EMILIO CAZALA
Nos referíamos la semana pasada a unos 78 terrenos sobre la bahía de Montevideo en una extensión que iba desde el Arroyo Seco, donde se instaló la compañía tranviaria alemana hasta el Cerro —Punta de Lobos o Piedras Blancas— donde se construyó el conocido Dique Cibils, área que mas bien era conocida por Rincón del Rey. En su origen casi todas esas tierras que bordean la bahía habían sido concedidas por el Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata al Brigadier General Don Francisco Xavier de Viana en 1814 en recompensa a sus servicios prestados a la causa de la Independencia Nacional y Americana y años más tarde, allá por el 1833, sus descendientes las parcelaron y delimitaron con precisión y luego fueron vendidas incluso por el propio gobierno uruguayo a inversionistas privados locales y extranjeros.
Fueron propietarios de estas tierras, importantes personalidades sociales de la época, empresarios y casas comerciales extranjeras que aquéllos y éstos invirtieron en el Uruguay y esas tierras que estaban en contacto con las aguas de la bahía eran privilegiadas e ideales para la instalación de muelles obviamente en negocios que tuvieran relación con carga y descarga de productos en operaciones de importación y exportación. Actuaron como escribanos en los actos de escritura Francisco D. Araucho, Tomás de Tezanos, importantes personajes públicos como Francisco A. Vidal y Joaquín Suárez, vean Uds., designados por el gobierno para actuar como tasadores en el valor de los terrenos ubicados en el Cerro. Hubo terrenos propiedad de Emilio Reus comprados a Juan B. Capurro, que cuando quebraron sus empresas y negocios varios de estos terrenos fueron adjudicados al Banco Hipotecario del Uruguay por pago de deudas al Banco de la República. Los Pérez Montero fueron propietarios de algunos solares, los Lussich, Juan V. Calcagno, muchos ingleses residentes en su pais o sus viudas los Real de Azúa, los Salvañach, Agustín Guarch, Herran, Casaravilla, Duran y Vidal, Senen Rodríguez, Hoffman, los Cibils, los Aguirre, el Saladero de Antonio Serratosa, etc.
Para comenzar digamos que el primero de los terrenos fue vendido a la compañía alemana tranviaria de Montevideo para instalar su usina (La Transatlántica) en un solar que da sobre la bahía a la altura de la calle San Fructuoso con su correspondiente muelle para atracar las barcazas con el carbón y el otro, en el extremo de la bahía, de 43 hectáreas, fue concedido a unos inversionistas ingleses para construir lo que hoy conocemos como el Dique Nacional.
Ignoramos la actual propiedad de esas tierras o solares que circundan el dique ya que nuestra información la obtuvimos de archivos de la Nación y del libro de Lerena hasta 1916 de manera que en lo que va de nuestro siglo todo eso cambio excepto algunas situaciones que desconocemos pero aun así creemos que ya no le pertenecen esas 43 hectáreas. No vamos a entrar en las querellas judiciales que se suscitaron con algunas adjudicaciones sobre todo en terrenos submarinos y en construcción de muelles privados porque el propósito de esta nota es solamente descriptivo y recordar hechos históricos de estos solares que mas bien habría que llamarlas "tierras de las viudas" porque en las consultas que hicimos la mayoría de esas propiedades pertenecían por herencia a las viudas de sus propietarios que habían fallecido por el 1900. No obstante nos vamos a referir a un solo caso aparentemente ilegal que fue la venta de un islote ubicado en la desembocadura del arroyo Pantanoso si éste existe. El gobierno vendió el islote a un tal Manuel Puyrredon que la compró y escrituró, pero Lerena dice que esa tierra salió del dominio fiscal sin autorización legislativa. Y aun así le faltó el requisito del remate público para sintetizar el concepto, según hemos leído. En 1910 esta tierra ya pertenecía al Banco Territorial del Uruguay y hoy no existe más ese Banco y creemos que la isla fue abandonada. Pero hay todo un expediente sobre la venta de este islote.
Otra novedad fue que una ordenanza municipal de 7 de octubre de 1907 hizo retirar las barracas de Depósitos de carbón instaladas sobre la bahía en la propia Ciudad Vieja por los perjuicios y molestias que el polvo de este producto ocasionaba a las industrias, comercio y población de Montevideo. Estas barracas podrán —decía el decreto municipal— establecerse sobre la bahía a partir de la Usina Eléctrica de la Cía. Alemana La Transatlántica. Recordamos que en 1948 la ANP quería instalar una barraca de carbón en la actual Terminal de Contenedores TCP.
PROTOCOLOS. Hemos leído los protocolos de algunas escrituras del siglo XIX y por cierto sus textos son muy llamativos. Por ejemplo una de ellas dice: "Y declaramos en nombre de Su Majestad que su real derecho y posesión a dichas tierras recaído legítimamente por la expulsión de dichos regulares en su soberano dominio lo traspasamos y permutamos a dicho Don Marcos Perez sus herederos y sucesores y desapoderamos, desistimos y apartamos del derecho de Su Majestad a dichas tierras, toda acción, propiedad, señorío, posesión, título, voz de recurso, y otro cualesquiera derecho que pertenezca o pueda pertenecer a Su Majestad, cediéndolo, renunciéndolo y traspasándolo todo en el expresado comprador Marcos Perez y en quien sucediese en su derecho para que como cosa propia suya la posea, goce, cambie, enajene a su voluntad, como dueño absoluto sin dependencia alguna y en nombre de Su Majestad (que Dios guarde) para que por su autoridad, o judicialmente entre en dichas tierras, tome y aprehenda la posesión y tenencia de ellas".
PRIMERA PROPIEDAD. La primera de las tierras de la bahía de Montevideo enajenadas a Xavier de Viana comienza en la Usina de la Transatlántica: La sociedad The Uruguay States Company Limited vende en junio de 1893 un solar de 9.314 metros a la Sociedad Tranvía al Paso del Molino y Cerro representada por Don Francisco A. Lanza y Don Werner Quincke por 17 mil libras esterlinas oro, propiedad conocida por los antiguos Corrales del Abasto situada en la Playa de la Aguada a inmediaciones del Arroyo Seco. Esas tierras venían de Mallman y Cia y antes de Luis Lerena Lenguas, y antes de Gervasio Perez, Valdemar Hansen, etc.
PROPIEDAD DEL FERROCARRIL. Los Prudencio Ellauri y Jose E. Ellauri venden al ferrocarril tres solares con un total de 7.400 metros que dan sobre la bahía de Montevideo entre la calle Progreso y Caridad y la Rambla Sud América donde había estado antes el Saladero Maza, y que venía de Gaspar Latorre quien lo había adquirido del Superior Gobierno en 1841 y antes de Xavier de Viana en 1814.
TIERRAS DE LUSSICH. Es interesante descubrir que la antigua y conocida empresa de remolcadores y salvamentos de los hermanos Lussich tuvo un importante lote de tierras sobre la misma bahía en el llamado Pueblo Victoria y cuyo vecino era la Empresa Constructora del Puerto, todo lo cual ahora son en parte tierras propiedad de la Ancap. El origen de este título es de 1887 en cuya fecha Felipe Lussich e hijos adquirieron de Francisco Piria un solar de 72.500 metros cuadrados. Dos años después muere Felipe y hereda su viuda y sus hijos Antonio D., Jose B., Manuel y Enrique B. Lussich. Años más tarde se disuelve la sociedad y todo se traspasa a la nueva razón social "Antonio D. y Manuel Lussich". Piria había comprado la propiedad a la Sociedad de Mandatos, Préstamos y Agencias del Río de la Plata que quebró, ésta se la compró al Banco Mercantil del Río de la Plata, quien se la compró a Lanús y éste a su vez a Samuel Lafone, antes al Banco Mauá que también quebró, éste a Francisco Juanicó y Areta de Cavaillon, ya estamos en 1841 y éstos a Francisco J. Muñoz el 25 de junio de 1823. Esos terrenos habían sido antes chacras que fueron residencias de la compañía de Jesús.
CONSTRUCTORA DEL PUERTO. Se trata de 26 hectáreas linderas con el solar de los Lussich donde se levantó el obrador de la Teja porque ahí estaba la cantera que iba a suministrar el granito para la construcción del puerto de Montevideo. Ese predio era el viejo Saladero de la Teja con muelles de madera y ahora esa cantera que se había ahondado a unos 60 metros de profundidad es un inmenso y hasta hermoso lago en dominios de la Ancap aunque tenemos entendido que hasta no hace muchos meses era propiedad de la Administración Nacional de Puertos. Estas tierras fueron compradas en diciembre de 1899 por la Empresa Constructora del Puerto a Don Aurelio Berro y descendientes de Federico Dajas y fue representante del don Aurelio Berro en la escritura el Dr. Alfredo Vázquez Acevedo. Estos se la habían comprado a una sociedad llamada La Teja representada por Pedro Sáenz de Zumarán y Don Juan M. Castells. Estos a Juan Ramón Gómez, en 1866 al Banco Mauá y Cia, antes a Samuel Lafone, a Miguel Pelagay, a Manuel Sanez de Cámara en 1750 y esto termina en las chacras de la compañía de Jesús. O sea que estas tierras aparentemente no estaban incluidas en la gracia otorgada a Xavier de Viana.
LA ISLETA DEL PANTANOSO. En la barra del arroyo Pantanoso o sea en su desembocadura existe un islote de 14 mil metros cuadrados que nunca he visto, y que en mayo de 1913 fue adquirida por el Banco Territorial del Uruguay que lo había comprado del Banco Hipotecario y este la recibió seguramente en pago de deudas de la quiebra de la compañía Nacional de Créditos y Obras Públicas y ésta de Francisco Piria, éste del Banco Mercantil del Río de la Plata, de Anacarsis Lanús, a su vez de Samuel Lafone en 1840. Pero esta isla o islote es toda una historia extraña. En 1840 un señor Manuel Pueyrredon pidió al Superior Gobierno se le concediera la isla y en cierta parte del petitorio dice: "Este punto que hoy está batido por las aguas, que en cada creciente es cubierta por ellas bajo un plan que el exponente se ha propuesto, dejará de ser una roca inhabitada y estéril y ofrecerá un lugar de amparo a los que transitan los peligrosos arroyos que la circundan. Entonces la sensibilidad nacional dejará de ser afectada con la triste relación de hombres que han sido sepultados por las ondas en aquellos parajes inhospitalarios. La isla que el exponente solicita será pues un sitio poblado por seres humanos, útil beneficio, cuando hoy sólo hacen morada en él las aves montaraces". El solicitante alega como méritos "haber prestado grandes servicios a la Independencia de esta República". Por la isla pagó 431 pesos y su superficie es de unos 15 mil metros cuadrados que cuando crece el mar desaparecen de la vista en parte.