De película: capo narco argentino planeaba fuga de la cárcel en helicóptero y un detalle desarmó su operativo

Además, el delincuente había comprado un ejército de policías para eliminar a Los Monos, su banda rival en Rosario.

Esteban Alvarado, el narco que planeó una fuga de película de la cárcel de Ezeiza
Esteban Alvarado, el narco que planeó una fuga de película de la cárcel de Ezeiza
Foto: Marcelo Manera, La Nación (GDA)

Esteban Alvarado quería quedar en la historia. Ver en los diarios el titular: “La fuga del siglo”. Era la primera vez que alguien dentro de una cárcel federal de Argentinase había animado y contaba con los recursos, dinero y logística, para planear que un helicóptero lo rescatara del patio de la penitenciaría. Pero una casualidad, con un enemigo de por medio, hizo fracasar su ambicioso proyecto. En el día D para irse, se hicieron allanamientos en simultáneo en los penales de Ezeiza, Marcos y Rawson contra la banda de su rival Ariel Cantero, Guille, el líder de Los Monos, que lo obligó a posponer una semana su plan, que se frustró tras un operativo de la Policía Federal Argentina (PFA) y la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar).

Según el plan de Alvarado, el helicóptero tardaría unos 20 segundos entre que descendía, se aproximaba al suelo y ellos trepaban por una red hasta los “patines” de la aeronave. Viajarían colgados. En menos de un minuto el helicóptero aterrizaría en un campo en General Rodríguez, donde lo esperarían a Alvarado miembros de su banda armados hasta los dientes, con vehículos para emprender la fuga definitiva, que no logró ser desentrañada en la investigación. Probablemente, el destino final era Paraguay.

De acuerdo a la investigación que realizó la Procunar y la fiscal federal Cecilia Incardona, luego de una denuncia del Ministerio de Seguridad de la Nación, estaba previsto que el plan de fuga se pusiera en marcha el viernes de la semana pasada. Pero ocurrió un imprevisto.

Ese día, la Procunar, al mando del fiscal federal Diego Iglesias, y los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery, de la Unidad de Crimen Organizado de Rosario, pidieron allanar los penales de Marcos Paz, Ezeiza y Rawson, por una causa que tenía como protagonista a Guille Cantero, líder de Los Monos, y a otros integrantes de la banda. Los procedimientos fueron ordenados por los jueces federales el juez federal de Morón Jorge Rodríguez y su colega de Rosario Marcelo Bailaque.

Ese día, Lobo, el apodo que usaba el piloto que iba a ir a rescatar a Alvarado en un helicóptero, admitió en diálogo con Alvarado que debían abortar el plan. “Qué quilombo, que lo parió, que bárbaro”, dijo el piloto. “Estoy obligado a decirte que yo cuido a los míos y por los míos mato y muero”, le escribió Alvarado, sin rodeos.

Los allanamientos y requisas en las celdas de Los Monos, enemigos de Alvarado, lo obligaron a posponer una semana el plan para escapar de Ezeiza. Nadie se había animado o había tenido los medios y el dinero para proyectar un escape de una cárcel de esa manera.

Alvarado quería quedar en la historia, como lo hicieron el estadounidense Joel David Kaplan y el venezolano Carlos Contreras en 1971, cuando con un helicóptero se fugaron de la cárcel de máxima seguridad de Santa Martha Acatitla, en México. Se la conoció como la “fuga del siglo”. Estos dos reclusos, con causas por homicidio, tráfico de armas y narcotráfico, escaparon del patio del penal en un Bell modelo 47. El cine retrató la historia con épica cuatro años después en la película Breakout, protagonizada por un recio de la época Charles Bronson.

El plan había comenzado con la compra del helicóptero en Paraguay, donde Alvarado tiene aceitados contactos desde décadas gracias a su madre, que era contrabandista de cigarrillos y traía cargamentos en avionetas desde Asunción.

Su hijo se encargó después en diversificar el negocio y en vez de usar las aeronaves para traer tabaco las utilizó para trasladar cocaína, como consta en la primera investigación contra este narco en 2013, cuando la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) obtuvo en un allanamiento el video del aterrizaje de una avioneta en un campo cercano a Rosario. Con ese registro habían pedido al juez Bailaque la intervención de varios teléfonos, algo que fue rechazado por el magistrado y congeló la investigación, como fue expuesto en el juicio contra Alvarado en el que fue condenado a prisión perpetua por el crimen del financista Lucio Maldonado.

Con dinero de Alvarado, un piloto santafesino compró la aeronave en Paraguay de manera legal. Luego fue trasladada a un hangar en Gualeguaychú, donde quedó guardada hasta que se puliera en marcha el plan de fuga. En las conversaciones que Alvarado mantiene con Lobo, el piloto, se desprende el miedo que tiene a colgarse del helicóptero, algo que –de acuerdo al plan– debía hacer cuando la aeronave descendiera en uno de los patios de la cárcel de Ezeiza.

En varias charlas, el narco rosarino le planteó a Lobo la posibilidad de buscar alguna alternativa más segura, porque tenía dudas de que el helicóptero no soportara el peso de los dos presos que tenían previsto fugarse y que se iban a colgar en uno de los “patines” de la aeronave.

Por eso, Alvarado le pidió que comprara una red de soga, que luego proyectaron cómo colgar para evitar que el helicóptero quedara desbalanceado. Lobo le contó además que practicó varas veces el descenso y el trayecto. Tardarían en total unos 20 segundos en descender y cargar a los dos presos. “Los va a sorprender a todos. Nadie se lo va a imaginar”, se jactó Alvarado.

La otra pata del plan era que la aeronave debía sacarlos del penal y llevarlos a un campo en General Rodríguez. Allí los estarían esperando otros miembros de la banda, con autos, camionetas y armas, para emprender la fuga hacia otro lugar, que no se sabe dónde era.

El plan quedó neutralizado por los investigadores y por un operativo de detectives PFA, que también tiene tintes de cinematográfico. Como ya sabían que el plan se iba a poner en marcha ayer, dejaron que el helicóptero despegara de Gualeguaychú, y luego fuera a hacia la provincia de Buenos Aires. La aeronave fue interceptada en Moreno, y desde ese momento se realizaron acciones conjuntas tanto dentro como fuera del penal de Ezeiza. El resultado: cuatro personas detenidas.

Policías comprados para eliminar a Los Monos

Esteban Lindor Alvarado, de 43 años, el jefe narco de Rosario que estuvo a punto de protagonizar la cinematográfica fuga de la cárcel de Ezeiza, rompió la matriz que regula la actividad del tráfico de estupefacientes y eligió integrar a efectivos de la Policía de Santa Fe a su organización criminal y les pagó para que trabajaran para su banda.

Una de las tareas clave para expandir su territorio que les encargó a los jefes policiales que trabajaron en su organización fue la de sacar del medio a la banda de Los Monos, comandada por el clan Cantero. A pesar de estar detenido desde 2012, Alvarado no perdió poder. Al contrario, hizo crecer su organización desde la cárcel. Compró voluntades de los agentes penitenciarios e instaló una oficina en su calabozo, cuando pasó por la cárcel de Campana, en 2013.

Alvarado, enfrentado con el clan Cantero y socio de Luis Medina, conocido como el Tony Montana rosarino, rompió con la matriz que impusieron Los Monos. Alvarado logró que los policías trabajaran para él.

La investigación, que en parte, puso al descubierto la vinculación entre los policías y Alvarado comenzó a partir del homicidio del prestamista Lucio Maldonado, ocurrido en noviembre de 2018. Durante la pesquisa, a cargo del Ministerio Público Fiscal, se determinó que el asesinato habría sido ordenado por el mencionado jefe narco.

Dos días después de que fuera secuestrado en su domicilio, el cuerpo de Maldonado apareció baleado en el inicio de la autopista Rosario-Buenos Aires con un cartel que decía:“Con la mafia no se jode”.

LA NACIÓN (GDA)

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