertos. Eso servirá para que el inspector Stoppard (Rockwell) y la novata agente Stalker (Ronan) intenten dilucidar el misterio. La dirige Tom George, quien además de dirigir la docuserie The Ronnie Wood Show, se encargó de la serie This Country que le valió un premio Bafta en el rubro comedia. El último estreno es el documental uruguayo Al final del partido de Federico Beltramelli que tendrá funciones en Sala B del Auditorio Nelly Goitiño y Cinemateca Uruguaya. Esta película, estrenada el pasado fin de semana en el Festival Piriápolis de película está dedicada a utileros y cancheros del fútbol uruguayo. Es una historia narrada a través de la mirada de cinco personas (hombres y mujeres) que se desempeñan en esos oficios y que son los verdaderos conocedores de una realidad del deporte más importante de nuestro país y que desconoce la gran parte de los fanáticos del fútbol.
Lista Fernán Cisnero No hay nadie que rompa más cosas que Roland Emmerich, el alemán que lleva una vida en el rubro de la demolición cinematográfica. Lo ha hecho con presupuesto de Hollywood lo que lo hace espectacular, aunque el mérito artístico de sus películas está en debate. Eso no le debe importar mucho porque en su filmografía ha ganado miles de millones de dólares llevándose puesta a la Casa Blanca (en Día de la Independencia), Japón (Godzilla) y casi todo el mundo en El día después de mañana y 2012), por nombrar solo algunos hitos. Eso ha convertido a Emmerich en el rey del cine catástrofe, un subgénero de protocolo rígido que ahora vuelve a visitar en Moonfall, que acaba de estrenarse en cines locales. RELACIONADAS "Moonfall", "El aro resurrección", "La última noche" y más títulos que llegan a la cartelera Allí enfrenta a otra catástrofe de dimensiones apocalípticas con la Luna viniendo directamente hacia nuestro planeta. Una misión, integrada por dos astronautas retirados y un teórico de las conspiraciones (sic), intenta frenar esa bola de piedra que apunta para acá. Los tres héroes tienen la cara de Halle Berry, Patrick Wilson y John Bradley. No hay que tomarse demasiado en serio estas disaster movies (tal su anglicismo) y solo sentarse y esperar que nos salven del, precisamente, desastre inminente. Así, por su liviandad y previsibilidad, son buen material para tardes aburridas. Si lo sabrá uno que ya ha visto 2012, una figurita recurrente de la grilla del cable, tantas veces como para saber que al final el perro se salva y, sin embargo, vivir con la ansiedad de quien es testigo de los últimos días de la humanidad. El cine es así de mágico. Entonces, para una tarde sin siesta y con ganas de matiné, vayan acá seis películas catástrofe que están en el servicio de streaming. Ya que estamos con Emmerich, qué mejor que empezar con su versión del padre (¿o la madre?) de todas las películas de demoliciones, Godzilla, es decir el monstruo marino que suele hacer destrozos en Tokio. Está Matthew Broderick como el científico que intenta explicarlo todo, y unos efectos especiales que hoy parecen prehistóricos pero que son, digamos, simpáticos. Esto es puro noventas. (En NSNOw de Nuevo Siglo y en HBO Max) El papel del científico que nos quiere alertar y nadie lo toma en serio, acá le toca a Paul Giamatti que se percata de que la falla de San Andrés es más grande de lo que se pensaba y que está a punto caramelo para tragarse entera la costa oeste de Estados Unidos. Los músculos los pone Dwayne Johnson, un rescatista de los que pueden salvar un auto de caer de un barranco piloteando un helicóptero. Y encima ocupa sus horas laborales en ir a rescatar a su esposa y a su hija perdidas en una San Francisco hecha una ruina. Un héroe. (Netflix) La culpa la tiene el calentamiento global, claro, pero la humanidad ha estado tan atenta que construyó una barrera de satélites para control el clima. Pero está claro, para que exista la película los aparatos tienen que fallar porque si no, cómo se explican las playas congeladas en Copacabana, por ejemplo. ¿Y ahora quién podrá defendernos? Gerard Butler, que ya salvó a varios presidentes y sobrevivió a otra de las tantas destrucciones de la Casa Blanca. El tipo viene en un transbordador y arregla todo. Gracias. (Netflix y HBO Max). Está filmada como un falso documental hecho con una cámara casera, un recurso que también estaba en Cloverfield que pertenece al subgénero de catástrofes con extraterrestres (como La guerra del mundos de Spielberg). Acá hay una fiesta de fin de año, el liceo está alterado, el director prepara todo y unos nubarrones se aproximan en lo que, según el informativo, sería una alerta roja. Con la tormenta vienen unos cazadores de tornados que están medio locos (¿quién en su sano juicio se va a meter en ese negocio?) mientras el cielo se prepara para un evento único. Dirige y actúan un grupo de don nadies pero, sin pretensiones, hay quienes dicen que se deja ver. (NSNow y HBO Max) Sí, ya sé, la vio todo el mundo. Pero ver a Pierce Brosnan y Linda Hamilton (una especialista en apocalipsis) corriendo de la lava ardiente entre cenizas volcánicas, eso sí que vale, si no toda la película, por lo menos un rato. Es puro noventa (considerada la era de oro del género junto con los 70) y dirige, con la corrección necesaria, el eficaz Roger Donaldson. (Netflix) Es en chiste pero el apocalipsis llega y agarra un montón de estrellas juveniles de Hollywood en una fiesta. Acá están Seth Rogen (que codirige), James Franco, Jonah Hill, Danny McBride, Craig Robinson, Michael Cera y Emma Watson. Es más una comedia alocada que una de catástrofe, pero mueren un montón de caras famosas y cierran con una canción de Backstreet Boys en el paraíso. Y eso sí que, en un mundo catastrófico, es un final feliz. (Netflix)
Crítica Fernán Cisnero Alerta Roja Alerta roja es la prueba de que tener plata no quiere decir nada. Es, por ejemplo, con sus 200 millones de dólares de inversión, la película más cara producida por Netflix, la plataforma que la estrenó ayer. Mucho de ese dinero se lo tiene que haber llevado su elenco que incluye a tres de las estrellas más rentables del mundo: Dwayne Johnson, Ryan Reynolds y Gal Gadot. O sea los mismísimos The Rock, Deadpool y la Mujer Maravilla. Esa clase de plantilla laboral se consigue solo con muchos recursos. Entre las tres carreras suman más de 20.000 millones de dólares en taquilla. RELACIONADAS VideoEstrenos de Netflix en noviembre 2021: películas y series que llegan a la plataforma Pero si aún se debate si el dinero hace o no hace la felicidad, está clarísimo que no hace una buena película. Alerta roja, que no está a la altura de su staff y su presupues,to es una evidencia irrefutable en ese sentido. Aunque la escribió y la dirigió, es difícil ver a Rawson Marshall Thurber como un autor, aunque también escribió y dirigió Dodgeball, la de Vince Vaughn y Ben Stiller enfrentados en un campeonato de manchado. Thurber ya ha trabajado con Johnson en Un espía y medio (donde también estaba Kevin Hart y era una tontería divertida) y en Rascacielos: rescate en las altura, un cine catástrofe que era una tontería lisa y llana. Uno podría preguntarse, ya que estamos y con todo respeto, cuál es la mejor película de Johnson. La única más o menos decente, si se me permite, es Sangre, sudor y gloria, aquella con Mark Wahlberg sobre un par de fisicoculturistas que se meten en un lío grande; la dirigía Michael Bay. Y no se parece en nada a las películas de Johnson, más cercanas a Jumanji o algunas Rápidos y furiosos. En todo caso, Alerta roja está en el pelotón de una filmografía que será pobre en exigencia pero es multimillonaria en taquilla, que es lo que importa. Johnson es el improbable agente del FBI John Hartley, responsable de crear perfiles criminales. Su némesis es el ladrón de obras de arte Nolan Booth, que es todo lo gracioso que se le exige a Reynolds en sus papeles más recientes (y una vez más es de lo mejor de una película). Por esas cosas de la vida se unen en buscar los tres huevos de Cleopatra, un regalo que alguna vez le hizo Marco Antonio y que si se tiene el juego completo, es carísimo. Se unen, además, contra Alfil (Gadot), otra ladrona de guante blanco y elegancia a prueba de situaciones. El alerta roja del título refiera a la máxima categoría de prófugo en el ranking de la Interpol. La aventura los lleva a los tres a Roma, Valencia, El Cairo, Cerdeña, una cárcel rusa y la selva argentina, que aportan escenario a una película de robos, una de expedicionarios, una de fuga de cárceles y una de acción de los 80 que se distribuyen entre las tantas vueltas de tuerca que contienen los apenas 108 minutos de Alerta roja. Va de El caso Thomas Crown a Indiana Jones en un tono de comedia de enredos. Si algo hay que respetarle a la película es su temeridad ante el desafío de combinar todo eso. En ese entorno, las estrellas hacen lo único que se espera de ellas: que trabajen sobre clisé de su figura en las películas. Reynolds es el chistoso, Johnson, el fornido serio que permite que se burlen de su fisonomía; y Gadot, la seductora femme fatale de vestidos caros y patadas voladoras letales. Cada uno, y no es por husmear en bolsillos ajenos, embolsó 20 millones de dólares por hacer más o menos lo mismo de siempre. El conjunto de todas esas cosas funciona como una película de matiné para ver sin pretensiones. Sus estrellas tienen suficiente carisma para mantener la atención, y aunque el guion no se detiene en unir cabos sueltos, quizás se deba a que siempre parece estar pensando en la próxima persecución o pelea. Siempre lejos de las ambiciones de sus referencias pero siempre dispuesta a mostrarlas, Alerta roja tiene escenas que recuerdan a Mentiras verdaderas de James Cameron, las acrobacias de Jackie Chan y hasta a una escena icónica que Quentin Tarantino le robó a algún japonés. Es tanto el sinsentido, sin embargo, que si bien se agradece el espíritu burlón, hay derecho a exigir un poco más que un montón de lugares ya vistos repetidos por estrellas enormes, sí, pero que acá se quedan quietitas en su zona de confort.
CRÍTICA Nicolás Lauber Imagen de la película "Jungle Cruise". Foto: Difusión El cine ha sabido aprovecharse de una buena pareja despareja: ejemplos hay de sobra, porque la fórmula no suele fallar. Dos mundos distintos, con personalidades y motivaciones opuestas que necesariamente tienen que trabajar juntos para lograr sus cometidos han sido el atractivo de aventuras como La joya del Nilo, En busca de la ciudad perdida o Las minas del Rey Salomón. En Jungle Cruise, que ayer se estrenó en cines de todo el mundo y también en Disney Premium Access, eso también está presente. Basándose en una de las atracciones de Disney (así también surgieron La mansión embrujada y la saga Piratas del Caribe), la película tiene todos los ingredientes de una historia de aventuras. Hay una misión peligrosa que lleva a los protagonistas por lugares que parecen imposibles, villanos peligrosos pero que no asustan nada, personajes secundarios que dan una dosis de humor y mucha comedia física. ficha Jungle Cruise [***] DirectorJaume Collet-Serra ConDwayne Johnson, Emily Blunt, Edgar Ramírez, Jake Whitehall, Jesse Plemons. Duración127 minutos Estados Unidos, 2021.
Vea los trailers Algunas de la primeras, y ojalá ciertas, evidencias de que quizás esté pasando lo peor, es que se estrena una película con Dwayne Johnson, la estrella conocida como The Rock. Su última película, Jungle Cruise, es una de las que renueva hoy la renacida cartelera de cines. Basada en una atracción de los parques de Disney, Jungle Cruise es como una remake no oficial y liviana de La reina africana, con Johnson haciendo de Humphrey Bogart y Emily Blunt, de Katharine Hepburn. El es el capitán de una embarcación para turistas en el Amazonas y ella una doctora que busca la cura a todas las enfermedades. Pero entre los pasajeros no todos son tan filantrópicos. Entretenimiento familiar dirigido por el catalán Jaume Collet-Serra, más asociado a algunas de las últimas películas de Liam Neeson y con guion de Glenn Ficarra y John Requa, que mostraron un sentido del humor interesante en Bad Santa. Además de su estreno en cines, en Disney+ se accede a Jungle Cruise a través de Premier Access que requiere un pago único adicional y donde estará disponible por tiempo limitado. Aunque ya está para ver en algunos servicios de streaming (para alquilar en NSNow de Nuevo Siglo, por ejemplo) y El País ya la comentó (resumen: no está mal, cumple con lo que promete), ahora El conjuro 3 se puede ver en pantalla grande. Basada en un caso más o menos real, el matrimonio Warren (Vera Farmiga y Patrick Wilson, los de siempre) van detrás de un caso de posesión diabólica que resiste al más firme de los exorcismos. Produce James Wan que es el dueño de la franquicia y dirige Michael Chaves quien ha dirigido algunos envíos de una saga que incluye subproductos como La monja o Annabelle. Y hay un estreno vinculado a Uruguay, en la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño se exhibe Carroceros, un documental argentino sobre el fanatismo por la adaptación cinematográfica de Esperando la carroza, la obra teatral del uruguayo Jacobo Langsner que se convirtió en película de culto. Dirigida por Denise Urfeig y Mariano Frigerio y con testimonios, entre otros, de Antonio Gasalla y Luis Brandoni, la película intenta explicar la empatía que la película de 1984 sigue generando en los públicos más diversos. Cinemateca Uruguaya también estrena un documental, Delphine y Carol: Insumisas sobre el feminismo parisino en la década de 1970. Dirigida por Callisto McNulty, la película reúne documentos de época (filmados por la actriz Delphine Seyrig y la videoartista Carole Roussopoulos) y testimonios de gente tan relevante como Simone de Beauvoir, Marguerite Duras y Chantal Akerman. Finalmente también en Cinemateca se estrena Sisters, una película búlgara de la directora Svetla Tsotsorkova. Va sobre chica con imaginación poderosa y los problemas que le acarrea.
Estreno Alguien puede encontrar referencias en Jungle Cruise —la película con Dwayne Johnson y Emily Blunt que se estrena en cines y en Disney+ esta semana— de La reina africana, aquella con Humphrey Bogart y Katharine Hepburn. Pero no hay que irse tan lejos: la nueva película de Disney está basada en una atracción de los parques de Disney. El recurso no es nuevo (Piratas del Caribe partió de una montaña rusa y se convirtió en una de las sagas más exitosas de la casa) y le da historia a lo que es un montón de subidas y bajadas. Esta vez las dirige Jaume Collet-Serra, que ha estado detrás de alguna de las de Liam Neeson como justiciero. Johnson, el actor alguna vez conocido como “La Roca”, interpreta esta vez al capitán Frank Wolff quien tiene montado un negocio de transporte fluvial en el Amazonas. Allí llega directo desde Londres, la investigadora Lily Houghton (Blunt) quien busca, altruísticamente, una planta con poderes medicinales que podrían ayudar mucho al mundo.