Reñida elección en Austria entre ultraderechista y ecologista.
El suspenso marcó la jornada de ayer en Austria, donde los dos candidatos en la elección presidencial, el ultraderechista Norbert Hofer y el ecologista Alexander Van der Bellen, mantendrían un empate técnico en estos comicios muy seguidos en Europa.
Tras el recuento del 95% de los sufragios, el candidato del partido de extrema derecha FPÖ obtenía el 51,9% de los sufragios, frente al 48,1% para su rival.
En base a estas cifras, la televisión pública ORF realizó una proyección sobre los resultados finales, integrando el voto por correo, que dejaría en empate técnico a ambos candidatos, con un margen de error del 1%.
Los austriacos esperan que hoy conozcan la identidad del próximo presidente, una vez contabilizados los 900.000 votos por correo. Un 14% de los electores llamados a las urnas escogieron esta opción para depositar su voto, un récord.
El voto por correo, integrado en las primeras estimaciones de los institutos de sondeo, suele ser poco favorable al FPÖ.
Una victoria de Hofer, ingeniero aeronáutico de 45 años, constituiría la primera elección al frente de un Estado de la Unión Europea de un partido de extrema derecha.
En la primera vuelta, celebrada el 24 de abril, el FPÖ llegó en cabeza con el 35% de los sufragios, por delante del ecologista Van der Bellen, profesor universitario de 72 años, que obtuvo el 21,3%.
En Austria, el presidente no interviene en la gestión diaria del país, pero cuenta con importantes competencias como la de revocar el gobierno, una opción que el candidato del FPÖ calificó como "último recurso".
Tras votar en Viena, Van der Bellen subrayó sus posibilidades de victoria, después de destacar una movilización inédita alrededor de su candidatura en los últimos días de campaña.
Unos 6,4 millones de electores están llamados a las urnas para designar al sucesor del presidente socialdemócrata Heinz Fischer, quien concluye su segundo mandato y no podía volver a presentarse.
Presidente activo.
Los partidos socialdemócrata (SPÖ) y conservador (ÖVP), en el poder en Austria desde la Segunda Guerra Mundial, sufrieron una derrota histórica en la primera vuelta de la presidencial, en un contexto de crisis migratoria.
Hofer se ha visto aupado por la crisis migratoria, que vio llegar a Austria a unos 90.000 demandantes de asilo en 2015, es decir algo más del 1% de la población. Sin embargo, ha mantenido un discurso pulido, lejos de las declaraciones abiertamente xenófobas que antaño caracterizaban a su partido.
Durante la campaña, el candidato ultraderechista, militante desde su juventud del FPÖ y vicepresidente del parlamento desde 2013, centró su discurso en el empleo y el nivel de vida de los austríacos, y aseguró que no le gustaría sacar a su país de la UE, a menos que Turquía entre en el bloque.
Hofer, un consejero cercano del líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache, advirtió que en caso de victoria sería un "presidente activo", en ruptura con el papel esencialmente protocolario hasta el momento de los jefes de Estado austríacos.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, manifestó abiertamente su temor a una victoria de Hofer. "A los austríacos no les gusta oír esto, pero no me importa: no hay debate o diálogo con la ultraderecha", declaró al diario francés Le Monde del viernes.
El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, ha opinado en el mismo sentido, ya que cree que una victoria de Hofer y partidos similares cambiará el carácter de Europa.

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