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Antes que votar, la prioridad en la calle es seguridad y los alimentos

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Decenas de venezolanos se manifestaron frente a la sede de la Embajada en Montevideo. Foto: EFE.

VENEZUELA FRACTURADA

Sobrevivir se volvió una odisea cotidiana, también en día de “elecciones”.

Salvo en algunos reductos ultrachavistas, las elecciones y su resultado no le importaba a nadie en las calles de Caracas este fin de semana. En los mercados, en los barrios y municipios, todos están más preocupados por la inseguridad, la escasez de alimentos y la superinflación que ha transformado la vida en una odisea cotidiana.

En 2017 hubo casi 27.000 asesinatos, de los que más de 5.000 se produjeron por resistencia a las fuerzas de seguridad, según el Observatorio Venezolano de Violencia. Los precios aumentan en cuestión de días, a veces horas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un incremento del 1.800.000% en dos años, un drama superado en este siglo solo por Zimbabue.

En medio del colapso del modelo productivo chavista, cientos de miles de personas huyeron en los últimos meses a la vecina Colombia u otros países de la región en busca de oportunidades.

Dar con alguien con ganas de desahogarse no es difícil en Caracas. Superada la desconfianza inicial, relacionada con el control que ejercen sobre la población las autoridades, el venezolano hace catarsis.

Junior Moral, de 33 años, está en la puerta de un establecimiento vacío de venta de empanadas. "Una cuesta ya 200.000 bolívares. Un desayuno, tres empanadas y un jugo serían 800.000 bolívares. Si comes dos días ya prácticamente se te murió el sueldo. ¿Con qué sobrevivimos los otros 29 días? Cada día, cada hora, cada segundo la situación se hace más difícil", describe. Moral no votará a pesar del hartazgo. O, en realidad, precisamente por el hartazgo. "Si de verdad saliera la gente a votar, yo creo que podríamos ganar, pero como todo está comprado, no va a pasar", afirma.

El carné de la patria.

El ingreso mínimo (salario y bono de alimentación) es de 2,6 millones de bolívares (37 dólares a la tasa oficial y 3 en el mercado negro), suficiente para comprar 600 gramos de carne. El gobierno entrega bonos y cajas de comida subsidiadas en barrios populares.

El llamado carné de la patria es un documento con el que el chavismo trata de asegurarse el apoyo de los pobres. En el país circulan más de 16 millones. Permite acceder a bonos y servicios, y aunque sobre el papel no sirva para tener una atención preferente en la recepción de las cajas periódicas de alimentos, es un instrumento utilizado para medir la fidelidad al régimen.

Pedro Key, jubilado de 65 años, y Romina Oporte, educadora de 34, se encargan de repartir las cajas a través de los Comités Locales de Abastecimientos y Producción (CLAP). Esto es, una ayuda introducida por Maduro en 2016 que, como denuncia la oposición, es la base de las redes clientelares. Cada caja contiene algunos paquetes de pasta, harina, leche, sal, arroz, azúcar, aceite, atún, tomate y mayonesa... "Soy uno de los que lleva los beneficios a una parte de la población", explica Key, veterano militante chavista. Cada mes, en el mejor de los casos, coordina la distribución de esos productos entre 503 familias de la comunidad.

A pesar de su entrega a la causa, también transmite perplejidad sobre la situación y se niega a responder si vota o no. "Maduro dice que las cosas van a cambiar. Ojalá sea verdad. Él tiene que mejorar la economía, llevamos cinco años aguantando esto", explica sobre lo que califica de "guerra económica".

Premio “bien bueno” para chavistas que voten

“Soy chavista ciento por ciento y ‘haiga’ comida o no ‘haiga’ comida sigo siendo chavista”, dice Magalis Torres, de 51 años, mientras alienta a sus vecinos a informar que votaron y escanear el código QR del “carné de la patria”, que los acredita como beneficiarios de programas sociales y de bonos del gobierno.

Al igual que Torres, los chavistas se registran luego de votar en los polémicos “puntos rojos”: carpas ubicadas cerca de los centros de votación.

Maduro prometió “un premio bien bueno” para los “carnetizados” que voten, intentando quebrar el llamado a la abstención de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD). La oposición denuncia que los “puntos rojos” son un centro de chantaje. La autoridad electoral negó que vaya a haber “premios”, aunque todos en la carpa lo esperan.

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