El gran proyecto europeo es desafiado
Protestas violentas en Francia, difícil acuerdo del Brexit y tres gobiernos con mayorías débiles.
Se suponía que este año la Unión Europea (UE) iba a poner su casa en orden. Por fin, iba a ratificar un acuerdo con el Reino Unido sobre su partida del bloque. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, con sus grandes planes de revitalizar el Viejo Continente, sería el sucesor de la canciller de Alemania, Angela Merkel, como el líder, de hecho, de la UE. Se iba a detener el retroceso de la democracia en Hungría y en Polonia. El populismo iba a quedar contenido.
Ojalá fuera el caso.
La agitación ahora es lo normal. Mientras otro año de furia llega a su fin, la diferencia es que la UE ya no tiene a un líder fuerte que la guíe a través de las crisis que siguen cambiando la agenda de forma drástica. Merkel desempeñó ese papel, pero ahora se encuentra en la parte final de su mandato y su voz tiene tono cada vez más bajo en los asuntos europeos. En Francia, Macron se enfrenta a protestas violentas protagonizadas por ciudadanos de la clase media reunidos en el movimiento de los chalecos amarillos —la prenda que todos los conductores deben llevar en sus vehículos en Francia— en reclamo de un aumento de su poder adquisitivo. Es una crisis nacional en estado avanzado de la cual Macron es responsable. Su presidencia se encuentra en riesgo.
En la última semana, la agitación política fue notoria a raíz de los cambios en el gran psicodrama británico denominado Brexit. La primera ministra Theresa May hizo una rápida gira por las capitales clave de la UE para sostener reuniones de emergencia, como una penitente en una especie de desesperada peregrinación continental, en la que nuevamente buscó la ayuda de los europeos, con la finalidad de resucitar un acuerdo para que el Reino Unido abandone la UE, que tuvo que retirar de la votación en el Parlamento británico para evitar una derrota segura.
May buscó ayuda en Bruselas, pero se marchó con las manos vacías. Hay incertidumbre.

"Llegó el momento de la verdad, un momento de reconocimiento de que las cosas son más difíciles de lo que parecían hace un año", comentó Pierre Vimont, exdirector del servicio exterior europeo.
El hecho de que la agitación reciente provenga de los poderes históricos de Europa Occidental —en otros tiempos considerados las fuentes de estabilidad política— demuestra cómo no ha habido ningún rincón de Europa que haya sido inmune a las fracturas políticas que se han propagado por todo el continente desde la crisis financiera de 2008 y que después ganaron velocidad con la crisis migratoria de 2015.
Los líderes europeos se aprestan a establecer los términos para las próximas elecciones al Parlamento Europeo, que se realizarán en mayo. Las elecciones en la UE, a menudo, han frustrado a los votantes de los 28 Estados miembros del bloque, aunque los resultados podrían ser fundamentales en esta ocasión, debido a que los partidos de extrema derecha esperan usar las elecciones para aumentar su poder en Bruselas.
El interrogante inmediato y apremiante es quién puede organizar y liderar la UE ahora que está surgiendo una nueva generación de políticos, en Alemania y en otros países, señala Daniela Schwarzer, directora del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores. Al acercarse el final de los mandatos actuales de la Comisión y el Parlamento Europeos, y con Merkel y Macron debilitados, no hay ningún líder europeo convincente.
Preocupación.
Merkel ofrecía una voz seria a la UE que comandaba la atención global y podía dominar la cantidad cada vez mayor de líderes nacionalistas de otros Estados miembros. Sin embargo, su sucesora, Annegret Kramp-Karrenbauer, aunque es partidaria de la UE, resulta una neófita y tiene poca experiencia en política exterior. Además, los problemas políticos de Macron en Francia, significan que la alianza entre franceses y alemanes en el centro de la creación de las políticas de Europa se encuentra en un estado profundo de desorganización.
"Con el Brexit y el aumento de la tensión y la polarización entre los gobiernos de la UE, así como el debilitamiento del sistema de Bruselas, hay más trabajo para las iniciativas nacionales y multilaterales", comentó Schwarzer. "Pero si eliminamos esa parte, necesitamos líderes, al menos gente que pueda motivar y dirigir pequeños grupos de países".
Dominique Mosi, polítologo francés del Institut Montaigne —un centro de investigación— señaló que se había reducido el liderazgo europeo porque los dirigentes de países clave como el Reino Unido, Francia y Alemania ahora están concentrados en lo que sucede al interior de sus países y "tienen poco poder en un escenario de deterioro competitivo".

"En este momento la UE debería jugar un papel importante, pero solo está preocupada y obsesionada por sí misma y por lo que sucederá mañana en el Reino Unido, Francia y Alemania", indicó, para luego añadir que "lo más preocupante es la Francia de Macron, quien iba a ser el portador de la llama de la esperanza, pero ahora transporta la desesperación y la ira".
La agitación política que amenaza a la república francesa, tan central para el proyecto europeo, sería devastadora, aseguró Mosi. "Si Macron fracasa, el futuro de Francia es el presente de Italia", teme Mosi, con un regreso de los extremos, en especial la Agrupación Nacional, de extrema derecha, que lidera Marine Le Pen.
Impacto que tiene la migración, causa ira
Pierre Vimont, exdirector del servicio exterior europeo, advierte que los problemas de la Unión Europea trascienden al Reino Unido, Francia y Alemania, debido a que también incluyen a países como Suecia, el cual todavía no tiene un gobierno a raíz de un sólido voto populista; Bélgica, donde el partido populista de derecha acaba de abandonar el gobierno por el tema de la migración; y España, Holanda y Dinamarca, donde las mayorías del gobierno son débiles y la ira popular crece como consecuencia de asuntos como la migración, el Islam y la identidad.
"Hay diferentes formas, pero la causa es la misma: la política económica, la globalización, las nuevas tecnologías, un nuevo mundo multipolar, el ascenso de China", comenta Vimont. "Se reduce a la insatisfacción de una gran cantidad de ciudadanos en la UE, que están alzando la voz fuerte y claro, y aún no hay nadie que proponga un futuro que tome en cuenta ese descontento".