Daniel Herrera Lussich | Washington (Corresponsal)
La mujer miraba al hombre detrás de la ventanilla y no salía del asombro, ya no era Edith Camps Ramírez, su nombre y su capital se habían evaporado en compras en comercios y comidas en restoranes de varios Estados. Ella no estaba enterada, no tenía la menor idea de que esos dolorosos sucesos de robo de identidad están ocurriendo por millones en todo Estados Unidos. Y ella era una de las tantas víctimas. Cuando la tarde anterior vio el aviso del banco reclamando el pago de una abultada cantidad que estaba sin cancelar y habían corrido todos los plazos de vencimiento, pensó en un error, pero ahora frente a la cruda realidad, no se animaba ni tenía ganas de llamar al marido o a la madre, para darle la mala noticia.
Y no se explicaba cómo había ocurrido el hecho, la tarjeta de crédito la tenía intocada en su cartera, pero la utilizaron de alguna manera y habían gastado hasta el máximo de su cuenta, nada menos que 10 mil dólares. El último intento del estafador había sido rechazado porque había superado el tope de gastos que ella había gestionado hacía un par de años.
El FBI que está actuando tiene una explicación y lo mismo la Asociación de Consumidores, no hay que descuidarse con los datos personales, ni con el número de la Seguridad Social ni perder la libreta de conducir (únicos documentos identificatorios válidos que existen ) y menos "arrojar a la basura papeles con cuentas bancarias anteriores o los recibos telefónicos, no olvidar la tarjeta de identificación de la oficina en algún mostrador".
MILLONES "PRESTAN LA IDENTIDAD". Todo sirve a cientos o miles de hábiles estafadores que están atentos y con vieja experiencia para "atrapar" cualquier detalle e inmediatamente falsificar una tarjeta o reunir, desde el propio canasto de basuras, todo aquello que identifica una personalidad y con esos datos ir tranquilamente al banco o a la institución de tarjetas de crédito y solicitar una, falsificando hasta la foto en algunos trámites.
Este tipo de delito se ha ido incrementando en los últimos tiempos hasta un 500% por año y han caído en serie clientes de Visa, Master Card y de miles de comercios que tienen su propia tarjeta. Se habla con certeza de que se detectó la posibilidad de que 40 millones de tarjetas de crédito estén expuestas a los delincuentes o piratas informáticos. Hasta ahora Master Card oficialmente denunció que la "vulnerabilidad en seguridad del Card Systems Solutions (compañía que procesa transacciones para bancos y comercios) había permitido el ingreso a más de 14 mil de sus clientes", mientras en Visa, también oficialmente, según indicó un vocero podrían haber incursionado el o los piratas en 22 millones de usuarios.
El FBI comenzó de inmedia- to la investigación del fraude masivo.
También el problema subió las escaleras del Congreso, el legislador demócrata Ed Markey, luego de dejar en claro que han fracasado una y otra vez los sistemas de seguridad a la hora de defender al público frente a las violaciones constantes de sus datos personales y cartas de crédito, anunció la presentación de un proyecto de ley para salvaguardar a los consumidores de los piratas virtuales.
IMPOSIBLE CAMBIAR COSTUMBRES. Pero hay hoy una realidad difícil de cambiar y que para la enorme mayoría de la gente da especial resultado: la adquisición con tarjetas de crédito a través de internet. En todo el territorio estadounidense se compran desde cepillos de dientes, computadoras o autos y ni qué decir viajes, reservas de hotel, vuelos de avión. La gran mayoría de los americanos no tiene demasiado tiempo, por el trabajo y las distancias, de ir de compras o hacer reservas y para casi todo recurre a la vía digital. Se estima que más de un 60% de los 290 millones de habitantes de Estados Unidos usan esa vía para sus compras o solicitud de folletos, etc.
Y además hay datos concluyentes ante las preguntas: ¿por qué no se da otra seguridad para la utilización de ofertas por internet? y ¿por qué no hay más alarma ante ese robo de identidad y falso uso de las tarjetas?.
La explicación de internet está dada por la facilidad que otorga para las compras a gente que no dispone de otra vía, sólo podría tener ratos libres los sábados o domingos, día sagrado para las familias para verse y estar juntos y salir al teatro, cine, de paseo o arreglar el jardín.
Y la segunda interrogante, la falta de grandes protestas, obviamente que las hay de los damnificados y legisladores o asociaciones de consumidores, pero se habla hasta ahora de algo más de 20 millones de estafados con posibilidad de llegar a 40 millones de personas, pero en todo Estados Unidos circulan 1.100 millones de tarjetas de crédito de firmas conocidas o de comercios, el porcentaje hasta ahora de las víctimas es mínimo en relación al paquete global de gente que opera por estos sistemas.
La Comisión Federal de Comercio denunció que el primer puesto en la lista de crímenes contra los consumidores es el robo de identidad. Este fraude, dicen, le cuesta a las empresas unos 50.000 millones de dólares y a los mismos consumidores 5.000 millones.
Y últimamente desde que fue aprobada la polémica Ley Patriótica II cualquiera de los servicios de inteligencia puede exigir los archivos o tarjetas madres de las computadoras. El trasiego de datos es constante. Hay severas investigaciones pero no es demasiado lo que se puede hacer.