FABIÁN TISCORNIA
De emplear a más de 30.000 personas pasó a dar trabajo a unas 13.000. De ser uno de los sectores pujantes de la industria pasó a ver como se cierran fábricas. Ese es el proceso que ha sufrido la cadena textil-vestimenta en los últimos 25 años.
"Si para los próximos cinco años hubiésemos tenido una política industrial para el sector, quizás no habría cerrado". La sentencia es de Moisés Mamán, propietario de la hilandería Hisud que cerró a fines del año pasado y es ex presidente de la Asociación de Industrias Textiles del Uruguay (AITU).
"Si el gobierno no toma medidas rápido, se pueden sufrir más problemas en el futuro inmediato", alertó.
El actual presidente de AITU, Norberto Cibils, dijo a El País que hoy el sector tiene problemas de competitividad por "un tipo de cambio bajo, reimplantación del pago de aportes patronales y disminución de la devolución de impuestos a la exportación".
Frente a esta situación, el gobierno electo va a "estudiar" qué se puede hacer desde el Estado para ayudar al sector.
"La intención es aplicar medidas para fortalecer la cadena", adelantó a El País el designado ministro de Industria (y actual subsecretario) Roberto Kreimerman.
La idea es analizar la posibilidad de una ley para el sector textil similar a la que se envió al Parlamento para el caso de la vestimenta que define la trazabilidad de esa industria y da un subsidio por US$ 27,5 millones en siete años.
El actual gobierno dio subsidios a la cadena textil-vestimenta por un total de US$ 15 millones entre 2007 y 2009, además de mejorarle el régimen de prefinanciación de exportaciones; pero no alcanzó.
"No puede subsistir un sector industrial a base de ayudas temporarias. O trabajás y ganás o no sirve", dijo a El País el secretario de la Cámara Industrial de la Vestimenta y director de la empresa Reston, Alberto Was. Reston debió reconvertirse a fines de 2009 (ver nota aparte).
Parece difícil explicar cómo una industria que produce telas para diseñadores como Oscar de la Renta o marcas como Ralph Lauren, Banana Republic y Victoria`s Secret, entre otras, puede haber caído en un abismo.
La cadena estructurada en topistas (lana para tejidos), tejedurías (lana cardada), hilanderías (telas planas) y vestimenta, llegó a dar empleo directo a más de 30.000 personas. Pero hoy da trabajo a poco más de 13.000, de las que se estima que cerca de la mitad están en el sector informal.
Solo el sector textil empleó directamente a 20.000 personas en los 80 y principios de los 90, pero a fin del año pasado quedaban apenas 2.000 puestos de trabajo directo, dijo Cibils. "Había empresas que tenían hasta 1.000 empleados", recordó.
"Una vez, un operario vino y nos dio las gracias. Había trabajado 38 años en la empresa y con ello se compró la casa, pudo darle educación terciaria a sus hijos. Eso es parte del Uruguay que se perdió", contó Mamán de Hisud.
EL AUGE. "Fuimos importadores de tejidos y nos tuvieron que poner un límite en Canadá y Estados Unidos, lo mismo sucedió con la vestimenta en el año 1985 hacia delante porque el sector volaba", recordó Mamán.
El sector supo beneficiarse de un acuerdo multifibras que duró 40 años, un sistema de cuotificación y aranceles que permitía competir bien a esta industria uruguaya. La caída de ese acuerdo en la década del 90 con la consiguiente liberalización del comercio mundial perjudicó al sector.
Mientras otros países lograron acuerdos comerciales con EE.UU. y otros mercados -lo que les permitió ingresar sus textiles y prendas sin aranceles- Uruguay se quedó. "El pecado viene desde mucho tiempo atrás, porque distintos gobiernos no firmaron acuerdos bilaterales y se fueron perdiendo mercados", sentenció Mamán.
El presidente de la AITU coincidió con esa visión. "La posibilidad de firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU. -que Uruguay tuvo en 2006 y finalmente rechazó- era una esperanza pero no se concretó", dijo.
El director de Hisud graficó el problema de no tener un TLC con EE.UU. diciendo: "Perdimos pedidos con empresas que tenían un valor de exportación FOB (sin incluir gastos de fletes y seguros) 10% por encima del nuestro, pero entraban con arancel 0% y nosotros pagamos el 23%. Contra eso no hay nada".
LA CAÍDA. A mediados de los 90 la cadena textil-vestimenta reorientó sus exportaciones a la región: básicamente hacia Argentina, Brasil y México.
"Era una época de oro, con el uno a uno en Argentina (un peso argentino por un dólar) y un dólar a 0,80 reales. Después del 13 de enero de 1999 (cuando Brasil devaluó su moneda) todo cambió", comentó Mamán.
Para ese entonces, varias fábricas emblemáticas como Suitex, Textil La Paz, La Mundial, Campomar y Sudamtex habían cerrado sus puertas.
"La crisis de Brasil se sintió y también la de Argentina", recordó Cibils. Es así que AITU cuenta hoy con alrededor de 20 empresas afiliadas cuando antes eran muchas más.
"Queda una sola textil de hilandería privada (Paylana, la otra es la paraestatal Agolán) y empresas importantes de vestimenta no hay más de cuatro, cuando hemos conocido 20 o 25 hace no tanto tiempo", agregó por su parte Was.
Entre 2006 y 2009 cerraron las textiles Fibratex, Sudamtex (que había sido reabierta en 2005), Dancotex e Hisud. Esta última aún está liquidando mercadería.
Paylana todavía en pie
La única hilandería privada que queda operativa es Paylana (ubicada en el departamento de Paysandú), que actualmente atraviesa dificultades de financiamiento. El gerente general de la empresa, Julián Medina, dijo a El País que les falta capital de trabajo pero que ya hubo conversaciones con el Banco República y "hay buena disposición" para facilitar el crédito. "Nos falta el crédito que teníamos hace un año y medio", previo al recrudecimiento de la crisis global en septiembre de 2008, explicó el gerente.
Reston se reconvirtió al diseño y comercio
Debido a la situación del sector, la fábrica de prendas de vestimenta Reston (una empresa de más de 60 años), debió reconvertirse sobre fines del año pasado.
El director de la firma, Alberto Was, dijo a El País que se decidió dejar de lado la parte industrial y "quedar como una empresa inteligente". Así es que Reston ahora "desarrolla productos, el modelaje y los comercializa" al tiempo que tercerizó la producción, relató el empresario.
"Se produce en talleres externos (a los) que estamos supervisando y enseñando, y algo se importa también", agregó. Reston es una empresa especializada en la confección de trajes (ambos y ternos), chaquetas y pantalones.
Esta reconversión está operativa desde el 1º de enero. En diciembre cerró la parte industrial, y ya había pasado de tener 160 empleados a 120, los que fueron "recolocados" dijo el director de la firma. Actualmente trabajan 15 personas.
"Nos quebró tanta lucha en este país", afirmó Was con un dejo de resignación. "No pudimos hacer frente a la pérdida de competitividad que tuvimos en los últimos años con el peso muy alto (frente al dólar), costos del Estado gruesos y costos de energía (gasoil) y electricidad brutales", explicó.
Was también es secretario de la Cámara Industrial de la Vestimenta, pero debido al achique que se produjo en su firma va a renunciar a ese cargo gremial, ya que entiende que hay otros empresarios más representativos del sector.