BRASIL
Devastadores deslizamientos de tierra en la ciudad causaron al menos 136 muertos, entre ellos 26 niños.
Los equipos de rescate continuaban ayer sábado sacando cuerpos del fango tras los devastadores deslizamientos de tierra que provocaron las lluvias en la ciudad brasileñade Petrópolis, con saldo de al menos 136 muertos, entre ellos 26 niños.
En medio de una densa niebla, los socorristas buscan por quinto día cuerpos y eventuales sobrevivientes entre los escombros y el lodo.
En el corazón de la zona del desastre, los rescatistas ocasionalmente hacen sonar sus silbatos para pedir silencio y escuchar señales de vida.
Pero las autoridades advierten que hay pocas esperanzas de encontrar sobrevivientes de las torrenciales lluvias ocurridas el martes, que convirtieron en caudalosos ríos las calles de esta ciudad en las montañas del estado de Rio de Janeiro.
Las lluvias provocaron deslizamientos de tierra en los barrios pobres de las laderas, que arrasaron con prácticamente todo a su paso.
Las autoridades dieron cuenta del rescate de 24 personas con vida, pero ello fue principalmente en las primeras horas después de la tragedia.
La policía del estado de Rio de Janeiro dijo que hasta la noche del viernes había 218 personas desaparecidas. En tanto, se identificaron 91 de los 136 cuerpos recuperados hasta el momento.
Muchos de los desaparecidos pueden estar entre los cuerpos aun no identificados. Pero los números han sido confusos y es difícil saber qué tan alto podría ser el número de muertos.
El presidente Jair Bolsonaro, que el viernes sobrevoló la zona del desastre en helicóptero, dijo que Petrópolis sufrió una “intensa destrucción, una imagen casi de guerra”.
La del martes fue la última de una serie de letales tormentas que azotaron a Brasil en los últimos tres meses y que según los expertos empeoran con el cambio climático.
Las fuertes lluvias dejaron al menos 188 muertos, principalmente en el estado de Sao Paulo (sureste) y en el estado de Bahía (noreste), así como en Petrópolis.
"Como hormigas".
El regreso a la normalidad estaba siendo lento en Petrópolis, una ciudad turística que fue la capital de verano del imperio brasileño en el siglo XVIII.
Empleados se afanaban en limpiar las tiendas en el centro de la ciudad, donde había pocos negocios abiertos aparte de los esenciales, como supermercados y farmacias.
Los funcionarios de la ciudad colocaron un nuevo centro de recolección de donaciones en una carretera en las afueras de la ciudad en un intento por disminuir el caos de tráfico creado por enjambres de ambulancias, maquinaria pesada y camiones cargados con alimentos, agua y ropa donados.
La montaña de lodo y escombros es inestable, por lo que la búsqueda se realiza con herramientas manuales y motosierras en los lugares de difícil acceso, dado que sería arriesgado traer las excavadoras que se utilizan cerca del pie de la ladera.