La presencia de la Guardia Nacional no intimidó a los manifestantes en la ciudad estadounidense de Baltimore (Maryland), algunos de los cuales desafiaron el toque de queda decretado tras la violencia y saqueos del lunes, que el presidente Barack Obama admitió generan "preguntas preocupantes".
Tras el comienzo de la primera noche bajo toque de queda a las 22.00 horas algunos grupos de manifestantes, principalmente jóvenes negros, se podían ver en las calles y la policía lanzó bombas de humo y gas pimienta para dispersarlos. El toque de queda, que regirá durante cinco noches, y el despliegue de miles de efectivos de la Guardia Nacional y refuerzos de la policía, fueron adoptados para prevenir nuevos incidentes en esta ciudad portuaria de 620.000 habitantes en la costa este, después de los disturbios que dejaron más de 140 vehículos quemados, 20 policías heridos, 235 sospechosos arrestados y cientos de comercios saqueados.
Los disturbios que paralizaron a Baltimore comenzaron tras el funeral de Freddie Gray, un hombre negro de 25 años que murió por severas lesiones en la columna vertebral ocho días después de haber sido detenido por la policía. Obama dijo a la prensa que "hemos visto demasiados casos de agentes teniendo contactos con personas, especialmente negros y casi siempre pobres, en formas que generan preguntas preocupantes".
La policía de Baltimore tendrá que hacer "una reflexión", dijo Obama, así como las comunidades que protagonizaron los disturbios. "Pienso que todos como país debemos hacer una reflexión. Esto no es nuevo. Ha sido así durante décadas", expresó.
"No volverá a pasar".
El gobernador de Maryland, Larry Hogan, recorrió las calles de la ciudad en la madrugada y visitó una barricada de la Guardia Nacional, donde dijo a la prensa que las autoridades asegurarían "que aquello que ocurrió anoche en Baltimore no vuelva a ocurrir".
"Esta violencia no será tolerada", dijo Hogan frente a la barricada, donde montaban guardia hombres armados con fusiles de asalto, al tiempo que prometió presencia "masiva" de fuerzas del orden. Líderes locales y nacionales formularon un llamado a la calma después de un nuevo capítulo de incidentes provocados por tensiones raciales.
"Fue horroroso al punto que mis hijos estaban llorando cuando tratábamos de retornar a casa", dijo Latania Graham, al evocar la noche del lunes.
"Yo siento que mis ancestros lucharon para que todo sea más calmo que esto. Pasar por esto 50 años más tarde es increíble para mí", añadió Graham, aludiendo a las luchas por los derechos civiles de los negros estadounidenses.
Muchos condenaron a los alborotadores, pero también hablaron de su desconfianza hacia la policía. Aretha Williams (45 años), empleada de una tienda, dijo frente a una línea de policías antidisturbios, en su mayoría blancos: "Creo que muchos de los policías son racistas... que obtienen una licencia para matar al convertirse en un oficial de policía."
Una jubilada de 68 años, quien se identificó apenas como Clarence, dijo que no había visto a Baltimore tan tensa desde los disturbios de 1968, cuando seis personas murieron, 700 resultaron heridas y gran parte del centro de la ciudad fue arrasado.
Este martes, las escuelas de Baltimore estaban cerradas como medida de seguridad, aunque muchas voces comentaban que eso podría tener un efecto contrario, dejando a muchos jóvenes y adolescentes en las calles.
El superintendente de Policía de Maryland, el coronel William Pallozzi, informó que movilizó 500 agentes hacia la ciudad y solicitó otros 5.000 hombres de ciudades de la región.
Por su parte, la Guardia Nacional informó tener disponibles 5.000 hombres y que desplegará una "enorme fuerza" para proteger personas y propiedades.
"Quienes violan el toque de queda se niegan a seguir las órdenes legales dadas por oficiales para que dejen la zona", señaló la policía en su cuenta de Twitter. El toque de queda regirá durante cinco noches.
Una madre indignada.
El lunes, Toya Graham reconoció a su hijo de 16 años en medio de los manifestantes, que iba vestido de negro y con el rostro cubierto por una capucha. Lo fue a buscar, lo agarró, le dio varias bofetadas y se lo llevó a casa sin contemplaciones, bajo el ojo de una cámara que lo registró. "Es mi único hijo varón y no quisiera que se convierta en otro Freddie Gray", declaró.
Otro caso en Los Angeles, esta vez fue un hispano.
Ayer se conoció la muerte de otro joven, Héctor Morejón, de origen hispano y de 19 años, quien falleció el pasado fin de semana por los disparos de un policía en Los Angeles. Según las declaraciones del abogado de la víctima, el ataque que ahora sale a la luz ocurrió cuando el policía atendió una llamada por vandalismo y disparó contra el joven al creer que le estaba apuntando con un arma, sin una advertencia verbal previa, evidencia de las tensiones raciales en EE.UU. Cuando el policía se acercó a detener al sospechoso se dio cuenta que no estaba armado. Morejón fue trasladado de inmediato a un hospital cercano, en estado grave, y murió horas después.
Hillary hizo un llamado contra el racismo.
La precandidata presidencial demócrata Hillary Clinton llamó ayer a Estados Unidos a enfrentar las "duras verdades" sobre el problema de "raza y justicia", en medio de los incidentes entre la comunidad afroestadounidense y la policía en Baltimore tras la muerte de un joven negro. "Tenemos que hacernos cargo de algunas duras verdades sobre raza y justicia en Estados Unidos", dijo Clinton en un discurso en la Universidad de Columbia, Nueva York, donde propuso reformas al sistema judicial penal y penitenciario del país.
"Hay algo profundamente equivocado cuando hombres afroestadounidenses tienen todavía muchas más posibilidades de ser registrados y detenidos por la policía, inculpados de crímenes y condenados a sentencias más largas que sus compatriotas blancos", afirmó. "Debemos encontrar nuestro equilibrio", agregó, señalando que "de Ferguson a Staten Island y Baltimore, las patrones se han vuelto inconfundibles e indiscutibles", en referencia a los incidentes de jóvenes negros desarmados abatidos por la policía ocurridos desde mediados desde el año pasado en distintas partes del país.
Su discurso tuvo lugar en un momento en que Estados Unidos vive un nuevo pico de tensiones raciales.
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