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Tiroteo con ladrones en una vivienda de Merlo, Buenos Aires, dejó a un muerto y a su esposa grave

El fallecido es Gabriel Esteban Izzo, esposo de Silvina Petinari, que a su vez es hija de Pedro Petinari, fundador de una prestigiosa fábrica en San Antonio de Padua.

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La casa de las víctimas en San Antonio de Padua.
La casa de las víctimas en San Antonio de Padua.
Foto: La Nación/GDA.

Gustavo Carabajal, La Nación/GDA
El homicidio de Gabriel Esteban Izzo, comerciante y yerno de uno de los fundadores de una conocida fábrica de volcadores y acoplados de San Antonio de Padua, sorprendió a Argentina este viernes.

Silvina Petinari, su esposa, se encuentra internada en grave estado en el Hospital Eva Perón de Merlo y es la hija de Pedro Petinari, el fundador de la fábrica de acoplados y volcadores para camiones que ya tiene 55 años de trayectoria y está radicada en Padua. El hombre llegó de Italia en la década del 70 y comenzó de a poco lo que fue un emprendimiento y luego una empresa clave en el área de transporte. Acoplados Petinari, según su sitio web, es una empresa líder en la producción de acoplados, volcadoras y semirremolques. Además posee una planta industrial de 15 hectáreas con 33.000 metros cubiertos.

Por su parte, Izzo, según fuentes policiales, era carpintero y trabajaba en un aserradero. “Gracias por acompañarme estos años y por bancarme en mis proyectos”, le había dedicado el hombre a su esposa en una publicación de Facebook en los últimos meses.

El homicidio ocurrió a las 04:20, según fuentes policiales, cuando dos delincuentes irrumpieron en la propiedad de dos plantas y sorprendieron a la víctima, de 60 años, y a su esposa, de 58, mientras dormían.

Gabriel Izzo y Silvina Petinari, las víctimas de un asalto en su casa de San Antonio de Padua.
Gabriel Izzo y Silvina Petinari, las víctimas de un asalto en su casa de San Antonio de Padua.
Foto: La Nación/GDA.

Cómo se dio el homicidio en San Antonio de Padua

Luego de revisar las cámaras de seguridad de la zona, los investigadores establecieron que los autores del homicidio huyeron en un Volkswagen Gol gris, modelo 2008. Dicho vehículo había sido señalado por los vecinos del matrimonio atacado como el rodado que abordaron los asesinos al abandonar la escena del crimen. Debido a que en la zona no funcionan los arcos lectores de patentes, los investigadores ampliaron el radio de búsqueda para tratar de obtener una imagen nítida del dominio del vehículo.

Al revisar la escena del crimen, los investigadores hallaron rastros de sangre en el jardín de la casa. A partir de esta prueba, se sospecha que Izzo, quien según la agencia de noticias Télam era dueño de un aserradero, logró herir a uno de los delincuentes.

A partir de la reconstrucción del sangriento episodio hecha por los investigadores al seguir los rastros de sangre hallados en la casa, se habría establecido que, al escuchar los ruidos que provocaron los dos asaltantes que forzaron una de las persianas de gruesos listones de madera, Izzo bajó de su dormitorio de la planta alta.

Ante la presunción de que hubiera intrusos en la casa, el empresario habría tomado una pistola nueve milímetros para defenderse. Sin embargo, no pudo disparar. Se trabó el arma. Entonces, desesperado, recurrió a un revólver calibre .38. Pero los delincuentes lo sorprendieron y comenzó un tiroteo dentro de la casa.

El enfrentamiento se produjo en un pasillo distribuidor de ambientes, en la planta baja del chalet, entre la cocina y el living por el que, según fuentes de la investigación, ingresaron los asaltantes desde una ventana.

Las persianas que los delincuentes habrían forzado para entrar a la vivienda.
Las persianas que los delincuentes habrían forzado para entrar a la vivienda.
Foto: La Nación/GDA.

Debido a que los peritos de la División Policía Científica hallaron rastros de sangre en varios ambientes de la vivienda, los investigadores abonaron la presunción que Izzo y su esposa lucharon por sus vidas y que los asaltantes los persiguieron por diferentes lugares del chalet de dos plantas.

Antes de disparar contra Petinari, los asaltantes intentaron reducirla con los precintos que habían llevado. Pero, en medio del enfrentamiento, le dispararon dos balazos. Uno de los tiros hirió a la mujer en el ojo izquierdo y el otro en la cadera. Tenía, además, cinco heridas de arma blanca.

Izzo, por otro lado, sufrió cinco heridas, provocadas por los balazos que les dispararon los asaltantes y dos puntazos que le asestaron. Murió en el acto, y su cuerpo fue hallado, ensangrentado, en el mencionado pasillo distribuidor de ambientes.

A su lado tenía el revólver calibre .38 y un poco más lejos, los investigadores hallaron la pistola 9 mm con la que intentó defenderse primero. Pero debido a que el proyectil quedó trabado, descartó la pistola y tomó el revólver. Los allegados a Izzo reconocieron que ambas armas pertenecían a la víctima y que era legítimo usuario, informaron fuentes de la investigación.

En otra vivienda del mismo predio, pero separada de la casa del chalet principal, Elsa Genoveva Otruba, madre de Petinari, de 88 años, escuchó los gritos y los balazos. La mujer quedó en estado de shock y era contenida por sus familiares. No vio nada.

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