Un grupo de antiguos habitantes del altiplano cundiboyacense, en Colombia, que vivieron hace aproximadamente 6.000 años, no comparten linaje genético con otros pueblos indígenas de América, según revela un estudio publicado en la revista Science Advances. El hallazgo, en el que participó la bióloga colombiana Andrea Casas Vargas, plantea nuevas hipótesis sobre las oleadas migratorias que poblaron Sudamérica.
La investigación fue desarrollada por un equipo multidisciplinario conformado por once científicos, incluidos investigadores de la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de Los Andes, la Universidad de Tübingen y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania.
La profesora y arqueóloga Ana María Groot, de la Universidad Nacional de Colombia (Unal), fue la primera en iniciar la investigación en los años 90.
Entre los hallazgos más relevantes está la identificación de un linaje genético desconocido en los individuos más antiguos del estudio, que contrasta con el patrón migratorio previamente aceptado para el continente americano.
Este fenómeno dio origen a múltiples poblaciones en América del Sur durante el poblamiento temprano del continente.
Los hallazgos sugirieron que estos cazadores-recolectores hacen parte de una rama temprana que no contribuyó genéticamente a las poblaciones posteriores de la región andina.
Un linaje sin conexión con América
Andrea Casas Vargas, bacterióloga de la Universidad de Santander y doctora en biología, explicó a El País de Madrid que el estudio analizó los genomas completos de 21 individuos hallados en distintos yacimientos arqueológicos del altiplano cundiboyacense, como Checua (Nemocón, Cundinamarca) y la laguna Herrera (Madrid, Cundinamarca).
Los restos abarcan desde el período precerámico hasta el agrocerámico, cubriendo un rango temporal de entre 6.000 y 500 años antes del presente.
El grupo más antiguo, perteneciente a cazadores-recolectores nómadas, presentó un linaje genético que no se relaciona con ninguna población indígena conocida del continente.
la evidencia apunta a una discontinuidad biológica: los habitantes del periodo formativo no descienden de los precerámicos, sino que representan una nueva ola poblacional, de acuerdo con información recogida previamente por El Tiempo.
“No tienen una conexión ancestral con los demás pueblos de América, lo que indica una posible oleada migratoria distinta que no había sido documentada hasta ahora”, señaló Casas al medio citado.
Sin descendientes actuales
El equipo también concluyó que este grupo genético no dejó descendencia. Al comparar las secuencias genéticas con otras de periodos posteriores —formativo y agrocerámico— y con comunidades indígenas actuales, no se encontró rastro de ese linaje.
Esto sugiere que los portadores de este ADN desaparecieron sin dejar huella genética en generaciones posteriores.
Las razones detrás de esta desaparición aún no están claras. Según Casas, podrían estar relacionadas con factores ambientales, pero es un aspecto que debe ser investigado por arqueólogos especializados en cambios climáticos y ecológicos de la región.
ADN mitocondrial vs. genoma completo
Hasta hace poco, muchos estudios genéticos en Colombia se enfocaban en el ADN mitocondrial, que se hereda por línea materna. “Con él puedes saber, por ejemplo, si tu origen materno es amerindio, europeo o africano”, detalló Casas a El Tiempo.
Pero el estudio del genoma completo va mucho más allá: analiza tanto el ADN nuclear como el mitocondrial, permitiendo reconstruir una imagen mucho más precisa de los ancestros.
Por eso, aunque el laboratorio de genética de la Universidad Nacional está adaptado para ADN mitocondrial, el análisis completo tuvo que hacerse en Alemania, en colaboración con la Universidad de Tubinga.
Este tipo de análisis es costoso. Aunque en Colombia existe la capacidad técnica para hacer genomas completos, las limitaciones presupuestales obligaron a buscar alianzas en el exterior.
Nuevas conexiones y confirmaciones
En contraste, los restos de épocas más recientes mostraron afinidades genéticas con poblaciones actuales de Panamá y Mesoamérica.
Esta información respalda la hipótesis de que los muiscas, guanes y otros pueblos agrocerámicos de la región pertenecen a la familia lingüística chibcha, con origen en Mesoamérica.
Así, la genética confirma una conexión que ya se intuía por evidencias arqueológicas y lingüísticas.
Avances tecnológicos y próximos pasos
De acuerdo con Casas, el estudio utilizó técnicas avanzadas de secuenciación de ADN antiguo, un proceso complejo que requiere laboratorios especializados y condiciones extremadamente cuidadosas para evitar la contaminación de las muestras.
La investigación comenzó en 2019, pero fue interrumpida parcialmente por la pandemia. El análisis genético fue financiado y liderado por el grupo alemán, mientras que la recolección y selección de muestras estuvo a cargo del equipo colombiano, especialmente del profesor José Vicente Rodríguez Cuenca y su colección de restos óseos en la Universidad Nacional.
El artículo fue compartido con el cabildo indígena de Suba, en cumplimiento con los principios éticos del equipo investigador.
Ahora, los científicos planean ampliar la investigación hacia otras regiones del país con poblaciones que aún no han sido estudiadas mediante secuenciación de genomas completos.
“Cambia completamente lo que conocíamos hasta el momento de las diferentes oleadas de Suramérica”, resumió Casas Vargas a El País.
María Paula Rodríguez Rozo, El tiempo/GDA