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El papa Francisco presidió la Vigilia Pascual y habló a los "pueblos destruidos por el mal y la injusticia"

El sumo pontífice se hizo presente en la larga ceremonia típica del llamado "Sábado de Gloria", tras haber suspendido a último momento su participación en el Vía Crucis del Viernes Santo.

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El papa Francisco presidiendo la Vigilia Pascual de 2024.
El papa Francisco presidiendo la Vigilia Pascual de 2024.
Foto: AFP

EFE, AFP
El papa Francisco presidió este sábado 30 de marzo de 2024 la misa de la Vigilia Pascual en la basílica de San Pedro, después de renunciar al Vía Crucis del viernes 29 para "salvaguardar su salud".

En esta larga celebración de más de dos horas de duración, que conmemora la espera de la resurrección de Jesús, el sumo pontífice participó en todos los ritos y leyó con buena voz, después de haber decidido a última hora no acudir al Coliseo para el Vía Crucis del Viernes Santo tras días de padecer problemas respiratorios. En tanto, la presencia en las ceremonias de este sábado y del Domingo de Resurrección, permanecían en pie. Su presencia este sábado 30 fue confirmada por el Vaticano al mediodía.

Jorge Bergoglio, de 87 años, llegó a la basílica poco antes de las 19:30 horas locales (las 15:30 en Uruguay) en silla de ruedas, en presencia de miles de peregrinos de todo el mundo.

En la homilía de la Vigilia Pascual, Francisco expresó: "A veces sentimos que una lápida ha sido colocada pesadamente en la entrada de nuestro corazón, sofocando la vida, apagando la confianza, encerrándonos en el sepulcro de los miedos y de las amarguras".

El papa los llamó los "escollos de muerte" y dijo que "son todas las experiencias y situaciones que nos roban el entusiasmo y la fuerza para seguir adelante".

Y, entre ellas, citó "la muerte de nuestros seres queridos, que dejan en nosotros vacíos imposibles de colmar; en los fracasos", "los muros del egoísmo y de la indiferencia, que repelen el compromiso por construir ciudades y sociedades más justas y dignas para el hombre" y "todos los anhelos de paz quebrantados por la crueldad del odio y la ferocidad de la guerra".

El discurso del papa entonces prosiguió asegurando que "Jesús es nuestra Pascua, aquel que nos hace pasar de la oscuridad a la luz, que se ha unido a nosotros para siempre y nos salva de los abismos del pecado y de la muerte, atrayéndonos hacia el ímpetu luminoso del perdón y de la vida eterna.

Francisco se dirigió entonces a los "pueblos destruidos por el mal y golpeados por la injusticia, pueblos sin tierra, pueblos mártires" para que alejen "en esta noche los cantores de la desesperación".

La ceremonia, una de las más largas de la tradición y cargada de simbolismos, comenzó con la bendición del fuego en el atrio de la Basílica de San Pedro y el encendido del cirio pascual. El papa marcó la vela con la inscripción de la primera y la última letra del alfabeto griego —alfa y omega— que simbolizan que Dios es el principio y el fin en una basílica totalmente a oscuras.

El papa Francisco con la vela de la bendición del fuego, en la Vigilia Pascual de 2024.
El papa Francisco con la vela de la bendición del fuego, en la Vigilia Pascual de 2024.
Foto: AFP

Después, se produjo la tradicional procesión con la entrada de los concelebrantes en total silencio y a oscuras, y solo con las velas encendidas para representar la ausencia de luz tras la muerte de Jesucristo.

Solo después de que el diácono pronunció tres veces la frase "Lumen Christi" (la luz de Cristo, en español) se encendieron las luces de la basílica y comenzó la misa ante 6.000 fieles.

Esta ceremonia sigue la tradición de los primeros años de la Iglesia, la de los catecúmenos, los adultos que aspiraban a convertirse al cristianismo y, por ello, también se celebró la bendición del agua, y Francisco bautizó a ocho adultos de diferentes nacionalidades: cuatro italianos, dos coreanos, un japonés y un albanés.

El papa Francisco bautizando a una mujer durante la Vigilia Pascual de 2024.
El papa Francisco bautizando a una mujer durante la Vigilia Pascual de 2024.
Foto: AFP

En esta Semana Santa vaticana, no se ha podido disfrutar de la presencia tras el altar del imponente baldaquino de San Pedro de Gian Lorenzo Bernini, pues permanece cubierto debido a que se está procediendo a una restauración en vista del Jubileo del próximo año.

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