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"Mi consejo para Uruguay es que profundice su integración en esta región", señala economista de Naciones Unidas

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Globo terráqueo y varias monedas. Foto: Shutterstock.

INFORME

Economías crecerán muy poco, lo que significa franco retroceso, advierte Unctad.

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Una economía fracturada, amenazada y oscurecida por factores perversos internos y externos a los países. Ese es el diagnóstico sobre América Latina y el Caribe que dio el economista Alex Izurrieta, representante de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), en un webinar, basado en el más reciente informe de la organización.

Pese a la conclusión desalentadora la Unctad propone líneas de acción para salir de esta situación, lo que también tiene un velo de duda sobre si serán o no implementadas.

El organismo plantea que la economía mundial y regional viene saliendo de la pandemia, pero en forma tremendamente ralentizada. Se proyecta que el crecimiento mundial será del 2,5% en 2022 y se enlentecerá al 2,2% en 2023. Esto representaría una pérdida acumulada de más de US$ 17.000 millones, cerca del 20% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.

La economía de América Latina y el Caribe, que llegó a un crecimiento de 6,6% (por el efecto rebote de la pandemia), solo crecerá 2,2% este año y 1,1% en 2023.

Según el informe, las subidas de las tasas de interés y el endurecimiento de la política fiscal en las economías más desarrolladas (sumado al impacto de la guerra en Ucrania y el aumento en el precio de los commodities, entre otros factores) ya han convertido la desaceleración mundial en retroceso, lo que afecta especialmente a los países en vías de desarrollo.

La desaceleración económica será la gran piedra en el camino como mínimo el próximo año y, según advierte Izurrieta, “un crecimiento bajo es como tener una recesión”.

Aunque los países de esta región, en su mayoría, no están sufriendo necesariamente recesión, corren ese riesgo, como Argentina, debido a la intensidad de conflictos en prácticamente todos sus frentes.

La desaceleración mundial está provocada por los ajustes de políticas económicas y escaso apoyo financiero, que dejan a muchos países expuestos a una cadena de crisis a nivel de deuda, salud y cambio climático que hace estragos económicos, fundamentalmente a los más vulnerables en términos ambientales.

Banco centrales

Entre los factores que ensombrecen a América Latina y el Caribe está la presión inflacionaria (especialmente alta), la falta de inversión y la caída del salario real (que se ha profundizado tremendamente en los últimos tiempos, profundizando la desigual social).

“Los bancos centrales no lograron alcanzar sus metas de inflación, ni generar un crecimiento económico robusto. Cualquier creencia de que serán capaces de bajar los precios confiando en unos tipos de interés más altos sin generar recesión, es una apuesta imprudente”, dijo Izurrieta.

A su entender, los problemas de las economías modernas no se resuelven con políticas monetarias como con frecuencia se pretende.

“Esas políticas tienen un papel importante, pero limitado”, afirmó. Y agregó que los bancos centrales no han sido capaces de diferenciar cuándo se requiere una política monetaria y cuándo una política crediticia, además de tender a reproducir modelos tradicionales de “soluciones” (que terminan no siendo tales), sin plantearse tampoco el rol de los bancos de desarrollo adecuadamente.

El desplome de las monedas ha sido alarmante. Se calcula que los países en desarrollo ya han gastado US$ 379.000 millones de sus reservas para defender sus monedas este año, casi el doble de la cantidad de nuevos Derechos Especiales de Giro (DEG) que les ha asignado recientemente el FMI.

Encima, han sufrido un impacto significativo por la fuga de capitales.

Propuestas

El informe recomienda un programa de reformas en las economías en desarrollo para impulsar la inversión productiva y limitar los movimientos de capital que buscan aprovechar las lagunas fiscales.

Izurrieta plantea que los países de esta región deberían coordinar esfuerzos conjuntos a través de organizaciones regionales, pero convocando también a los países de las economías más desarrolladas. Es decir, no trabajar solos, sino con el anclaje en los recursos y conocimientos de las potencias. “Hay problemas que no se pueden resolver sin los países más desarrollados”, dijo Izurrieta.

Profundizar las relaciones comerciales entre los países de esta región también crearía presión para que los países más industrializados ofrezcan más facilidades.

Asimismo consideró que la coordinación intrarregión activaría mecanismos de financiamiento más solidarios.

La transferencia de tecnología para enfrentar el cambio climático (estamos cerca de un “punto de no retorno” a ese nivel, dice la Unctad) debería venir cuanto antes de los países más desarrollados, ya sea por invitación o ejerciendo cierta presión. “Si no, el futuro será sombrío para todos, para ellos también”, afirmó Izurrieta.

La Unctad insta asimismo a que se adopte una estrategia más pragmática que emplee controles estratégicos de precios, impuestos a las ganancias extraordinarias y una regulación más estricta de la especulación en productos básicos.

Los pros y contras de Uruguay

Alex Izurrieta, economista senior de la Unctad, consideró (ante un pregunta de El País) que Uruguay es un país bastante abierto al mundo, pero aún con mucha dependencia de Argentina y Brasil. Destacó fundamentalmente el avance que el país ha tenido en alternativas tecnológicas, en especial en materia de software, desarrollo financiero y políticas sociales.

A su criterio, Uruguay apuesta a crecer con sus exportaciones, pero advirtió que también ya existe acá un mercado interno interesante (a pesar de ser un país pequeño). En tal sentido, planteó que “Uruguay podría crecer también en base a su demanda interna, no solo con exportaciones”. Esto sería posible debido principalmente al crecimiento de su estabilidad social interna de las últimas dos décadas, entre otros factores.

Consultado por El País sobre el corsé que significa el Mercosur para Uruguay, afirmó que la Unctad está a favor de las alianzas, aunque reconoció que se requieren mejores coordinaciones para que no fallen. “Es muy difícil coordinarse con países grandes como Brasil y Argentina”, afirmó. “Mi consejo para Uruguay es que profundice su integración en esta región, para que, desde esta plataforma pueda establecer relaciones más firmes con países avanzados. Según la Unctad, no es fácil coordinarse con “paradigmas políticos no homogéneos” (como Argentina y Brasil), pero eso no tendría que ir en detrimento de la razón de ser de las alianzas, más que necesarias en esta situación internacional, en la que se requiere un frente más unido para negociar o acceder a transferencias de recursos y conocimientos de las economías más avanzadas.

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