Warner Bros. que tuvo temor de ser vista como estropeando una reverenciada serie de libros con enlaces comerciales de mal gusto, no tuvo reparos en explotar su propia mercadería. Cuando se difundió la primera película, en 2001, comenzó una ofensiva de merchandising. Ese año, Mattel, que tenía la licencia principal de juguetes, vendió casi US$ 160 millones de productos referidos a Harry Potter. Luego, las ventas comenzaron a declinar. Mattel indicó que vendió entre US$ 130 millones y US$ 140 millones de juguetes el año siguiente, cuando se estrenó la segunda película. Los chicos ya tenían las chucherías: era innecesario comprar una figura de Ron Weasley con un palo de escoba cambiable cada vez que se estrenaba una película de Harry Potter. Una tendencia declinante de ventas también es notoria para los juegos de computadora realizados por Electronic Arts, que ha vendido por un monto de US$ 427 millones en Estados Unidos.
Se acerca una nueva oportunidad de vender productos. El año próximo, El Mundo de la Magia de Harry Potter, abrirá en un parque temático de Universal Studios, en Florida (EE.UU.).
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