TOKIO - El primer ministro Junichiro Koizumi observó ayer la llegada del nuevo año con una visita a un santuario dedicado a los soldados japoneses caídos en combate o en acto de servicio, gesto que fue criticado por China y Corea del Sur así como los legisladores de la oposición.
Las visitas de los políticos japoneses al santuario capitalino de Yasukuni indignó a varios países asiáticos que fueron invadidos y ocupados por las fuerzas imperiales japonesas antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero Koizumi visitó el santuario justo cuando Japón se dispone a enviar soldados a Irak —su mayor fuerza expedicionaria despachada a ultramar en casi 60 años— lo que podría generar mayores protestas de algunos sectores asiáticos recelosos del papel militar que está adquiriendo el imperio del Sol Naciente bajo Koizumi.
DONATIVO. Koizumi llegó al santuario Yasukuni en medio del público que festejaba la llegada del nuevo año. Fue acompañado por un sacerdote del sintoísmo vestido de blanco y ofreció un donativo personal de 30.000 yenes (280 dólares).
Koizumi dijo que decidió efectuar la visita —su cuarta desde que ocupó el cargo de primer ministro en abril del 2001— para rezar por la "paz y prosperidad de Japón".
"Japón no descansa solamente en los esfuerzos de la gente que vive ahora ... Japón se levanta sobre el sacrificio de otros en el pasado", indicó a los periodistas.
El santuario de Yasukuni fue levantado en honor de unos 2,5 millones de soldados japoneses caídos en combate y actos de servicio, entre ellos el general y primer ministro Hideki Tojo, ahorcado por los norteamericanos tras concluir la Segunda Guerra Mundial por crímenes de guerra.
"Cada país tiene su propia historia y tradición. Creo que lo entenderán otros países", dijo Koizumi. AP