EL PAÍS DE MADRID, AFP Y ANSA
La enorme nube de cenizas, por la erupción de un volcán en Islandia, causó ayer el mayor caos en el sistema aéreo de Europa desde la Segunda Guerra, con más de 5.000 vuelos cancelados, un millón de pasajeros varados y aeropuertos cerrados.
La aviación europea puede verse afectada durante otras 48 horas, o quizás varios días, por la nube de ceniza procedente de la erupción de un volcán en Islandia, bajo un glaciar de nombre impronunciable, el Eyjafjallajokull. Irlanda y el Reino Unido cerraron sus espacios aéreos de manera escalonada desde primera hora de la mañana de ayer. A medida que pasaban las horas se fueron tomando medidas semejantes en Noruega, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Holanda, Bélgica y Francia. Alemania y Rusia están en alerta.
El caos afectó a muchos otros países, incluida España -aunque sin llegar al extremo de cerrar sus aeropuertos-, y también EE.UU. y Canadá, donde se suspendieron una veintena de vuelos a Europa. La crisis ha sido de una magnitud mucho mayor de la sucedida tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU., que llevó a países como Gran Bretaña a suspender vuelos como medida de precaución.
La nube de ceniza, situada entre 5.500 y 11.000 metros de altitud, no representa en estos momentos un problema de salud para la población porque la ceniza llegará al suelo de forma muy diseminada y escalonada. Pero supone una amenaza mayúscula para la aviación porque las partículas flotantes pueden dañar el fuselaje de los aparatos y, sobre todo, bloquear los reactores. Así le ocurrió el 24 de junio de 1982 a un Boeing 747 de British Airways en Indonesia, que sufrió durante varios minutos el bloqueo de sus cuatro reactores (ver nota aparte).
La duración del bloqueo aéreo en Europa es una incógnita. Algunos expertos creen que, dada la lentitud a la que se mueve la nube, el problema puede durar 48 horas o más. Eso dependerá de tres factores combinados: que el volcán deje de expulsar ceniza, la dirección del viento y su velocidad.
"Da la impresión de que el volcán está calmándose pero es sólo una impresión en base tan solo a la observación de las cámaras con las que se está controlando el volcán", declaró el doctor Matthew Watson, profesor de Peligros Geofísicos Naturales del Departamento de Ciencias Terrestres de la Universidad de Bristol. Aunque el volcán, que llevaba casi 200 años dormido, puede seguir activo por meses, "es importante tener en cuenta que este tipo de erupciones normalmente suelen parar con mucha rapidez y la erupción como tal suele durar solo unas pocas horas".
El Eyjafjallajokull entró en erupción el 20 de marzo, sin consecuencias para la aviación. Pero el miércoles hubo una segunda erupción, 10 veces más potente que la primera, que es la que ha provocado la nube de cenizas en suspensión. "En la erupción inicial lo que sale del volcán es sobre todo fuego, provocando esas espectaculares cortinas de fuego. Pero después de una erupción como esa pueden venir otras mucho mayores, que en lugar de expulsar fuego expulsan ceniza, aunque no suelen durar mucho", dijo.
"Normalmente la ceniza no es peligrosa para la gente porque apenas llega a caer a la tierra y cuando llega es muy fina. En todo caso lo más probable es que pase por encima del Reino Unido sin llegar a posarse en el suelo", explicó Watson. Pero no siempre es así. En 1783, la erupción de otro volcán en Islandia, el Laki, despidió una enorme nube de ceniza y gases sulfurosos que provocó un drástico aumento de la tasa de mortalidad en varios países.
Expertos consultados por Reuters en Oslo señalaron que, pese a los problemas causados a la aviación, la erupción del Eyjafjallajokull es relativamente pequeña si se compara con la de volcanes como el Pinatubo, en Filipinas, que en 1991 provocó una nube de tal densidad que se estima ayudó a moderar el calentamiento de la Tierra, según Olav Hygen, del Instituto de Meteorología de Noruega.
Sin embargo la erupción del volcán el miércoles por la mañana provocó importantes problemas a la escasa población de la zona, por las inundaciones a raíz del brutal derretimiento de los hielos, y obligó a evacuar a unas 800 personas. Un volcán en la misma zona había entrado en erupción hace menos de un mes, ofreciendo un grandioso espectáculo de ríos de lava.
Riesgo de volar sobre la ceniza
"Señoras y señores, les habla el comandante. Tenemos un pequeño problema. Los cuatro motores se han parado. Estamos haciendo todo lo posible para controlarlos. Confío en que no se angustien demasiado". El increíble anuncio del comandante Eric Moody ha pasado a la historia de la aviación por su flema y porque a raíz del incidente del Boeing 747 de British Airways sobre el monte Galunggung, en Indonesia, el 24 de junio de 1982 la industria se comenzó a tomar muy en serio los efectos de una erupción volcánica sobre un avión.
Hasta entonces se habían producido encuentros de aeronaves con nubes de ceniza volcánica, pero se habían limitado a erosionar los cristales de la cabina de pilotaje y obstruir los sensores, problemas serios pero no tan graves como una parada de motores, que quedaron inservibles. A partir del también conocido "como incidente de Yakarta", donde Moody aterrizó casi a tientas, y tras determinarse que fue la ceniza en los motores la que los colapsó, se implementaron sistemas de alerta para esos casos y se creó un organismo dedicado específicamente a ello (International Airways Volcano Watch Operations Group). También se empezaron a realizar simulacros de cómo coordinar los servicios implicados (vigilancia vulcanológica, aerolíneas, navegación aérea y meteorología) para evitar los efectos de una erupción volcánica en la aviación.
Las erupciones del 2009 en las islas Kuriles (Rusia) y Alaska costaron a seis aerolíneas de EE.UU. 2,2 millones de dólares, en cancelaciones, desvíos y atención a pasajeros. Poca cosa comparado con lo que podría costar el encuentro con la nube de ceniza si se suma la revisión de un motor (3 millones) y los 140 millones de dólares que le costó a KLM en 1989 un incidente como el de Yakarta. EL PAÍS DE MADRID