Multitudinarias marchas organizadas por los sindicatos y secundadas por los partidos de izquierda exigieron, ayer martes en Francia, por tercera vez en tres semanas, la retirada de la reforma de las pensiones del presidente Emmanuel Macron, que incluye una extensión de la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años de edad.
Dos de cada tres franceses, según los sondeos, se oponen al retraso de la edad de jubilación.
Respaldados por ese rechazo, los sindicatos libran una ofensiva con huelgas y protestas pacíficas que el 31 de enero se tradujo en la mayor manifestación contra una reforma social en tres décadas (entre 1,27 y 2,8 millones de personas en las calles).
La movilización, que sucede cuando el texto acaba de comenzar a debatirse en tensas sesiones de la Asamblea Nacional, abarcó, como las dos anteriores (19 y 31 de enero), huelgas parciales en varios sectores claves del país, como los transportes, la educación y la energía. Como en las otras dos movilizaciones, las organizaciones sindicales encabezaron las manifestaciones. La CFDT, la principal de Francia, y la Confederación General del Trabajo (CGT), la segunda en importancia, reprocharon a Macron y a su Gobierno su “sordera” ante la oposición de la opinión pública.
Pero, pese al fuerte rechazo, el gobierno mantiene su plan, que busca a su juicio evitar un déficit de unos 14.600 millones de dólares en la caja de las pensiones para 2030 y acercarse a la realidad en otros países europeos.
Por ahora, la relación de fuerzas parlamentaria le favorece. El lunes, en la primera jornada de debate plenario en la Asamblea (cámara baja), 292 diputados votaron en contra y 243 a favor de una moción de la izquierda que pedía la retirada del plan.
La próxima convocatoria contra el plan de las pensiones de Macron será este sábado 11 de febrero, cuando los organizadores esperan contar con más manifestantes en las calles.
En base a AFP