Redacción El País
Desde que se retiró de la política -a mediados de 2020- poco se ha sabido del excanciller y exlíder del sector colorado Ciudadanos, Ernesto Talvi. Pero, cada tanto reaparece con algún análisis como investigador senior asociado del Real Instituto Elcano (Madrid, donde vive).
Talvi acaba de coescribir con la gerente del equipo de Consultoría Económica de Grant Thornton Uruguay, Sofía Harguindeguy, un análisis sobre el gobierno de Javier Milei en Argentina. El mismo se titula “Descifrando el laberinto económico de Argentina: subir los precios para bajar la inflación”.
“La economía argentina es un laberinto complejo. Está plagada de distorsiones, controles, precios del dólar de todo tipo y color, hasta blue, una pléyade de instrumentos financieros con nombres en jeroglífico, detracciones a las exportaciones y autorizaciones previas de importación, déficits fiscales y cuasi fiscales, decretos de necesidad y urgencia y leyes ómnibus, una inflación galopante y una economía en recesión”, describieron Talvi y Harguindeguy.
Los autores recordaron que “en los tres meses de mandato del presidente Milei, la inflación escaló 100 puntos hasta el 270% anual y la economía entró en una profunda recesión. Pero las variables financieras evolucionaron de manera muy positiva: se estabilizó el dólar blue, la brecha entre el oficial y el paralelo se desplomó al 30% y las reservas internacionales aumentaron en un 25%. ¿Cómo se explica esta combinación tan atípica: ‘mal en lo económico y bien en lo financiero’?”.
“La llegada de Milei trajo aparejada la eliminación total o parcial las distorsiones de precios: una devaluación del 100% en el tipo de cambio oficial, liberalización de precios controlados y un ajuste sustancial en las tarifas públicas. El efecto de estas medidas sobre el nivel general de precios fue descomunal”, señalaron Talvi y Harguindeguy.
“Semejante shock al nivel de precios produjo una licuación (esto es, una reducción en el valor real) de los pasivos monetarios del Banco Central de la República Argentina (BCRA)”, agregaron.
También se generó “una fuerte licuación fiscal: el gasto primario real se redujo en los primeros dos meses del año en un 33%, en comparación al mismo bimestre del año anterior (según nuestras estimaciones, el 60% de esa reducción fue vía licuación y el resto por medidas discrecionales de contención del crecimiento nominal del gasto público). La licuación fiscal le permitió al gobierno pasar de déficit a superávit en el sector público no financiero y reducir el déficit global (fiscal y cuasifiscal) a menos de la mitad”.
Además “durante el primer bimestre del año las transferencias del gobierno central a las provincias se redujeron en términos reales en un 85% y la inversión pública un 76%”, agregaron.
“Si el análisis empieza por el salto en el nivel de precios co-mo resultado de la devaluación del tipo de cambio oficial y la eliminación de las distorsiones de precios, todas las demás piezas del puzzle encajan perfectamente: empuje inflacionario, iliquidez, tasas de interés de pasivos remunerados a la baja, compra de reservas, dólar blue planchado, ajuste fiscal, recesión”, afirmaron.
Talvi y Harguindeguy dijeron que “la aparente contradicción puede resumirse en una sola frase: subir los precios, para bajar la inflación”.
“Es decir, provocar un salto en el nivel de precios lo suficientemente grande para licuar los pasivos monetarios y el gasto público primario, de manera tal de recomponer el nivel de reservas internacionales y reducir drástica y repentinamente el déficit fiscal (y cuasifiscal) y la necesidad de financiarlo con emisión monetaria e inflación. Un ‘viejo truco’ muy latinoamericano: licuar para ajustar y luego estabilizar”, explicaron.
¿Funcionará?
“Estos ajustes vía licuación no podrán, a nuestro criterio, sostenerse por mucho tiempo. Por un lado, a nivel social, es previsible un aumento de las movilizaciones de protesta destinadas a recuperar al menos parte de poder adquisitivo perdido tanto por los salarios como por las jubilaciones”, señalaron los autores.
“A nivel económico, no es sostenible semejante reducción en la inversión pública sin un deterioro de la infraestructura física. Y a nivel político, la reducción de las transferencias a las provincias amenaza la posibilidad de que los gobernadores provinciales acompañen en el Congreso, en dónde Milei y sus socios de Propuesta Republicana (PRO) están en minoría, parte de la agenda legislativa del gobierno”, concluyeron.
“O quizás esta vez resulte diferente”
¿Qué rol juega la política en los ajustes que viene aplicando el gobierno de Milei? Talvi y Hargindeguy aseguraron que “la suerte del plan de estabilización del gobierno se juega en la agenda legislativa”.
“Esa agenda, contenida en buena parte en la llamada ‘Ley Ómnibus’ y en un Decreto de Necesidad y Urgencia, busca entre otros objetivos consolidar con medidas de fondo, para las que se requieren mayorías políticas que las avalen, un ajuste fiscal que hasta ahora fue realizado por vía de la licuación. Además de facilitar un acuerdo con el FMI que asegure las reservas internacionales necesarias para eliminar las trabas y unificar el mercado cambiario”, afirmaron.
“La Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, comúnmente referida como la ‘Ley Ómnibus’, y el DNU constituyen los pilares de una ambiciosa agenda de reformas promovida por el gobierno del presidente Milei”, agregaron.
“Sin apoyo político para concretar estas reformas fiscales y alcanzar un acuerdo con el FMI que aporte fondos frescos y en la medida que los efectos de la licuación se irán disipando por las presiones sociales, económicas y políticas, Argentina corre el riesgo de volver, más temprano que tarde, a la dinámica que trajo al país hasta aquí. Y que resultó en la elección del presidente Milei. O quizás, esta vez sea diferente”, finalizaron.
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