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El futuro laboral será híbrido

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El factor humano es “irremplazable y será cada vez más relevante” en el mundo del trabajo, más allá del desarrollo de tecnologías más potentes. Foto: Shutterstock

TALENTOS 

Tres expertos expusieron su visión sobre el impacto de la tecnología en el trabajo.

El futuro del trabajo interpela a gobiernos, academia, empresas y fuerza laboral sobre cómo el avance de la tecnología está simplificando procesos y tareas repetitivos en la cadena de producción, pero con un costo: la eliminación de puestos de trabajo que quedan obsoletos por estas innovaciones o disrupciones.

Sin embargo, la amenaza tecnológica que se cierne sobre el trabajo humano encuentra un límite en las cualidades únicas e intransferibles de las personas como la empatía, la creatividad o la adaptabilidad, entre otras.

El futuro, entonces, será híbrido, según coincidieron Ignacio Munyo, director ejecutivo de Ceres, Macarena Botta, cofundadora de la startup Brava, y Fernando Brum, consultor internacional del BID y Banco Mundial, durante el panel “El futuro del trabajo”, actividad organizada por la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE).

“El futuro es híbrido, no es pura máquina, ni tampoco es volver para atrás y dejar de usar la tecnología”, sentenció Brum, una idea con la que tanto Munyo como Botta coincidieron.

El director ejecutivo de Ceres y coautor del libro La revolución de los humanos -en el que aborda esta temática-, se mostró “optimista” sobre el impacto que esta revolución tecnológica está trayendo al mundo del trabajo, ya que permite que “las personas hagan aquello para lo que están más preparadas y deja a las máquinas para hacer lo que es automático, rutinario y fácilmente repetible”. Bajo esa lógica, “lo que se puede automatizar, se tiene que automatizar”, recalcó Munyo y agregó que lo que no es sustituible por los robots es “lo esencialmente humano” como la creatividad o la empatía.

Botta destacó que “el futuro pone a las personas en el centro” y busca que puedan desarrollar esas habilidades. Pero, a partir de esa realidad, surge un nuevo desafío: cómo hacer para que las personas que tenían trabajos que fueron automatizados pueden reconvertirse y agregar ese tipo de valor.

Munyo dijo que le preocupa que el sistema educativo no prepare a las personas para potenciar sus “habilidades blandas”, y anticipó que sectores de servicios como el turismo o el entretenimiento van a contratar a personas que se han quedado afuera de otras actividades por la automatización y la digitalización, pero que cuentan con esas cualidades diferenciales.

"Siempre habrá trabajo para el que pueda aportar algo diferente al automatismo", aseguró Munyo. Citó como ejemplo la figura del mozo, que en Japón está siendo reemplazado por robots, aunque matizó que sí ese trabajador demuestra empatía con el cliente "la gente está dispuesta a pagarlo".

Diversidad en el debe

Las habilidades blandas reflejan su importancia en la gestión de equipos. Brum explicó que la empatía es lo que ha ayudado a que las herramientas tecnológicas sean cada vez más accesibles en su uso para las personas.

“Tener una tecnología amable pasa también por tener habilidades blandas adentro de los equipos que hacen tecnología, y pasa sobre todo por tener diversidad", apuntó el consultor.

Es bueno que un grupo de trabajo se enriquezca con diferentes puntos de vista porque "el nivel de sofisticación que se está alcanzando en productos y servicios es muy alto, entonces la diversidad es un valor y agrega valor", comentó Brum.

Al respecto, Botta indicó que la diversidad y la equidad son una materia pendiente, por ejemplo, a nivel del liderazgo en las empresas.

"En la región solo entre el 2% y el 5% de las empresas tienen CEO mujeres, cuando en Uruguay el 70% de los egresados de maestrías son mujeres", comentó la emprendedora. Las mujeres tienen más años de formación que sus colegas hombres, pero aún así no llegan a puestos de dirección, esgrimió.

También recordó que las mujeres se han visto especialmente afectadas durante la pandemia de coronavirus al tener que equilibrar sus responsabilidades laborales a través del teletrabajo con el acompañamiento de sus hijos, y también la carga de trabajo no remunerado.

Según Botta, de cara al futuro del trabajo las empresas y sus líderes deberían reflexionar sobre “qué podemos hacer desde nuestros lugares, nuestras experiencias y redes de contacto, para generar oportunidades no solo para las mujeres sino para todas esas personas que van terminar después de esta revolución -y ni hablar luego de la pandemia- en una situación de desventaja".

Sobre ese punto, Munyo reclamó un rol activo del Estado en la implementación de políticas públicas que impulsen la recapacitación laboral. Esa necesidad abarca muchas veces a personas que deben reinventarse luego de 25 o 30 años de trabajo.

Para el director ejecutivo de Ceres, la reconversión no depende de la educación formal sino de desarrollar la capacidad para “poder resolver problemas, tener habilidades diferentes que van a tener un valor en el mercado".

La perspectiva no es apocalíptica. Botta opinó que la digitalización y la tendencia al trabajo independiente representan una oportunidad para que las personas puedan postularse a empleos en cualquier parte del mundo. Ese fenómeno tiene un doble efecto: por un lado, eleva el desafío de la retención del talento, dijo Botta. Por otro, las empresas se esforzarán en mejorar las condiciones laborales, acotó Munyo.

Regulados

La pandemia de coronavirus obligó a las empresas a adoptar el teletrabajo. Pero esto provocó algunas consecuencias en la salud mental, el bienestar y la productividad de las personas. “Hay desafíos con respecto al teletrabajo, por ejemplo, cómo lo regulamos, porque las fronteras entre lo personal y lo profesional se desdibujan mucho", consideró Botta.

La idea de aplicar regulaciones a la tecnología y sus derivaciones reflejó matices entre los expertos.

A Munyo le “asusta mucho” regular el teletrabajo, porque el esquema laboral será híbrido. “No se puede regular el teletrabajo cuando no va a haber teletrabajadores sino trabajadores que una parte de la semana van a trabajar en su casa o donde quieran y otra parte en la oficina. Entonces, tendrías que tener dos regulaciones según el día de la semana que elige cada trabajador”, planteó.

Brum sostuvo que el teletrabajo podrá existir en tanto las organizaciones se concentren en medir los resultados del trabajo y no las horas que las personas le dedicaron.

En una visión más general, cree que “la regulación siempre va a ir atrás de la tecnología y del futuro, entonces la mejor regulación es hacer la vista gorda”. Brum está convencido de que si se plantea hacer “la mejor regulación del mundo, vamos a hacer una regulación horrible”. “Estamos en una época de cambios tan rápidos que tratar de hacer el mapa de la ruta (a seguir) y el plan a cinco años es lo peor que podemos hacer. Nos tenemos que mover con los valores, con la visión, con una brújula para saber hacia dónde vamos, pero con mapas no”, arguyó.

Botta sumó la idea de propósito. “Tenemos que enseñar a las personas a aprender y adaptarse y entender por qué trabajo y para qué. En la medida que el liderazgo y los equipos entiendan cuál es el engranaje que esa persona aporta es más fácil entender”. A su vez, el líder debe preocuparse por saber qué le pasa a su equipo, qué necesita, qué pasa en sus casas, agregó.

La conclusión es que “lo humano es irremplazable y cada vez mas relevante", cerró Botta.

Fernando Brum, presidente de la ANII. Foto. Marcelo Bonjour

Fernando Brum

“Estamos en una época de cambios tan rápidos que tratar de hacer el mapa de la ruta y planes a cinco años es lo peor que podemos hacer. Nos tenemos que mover con los valores, con la brújula, para saber a dónde vamos, pero con mapas no”.

Macarena Botta, Mapfre

Macarena Botta

“Tenemos que pensar qué podemos hacer desde nuestros lugares, nuestras experiencias y redes de contacto, para generar oportunidades para las mujeres y todas las personas que terminarán en desventaja después de esta revolución”.

Ignacio Munyo. Foto: Leonardo Mainé

Ignacio Munyo

“Esta revolución es positiva en el sentido que hace que las personas realicen aquello para lo que están más preparadas y deja a las máquinas lo que es automático y repetible. El foco está en ser optimistas. Obviamente, esto es una transición”.

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