Miles forman éxodo del dolor para salvarse de los misiles en Ucrania

Refugiados ucranianos esperan para continuar su viaje después de cruzar la frontera en Vysne Nemecke, al este de Eslovaquia. Foto: AFP.

EN GUERRA 

Los expertos estiman que más de cinco millones de ucranianos podrían huir hacia países vecinos si la guerra se extiende.

Sosteniendo en sus brazos a su hijo de tres años gravemente enfermo, Olga Zapotochna, de 25 años, trastabilló para entrar en Polonia. Ella estaba a salvo de los cohetes y bombas lanzados por las Fuerzas Armadas que comanda el presidente Vladimir Putin, pero se mostraba desalentada y deprimida porque tuvo que separarse de su marido a raíz de una orden de las autoridades ucranianas de que todos los hombres en condiciones físicas apropiadas debían permanecer en el país para resistir a los rusos. “Él no es solo mi marido, sino mi vida y mi apoyo”, comentó Zapotochna, que integra el éxodo de decenas de miles de ucranianos -casi todos mujeres y niños- que ingresaron en Polonia, Hungría y otros países, en los últimos días. “Entiendo que nuestro país necesita hombres para pelear, pero yo lo necesito más”.

Polonia se ha convertido en el lugar seguro al que cruzan los ucranianos que escapan de los ataques rusos con misiles. El subsecretario del Interior, Pawel Szefernaker reveló ayer sábado que 100.000 ucranianos cruzaron la frontera, son recibidos y reciben apoyo en su país. La Agencia de Fronteras de Polonia informó que solo el jueves llegaron 29.000 personas procedentes de Ucrania. Esa masiva presencia derivó en esperas de hasta doce horas en algunos puestos fronterizos. Más de 26.000 ucranianos huyeron hacia Moldavia y 20.000 entraron en Rumania.

En tanto, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados, Filippo Grandi, estima que unos 100.000 ucranianos han sido desplazados por la guerra.

Peligroso.

Entre los que huyeron a Polonia por el cruce fronterizo de Medyka, se encuentra Oxana Aleksova, de 49 años, que estaba abrumada por las mentiras del Kremlin. El marido de Aleksova, un oficial retirado de la Policía, permaneció en Ucrania, mientras ella logró escapar con su hija de once años, después de esperar toda la noche en una larga fila de peatones y vehículos que buscaban entrar en Polonia. Su ciudad natal de Khmernytskyi no había sido blanco de los bombardeos rusos, pero señaló que varias bombas cayeron en un aeropuerto cercano.

Aleksova afirmó que las Fuerzas Armadas de Rusia “terminarán ganando porque tienen muchos más soldados y mejores armas que Ucrania”. Pero, agregó que el objetivo de Putin “no solo es derrotar a Ucrania, sino hacer que todo el mundo le tenga miedo”.

A medida que los ucranianos fluían por la frontera, el gobierno de Varsovia anunció que envió “un convoy con municiones” a Ucrania. “Apoyamos a los ucranianos y rechazamos con firmeza la agresión rusa”, declaró el ministro de Defensa, Mariusz Blaszczak.

Algunos hombres iban en dirección contraria, con el propósito de entrar a Ucrania. Viktor Dick, de nacionalidad alemana, era uno de ellos. Se dirigía hacia Kiev para rescatar a su esposa embarazada y sus tres hijos. Tenía terror, pero sostuvo que debía hacer el peligroso viaje hacia la capital sitiada para salvar a su familia.

Los expertos estiman que más de cinco millones de ucranianos -en total ese país tiene 44 millones de habitantes- podrían huir hacia países vecinos si la guerra se extiende, situando a la Unión Europea (UE) -que casi zozobró con la crisis migratoria de 2015 que involucró a 1,5 millones de personas- con otro flujo enorme de extranjeros.

Refugiados ucranianos llegan desde el paso fronterizo peatonal de Medyka, en Przemsyl, este de Polonia. Foto: AFP.
Refugiados ucranianos llegan desde el paso fronterizo peatonal de Medyka, en Przemsyl, este de Polonia. Foto: AFP.

Bienvenida.

Los gobiernos más hostiles a los inmigrantes, como son los de Hungría y Polonia, en términos generales dan la bienvenida a los ucranianos, con guardias sonrientes que sirven bebidas calientes y distribuyen sándwiches, fruta y doughnuts.

Son escenas que contrastan, por ejemplo, con la represión que lanzaron las fuerzas de seguridad polacas, el año pasado, contra migrantes de Medio Oriente y Afganistán. En cambio, los ucranianos, que en su mayoría son cristianos y blancos, tienen derecho legal a entrar a Polonia y otros países de la UE sin una visa. Casi un millón de ucranianos viven en Polonia. “Aceptaremos cuántos refugiados sea necesario”, indicó el subsecretario de Defensa, Marcin Ociepa.

Ludmyka Viytovych, quien llegó a Polonia el viernes por la noche con sus dos hijos, desde Lviv, ciudad cercana a la frontera polaca, destacó que está gratamente sorprendida por el cálido recibimiento que le dieron las autoridades polacas. Señaló que Lviv “se encuentra ahora en calma, pero en realidad no podemos saber cuánto tiempo seguirá así y cuál será el próximo objetivo de Rusia”.

La invasión rusa de Ucrania no solo ha lanzado a Europa a su guerra terrestre más grande desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, sino también ha dejado a los dirigentes políticos europeos y los ciudadanos sintiéndose casi fuera de lugar y tiempo. Escenas como las que se suscitaron en la estación de trenes de Lviv, donde los soldados y sus parejas se despedían, no se veían desde hace 75 años y solo aparecían en las películas.

Zapotochna -la joven que llegó a Polonia con su hijo enfermo- explicó que ella y su marido decidieron que ella debía llevar a su hijo a un lugar seguro. Su viaje en un vehículo hasta la frontera con Polonia duró 28 horas. “Espero poder volver a Ucrania. Necesito volver. Este no es mi país”, dijo, mientras su suegra, residente en Polonia, la recibió, llorando de emoción, en la frontera.

“Creo que todavía vivimos en el siglo 21, aunque no lo parezca”, reflexionó Zapotochna.

Voluntarios ofrecen transporte y alojamiento en y hacia las ciudades polacas a medida que los refugiados ucranianos llegan en ómnibus. Foto: AFP.
Voluntarios ofrecen transporte y alojamiento en y hacia las ciudades polacas a medida que los refugiados ucranianos llegan en ómnibus. Foto: AFP.

Dos hermanas ecuatorianas son protagonistas de riesgoso viaje

Más de doce horas les tomó a las hermanas ecuatorianas Carolina y Diana Constante llegar hasta la frontera de Ucrania con Polonia desde Kiev, de donde salieron el jueves deprisa tras los primeros bombardeos rusos. “Tomamos lo más indispensable: un poco de ropa, zapatos, aseo personal y algo de comida imperecedera. Nos subimos al auto y salimos”, contó Carolina en conversación telefónica mientras hacían una kilométrica fila para cruzar el paso fronterizo con Polonia.

Las dos hermanas son parte de los 700 ecuatorianos que están en Ucrania, la mayoría estudiantes universitarios.

“Algunos consiguieron salir tres días atrás en los últimos vuelos, que estaban muy caros,. Ahora ya no hay vuelos, casi no hay trenes y las carreteras están muy congestionadas”, señaló Carolina, quien terminó un máster en relaciones internacionales.

“La comida se termina, y la nafta igual”, advirtió Carolina, que también viaja con su hijo. “Los bancos están cerrados y no están dando dinero. Solo en los cajeros puedes sacar un máximo de 3.000 grivnas (100 dólares) diarias”, lamentó. (Con información de EFE)

Los rostros marcados por el miedo y las dudas

Eslovaquia ha recibido varios miles de refugiados desde la vecina Ucrania, en su gran mayoría mujeres y niños. Con rostros marcados por el miedo, la incertidumbre y la preocupación, cientos de ucranianos atravesaron el paso fronterizo de Ubla, en el extremo este de Eslovaquia.

Similar es la situación en Vysne Nemecke, otra localidad fronteriza situada unos 35 kilómetros más al sur, a donde se desplazó el primer ministro eslovaco, Eduard Heger, para recibir a los refugiados y asegurar que ingresen sin dificultades. En Ubla, la gente cruza la frontera a pie, pero a Vysne Nemecke se entra en vehículos. (EFE)

Rusos que agradecen a Putin por protegerlos

Viven a poca distancia de los combates, pero, cegados por las informaciones oficiales, prefieren mirar hacia otro lado, acusar a Ucrania de agredirlos, pensar que su ejército realiza una operación limitada en algunas zonas y

agradecer a Vladimir Putin por protegerlos.

“¿Combates? No, no son combates, son entrenamientos tácticos, no hay ataque (liderado por) Rusia”, asegura Evguéni Kotegov, de 54 años, bajo una estatua de Lenin en la plaza central de un pueblo en la región de Rostov, a unos kilómetros de la frontera ucraniana. Pese a los combates, este profesor retirado de una academia militar prosigue: “Rusia lidera entrenamientos tácticos sobre su territorio. ¿Su objetivo? No permitir que invadan a Rusia”.

Vladimir Karavayev, un exfuncionario del Partido Comunista de 80 años, se sorprendió al enterarse de los bombardeos en Kiev. Rápidamente digirió la información y dijo: “No hay otra solución. No creo que sea un conflicto de gran amplitud. Además, allá, hay mucha injusticia: los nazis están en el poder”, concluye este jubilado, antes de irse con su bicicleta.

Liudmila Yakovenko, de 38 años, trabaja en una granja a unos diez kilómetros de la frontera con el Donbás. Cuando el viento sopla en su dirección, dice que escucha la guerra. “Por la noche, podemos oír realmente los disparos, incluso de los aviones de combate”.

“Tengo la televisión encendida todo el tiempo”, agrega. Para ella, son los ucranianos los que atacan a Rusia. “Esperamos que Putin nos proteja de los ucranianos. Putin hizo un llamado a los ucranianos y les dijo: ‘Dejen las armas, regresen a casa’”, declara. “Nuestros soldados están en la frontera, pero no disparan, Putin no les deja disparar, no quiere que haya guerra”, analiza.

Entre los pocos residentes que dudan de lo que dice la televisión rusa, Nikita Michenko, de 28 años, compró algunos diarios. “Sé que hay episodios de guerra”, empieza tímidamente este reparador de aparatos electrónicos. “No hay que creer todo lo que se ve en la televisión, en las redes sociales, hay que pararse a pensar, hay que entender que los ciudadanos pacíficos no tienen responsabilidad”, manifiesta. “Ambas partes tienen a la vez razón y no”, añade y dice haber oído hablar de los combates cerca de Kiev y del puerto de Mariúpol. (Con información de AFP)

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