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Nicaragua: feroz ataque armado a pobladores

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Masaya: familiares y amigos entierran a una de las víctimas de la represión del régimen de Ortega en el barrio de Monimbó. Foto: Reuters

Resistencia y represión

El presidente Ortega ordenó el control de la ciudad rebelde de Masaya “al costo que sea”.

El régimen de Daniel Ortega en Nicaragua tomó ayer martes el control de la ciudad rebelde de Masaya tras un intenso ataque, de más de siete horas, que dejó al menos tres muertos.

Más de 1.000 hombres fuertemente armados con ametralladoras entraron disparando a mansalva a esta ciudad de 100.000 habitantes ubicada a 30 km al sur de la capital Managua. Un equipo de AFP intentó entrar a la ciudad pero no pudieron pasar debido a que las vías fueron bloqueadas por antimotines y parapolicías que ingresaron a bordo de 37 camionetas y rodearon Masaya.

Las campanas de las iglesias sonaron al tiempo que ráfagas de armas de todo calibre se escucharon por todos lados de Masaya. "Las balas están llegando hasta la parroquia María Magdalena, en donde está refugiado el sacerdote", denunció en Twitter el arzobispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, mientras la comunidad internacional intensificaba sus llamados a Ortega a cesar la violencia.

"Están ametrallando las casas de manera irresponsable, el mensaje es que al que saque la cabeza lo matan, es un mensaje de terror", dijo el secretario de la Asociación Nicaragüense de Derechos Humanos (Anpdh), Álvaro Leiva.

"Hago con todas mis fuerzas humanas y espirituales un llamado a las conciencias de todos para lograr una tregua", urgió el nuncio Stanislaw Waldemar Sommertag.

"Aquí morimos".

El ataque de las fuerzas del régimen de Ortega, en la que se observaron francotiradores, se concentró en el barrio indígena de Monimbó, donde la población levantó barricadas de adoquines de hasta dos metros.

"Nos están atacando con armas de alto calibre, es uno de los ataques más fuertes que han lanzado a Masaya, se oyen detonaciones y disparos de ametralladoras", relató a la AFP Cristian Fajardo, dirigente del movimiento estudiantil 19 de Abril. Los muchachos resistieron con morteros y piedras.

Jóvenes monimboseños con el rostro cubierto con camisetas se protegían de los disparos detrás de las trincheras, desde donde dijeron que están dispuestos a morir por una "Nicaragua libre".

La violencia no cesa en Nicaragua. Foto: Reuters
La violencia no cesa en Nicaragua. Foto: Reuters

"Aquí no vamos a dejar que entren, si tenemos que morir por nuestra patria, vamos a morir", expresaron en un video filmado en medio del ataque.

Finalmente las fuerzas del régimen tomaron la ciudad. "Cayó Masaya, todo está en silencio, los jóvenes debieron abandonar las trincheras y huir, sus armas eran demasiado pesadas", dijo a EFE una integrante del movimiento 19 de Abril.

La Anpdh confirmó la muerte de al menos tres personas durante el ataque: un policía, un menor de 15 años, y una mujer que estaba en la acera de su casa. La Anpdh cree que el número de víctimas podría ser mayor, pero anoche no era posible ingresar a la ciudad porque permanecía cercada por las "fuerzas combinadas" del régimen, integrada por policías, antimotines, parapolicías, paramilitares y grupos afines a Ortega fuertemente armados.

El barrio indígena de Monimbó, cuya población únicamente se defendió con morteros caseros, es una de las comunidades que mayor resistencia ha opuesto a Ortega desde el estallido de las protestas el 18 de abril, que ha cobrado más de 351 vidas.

"Masaya no te derrotaron ni caíste, cobardes armados que se sienten orgullosos de asesinar inocentes te asediaron por dos meses, solo fue una batalla porque la guerra y la libertad la ganará Nicaragua. Gracias por ser el corazón de Nicaragua", dijo en sus redes sociales un vecino de Monimbó tras el ataque. De manera simultánea los simpatizantes de Ortega celebraron el ataque y agradecieron a la Policía nicaragüense.

El régimen de Ortega está reprimiendo con dureza a los manifestantes. Foto: Reuters
El régimen de Ortega está reprimiendo con dureza a los manifestantes. Foto: Reuters

El ataque ocurrió un día después de que el jefe de la "Operación Limpieza" en Masaya, Ramón Avellán, afirmó que cumplirían las órdenes de Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, "al costo que sea". "La voz de nuestro presidente y la vicepresidenta, de ir limpiando estos tranques (bloqueos) a nivel nacional, y esa petición (…) vamos a cumplirla al costo que sea", afirmó Avellán, a través de medios del Gobierno. Avellán cumplió su palabra a pesar de los llamados de las organizaciones humanitarias locales, de la Unión Europea, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), del nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag, del cardenal Leopoldo Brenes, entre otros, para que detuviera el ataque.

Masaya, y en especial Monimbó, fue clave en derrocar a la dictadura de Anastasio Somoza el 19 de julio de 1979, y Ortega atacó a este pueblo indígena "por temor a que le ocurriera lo mismo en la misma fecha", afirmó la presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Vilma Núñez.

La CIDH y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) han responsabilizado al Gobierno de Nicaragua por "asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, malos tratos, posibles actos de tortura y detenciones arbitrarias cometidos en contra de la población mayoritariamente joven del país", lo cual ha negado.

Nicaragua atraviesa la crisis sociopolítica más sangrienta desde la década de los años de 1980, también con Ortega siendo presidente. Las protestas contra Ortega se iniciaron el 18 de abril, por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.

ONU: hay ejecuciones sumarias y torturas

La policía y las autoridades en Nicaragua han matado y encarcelado a personas sin someterlas a un juicio y han cometido actos de tortura, dijo ayer martes la oficina de derechos humanos de Naciones Unidas.

"Se están cometiendo un amplio rango de violaciones a los derechos humanos, como ejecuciones sumarias, tortura, detenciones arbitrarias y se le está negando al pueblo el derecho a libertad de expresión", dijo en una rueda de prensa el portavoz de derechos humanos de la ONU, Rupert Colville.

"La gran mayoría de violaciones son cometidas por el Gobierno o por elementos armados que parecen estar trabajando en coordinación con ellos", aseguró Colville, y añadió que los manifestantes eran mayormente pacíficos aunque algunos iban armados.

El presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo, han negado acusaciones de violaciones a los derechos humanos y han dicho que entre los fallecidos hay también miembros de la fuerza pública. Además sostienen que la oposición es la responsable de los grupos armados violentos que buscan aterrorizar al país con "prácticas diabólicas".

"Estamos recuperando la seguridad, la paz, las posibilidades para el trabajo y la vida en nuestra Nicaragua (...) Hemos estado llenos de desgracia, producida por una minoría llena de odio (...) Volverá la sonrisa a iluminar los rostros de todas las familias nicaragüenses", dijo ayer martes Murillo en un contacto telefónico con la televisión pública. REUTERS

Daniel Ortega - Rosario Murillo
Una pareja que ejerce el poder con mano de hierro
Rosario Murillo y Daniel Ortega. Foto: AFP

El 19 de julio de 1979 Daniel Ortega era un héroe al frente de la insurrección que derrocó la dictadura de Anastasio Somoza. Ahora, 39 años después, gobierna Nicaragua junto a su esposa, Rosario Murillo, aferrados al poder. Él es un exguerrillero de 72 años, admirador del Che Guevara; ella, una poetisa excéntrica de 67 años ataviada de pulseras y pañuelos, que ejerce el poder detrás del trono, desde su cargo de vicepresidenta.

Poco queda de aquel líder revolucionario que ilusionó al continente. Ortega luce demacrado, se muestra poco en público y, cuando lo hace, habla de paz, amor, Dios y evita atacar al "imperialismo". Según el excandidato presidencial Edmundo Jarquín, "él busca el dinero en tanto le da poder (...) No acepta límites en las leyes".

Ortega nació el 11 de noviembre de 1945 en el pueblo minero de La Libertad en una familia católica. De joven abandonó la universidad para integrarse a la lucha contra la dinastía de los Somoza. Gobernó por primera vez al frente de la Revolución Sandinista, que derrocó al régimen somocista en 1979 con apoyo de Cuba y la Unión Soviética. En su primera presidencia enfrentó a la guerrilla de los "contras", apoyada por Estados Unidos, en un conflicto que dejó unos 35.000 muertos hasta 1990. En las elecciones de 1990 perdió ante Violeta Barrios de Chamorro. Tras su retorno al poder en 2007 se alió al empresariado. Tras reelegirse en 2011, gracias a una maniobra legal, Ortega ha dejado el poder prácticamente en manos de Murillo, a quien convirtió en vicepresidenta en 2016. La imagen de Ortega sufrió un golpe tras las acusaciones de abuso sexual que hizo en 1998 su hijastra Zoila América, actualmente exiliada en Costa Rica tras acusar a su madre, Murillo, de perseguirla políticamente. AFP

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