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El difícil acceso de la mujer a cargos ejecutivos y la cuota

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Varios países impusieron la obligatoriedad; así es la situación en Uruguay.

Desde hace más de una década, algunos países en Europa —con Noruega como pionero, al que luego se sumaron Islandia, Francia, España y Alemania— comenzaron a incorporar cuotas obligatorias para la inclusión de mujeres en cargos directivos tanto en empresas públicas como privadas, con multas por incumplir la normativa.

Un artículo del Foro Económico Mundial donde opina el director general de una de las mayores empresas de búsqueda de ejecutivos de Europa, concluye que la política "parece estar funcionando". En efecto, en 2007 los miembros mujeres de las juntas directivas de las principales empresas del viejo continente llegaban al 11% y actualmente ascienden al 23%.

La situación en Uruguay, según datos brindados a El País por el director nacional de Empleo, Eduardo Pereyra, marca que hay unas 13.500 mujeres en cargos ejecutivos, legislativos y directivos (1,8% del total de ocupadas).

"Si bien en términos históricos hemos avanzando en la participación de mujeres en el mercado de trabajo y en el acceso a ese tipo de cargos, seguimos notando que hay notables diferencias (de género)", analizó Pereyra.

Una visión similar aportan los responsables de la captación de recursos humanos de las consultoras. "Si pensamos en la mayoría de las empresas que uno conoce, son muy pocas las que aparecen figuras femeninas en sus gerencias generales, es un cargo normalmente ocupado por el género masculino", opinó la gerenta del área de consultoría en gestión humana de PwC, Geraldine Delfino.

Mientras que Gonzalo Icasuriaga, socio de CPA Ferrere y responsable de la consultoría en capital humano, manifestó a El País que "la presencia de mujeres en directorios, gerencias generales y gerencias de área o departamento, es claramente minoritaria, salvo algunas excepciones en negocios o sectores específicos".

Aunque también hay consenso sobre que hubo mejoras en los últimos años. Según Icasuriaga "empieza a visualizarse un cambio de tendencia" con representantes del género femenino que presiden empresas públicas o firmas privadas gerenciadas por mujeres. También destacó la mayor participación en cargos de dirección en el sector de servicios.

Para la gerenta general de Manpower, Inés Arrospide, las empresas uruguayas "están tomando cartas en el asunto" de las desigualdades de género y "tratando de revertir" la situación. Icasuriaga expresó que muchas compañías "se sienten en falta y están previendo corregir gradualmente la situación en los próximos años a través de sus planes de sucesión gerencial".

En tanto, el director de Empleo entiende que estos avances pueden explicarse porque actualmente "las mujeres están más capacitadas que los hombres" en muchos rubros (ver aparte), pero también a que los temas de género "han cobrado una mayor sensibilidad" entre la población.

Desigualdad.

De acuerdo a datos de la consultora Manpower, en la actualidad las mujeres representan más del 50% de la fuerza laboral pero en puestos de alta gerencia son menos del 25% del total.

Estas cifras demuestran que "existe una inequidad (de género) a nivel salarial", señaló Arrospide y subrayó que en Uruguay "a igualdad de condiciones los hombres perciben una remuneración mayor que las mujeres".

Según la gerenta general de Manpower, las diferencias salariales entre hombres y mujeres no están asociadas al nivel de responsabilidad, sino al "tipo de tarea a realizar y la industria en la cual se trabaja".

También Delfino manifestó que para el nivel de calificación que logra el sector femenino, acceden a pocos cargos de relevancia en comparación con los hombres. "No están equiparadas las oportunidades", resaltó.

Pereyra reconoce que hay "inequidades y desigualdades" en el actual esquema laboral, lo que lleva a "seguir trabajando" mediante políticas públicas para combatirlas.

Sostuvo que el Estado "puede y debe incidir" en el mercado de trabajo para lograr una equiparación de oportunidades.

Cuotas.

El artículo del Foro Económico Mundial detalla que la política de Europa de imponer cuotas para la llegada de mujeres a cargos de alta responsabilidad busca generar un nuevo mapa social y que esos cambios se propaguen en la economía.

El director de Empleo explicó que la imposición de cuotas de género en las empresas "no es un tema que esté ni haya estado en la mesa de discusión" en nuestro país. Pero aseguró conocer las experiencias internacionales en la materia y entiende que "es una idea que no hay que descartar".

Además, señaló que la idea "es interesante" y podría incorporarse a los diálogos a nivel tripartitos que realiza el Ministerio de Trabajo.

Pese a ello, reafirmó que la política del gobierno es impulsar "acciones afirmativas" en especial vinculadas a la capacitación laboral y la concientización de las empresas sobre el rol de la mujer, aunque admite que hay "muchas dificultades" para alcanzar las metas. Atribuyó los problemas a que la desigualdad "es un fenómeno de raíces culturales".

Respecto a la cuotificación en los cargos de alta gerencia empresarial, Icasuriaga expresó que prefiere pensar "la cuota más como un objetivo a perseguir, que como una imposición que pueda dejar en un segundo plano las competencias para el cargo".

Mientras que Arrospide indicó que no comparte la imposición de cuotas obligatorias sino que se debe cambiar "la mentalidad de las personas que ocupan puestos de responsabilidad, que son los verdaderos agentes de cambio".

Misma línea de pensamiento que la planteada por Delfino, para quien es necesario "empezar a generar un cambio de cabeza a nivel país y mirar a los países de primer mundo".

Confianza en la capacitación femenina y el desarrollo de "otras habilidades".

La principal crítica que surgió a la política de cuotas de género en los cargos directivos de empresas que implantó Europa, fue que las mujeres llegaban antes de tiempo a ocupar las gerencias sin tener la experiencia suficiente. Otro cuestionamiento apuntaba a que las compañías centraban su búsqueda siempre en la misma porción de mujeres por temas de calificación.

Pero, los responsables del mercado europeo también ven en esos inconvenientes una oportunidad para mejorar la capacitación y hallar "a la próxima generación de mujeres líderes". Por eso las principales consultoras de empleo de Europa comenzaron a perfeccionar la selección de mujeres y trabajar con las compañías para desarrollar el talento femenino.

Ante la eventualidad de trasladar el sistema aplicado en Europa a Uruguay, la calificación del género femenino "no sería un tema a objetar", indicó el director nacional de Empleo, Eduardo Pereyra. Una opinión similar tiene la gerenta general de Manpower, Inés Arrospide, quien analizó que "las mujeres en la actualidad acceden a los mismos niveles de formación que los hombres".

En la misma línea, la gerenta del área de consultoría en gestión humana de PwC, Geraldine Delfino, destacó que "hoy las mujeres se preparan, hacen posgrados y maestrías". Añadió que para "determinadas organizaciones" resulta favorable la presencia de representantes femeninas en altos cargos porque "desarrollan otras habilidades" en comparación a los hombres, especialmente vinculadas con su rol en el hogar y en el cuidado de la familia.

Similar es la visión del responsable de la consultoría en capital humano de CPA Ferrere, Gonzalo Icasuriaga, para quien las empresas están teniendo "una mayor toma de conciencia sobre la importancia y conveniencia de contar con equipos directivos y gerenciales más equilibrados". Asimismo, sostuvo que muchas compañías entienden "a la diversidad como "un valor y un activo a desarrollar en las estrategias de capital humano".

Delfino apuntó que habitualmente los comentarios negativos para la contratación de mujeres en puestos de importancia tienen "un tinte machista" y no apuntan al nivel de capacitación. Explicó que se menciona el tiempo perdido en actividades relacionadas al cuidado de los hijos, que debieran ser compartidas por ambos padres.

Para la gerenta de gestión humana de PwC, resulta imprescindible "avanzar mucho más" en la igualdad entre hombres y mujeres a nivel social, para luego ver reflejado esos resultados en la incursión del sector femenino en los altos cargos empresariales.

En opinión de Arrospide, para cambiar el escenario son necesarias "nuevas políticas y programas (del Estado), pero por sobre todo un cambio en la cultura de las empresas".

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