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Hace falta diálogo entre lo humano y lo técnico para el éxito empresarial

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Hombre-máquina. (Foto: Shutterstock)

ANÁLISIS

Ser transversal es clave para abordar el envejecimiento

Hombre-máquina. (Foto: Shutterstock)
Hombre-máquina. (Foto: Shutterstock)

Dos retos clave que las sociedades tendrán que afrontar en el siglo XXI son el envejecimiento poblacional y el creciente desarrollo tecnológico. Recientes investigaciones y desarrollos teóricos en Norteamérica y Europa han señalado que los ámbitos del curso vital, por un lado —campo de las ciencias sociales—, y el de la tecnología, por otro —campo de ingenieros y diseñadores— se han caracterizado por una desconexión.

Si bien los ingenieros y diseñadores de tecnología se han enfocado en el impacto que los sistemas, aparatos y dispositivos que desarrollan tendrán en los potenciales usuarios, lo han hecho desde una perspectiva intervencionista, es decir, pensando las formas en que las tecnologías que diseñan impactan en las personas.

El problema es que este enfoque intervencionista ve a las tecnologías como factores externos cuyos usos y significados son propios del aparato, ignorando que el mundo material adquiere su significado dentro de las rutinas y la vida diaria de las personas. En este sentido, no ha existido demasiado diálogo con científicos sociales, que son quienes se han dedicado a estudiar temas como la vida de las personas mayores, el ciclo vital, o las construcciones y normas sociales del envejecimiento.

Esta separación entre lo humano y lo técnico ha impedido una adecuada comprensión del envejecimiento y la tecnología. El hecho es que las tecnologías diseñadas para las personas mayores están constituidas por ideas, prenociones y estereotipos sobre lo que es ser una persona mayor, al mismo tiempo que el envejecer está inevitablemente constituido con tecnologías.

Ejemplo de esto son los distintos aparatos que usualmente se asocian con una persona mayor, como los dispositivos auditivos, bastones, caminadores, etcétera.

Asimismo, la pandemia ha evidenciado lo imprescindible que son los programas y aplicaciones como Whatsapp o Facebook para aquellas personas mayores que tienen las habilidades, el interés y el soporte social para manejarlas. En resumidas cuentas, se podría decir que el envejecimiento y las tecnologías se constituyen mutuamente.

Diseñadores de tecnología y científicos sociales deberían colaborar

En las sociedades del siglo XXI, cada vez más envejecidas y tecnológicas, el desafío es comprender que lo humano y lo técnico-material son inseparables y deben estudiarse al mismo tiempo.

Para ello, es una buena idea que las empresas diseñadoras de tecnología y los científicos sociales colaboren. Estos últimos tienen herramientas cualitativas propias de su campo, tales como las entrevistas en profundidad, observaciones o la etnografía, que permiten entender las formas en que las tecnologías se integran en contextos sociales particulares y, a menudo, se utilizan de forma creativa o inesperada, o directamente se rechazan.

De este modo, podrán examinarse las formas en que la relación persona mayor-tecnología se ubica en contextos sociales, culturales y materiales específicos, que permitan comprender y planear mejor lo que significa ser una persona mayor en un mundo cada vez más envejecido y tecnológico.

(*) Profesor de MacEwan University (Canadá) y de la Licenciatura en Política, Filosofía y Economía de la UM

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