AGENCIAS Y GRUPO DE DIARIOS AMÉRICA (GDA)
Colombia y Estados Unidos pidieron la extradición de Juan Carlos Ramírez Abadía, "Chupeta", alto jefe del narcotráfico detenido el martes en Brasil y uno de los hombres más buscados del mundo.
El proceso de extradición puede tardar meses o años, reconoció ayer Fernando Franceschini, agente de la Policía Federal (PF) brasileña que estuvo a cargo de la captura de quien fuera considerado, al mismo tiempo, el "heredero" de Pablo Escobar -capo del extinto Cártel de Medellín, asesinado en 1993- y una suerte de "consentido" de Miguel Rodríguez Orejuela -uno de los jefes del disuelto Cártel de Cali-. Eso dependerá de la resolución de la Corte Suprema de Brasil.
La Agencia Estadounidense Antidrogas (DEA, por la sigla en inglés), que había ofrecido cinco millones de dólares por su captura y lo consideraba el narcotraficante más buscado, formalizará ante el gobierno brasileño el pedido de extradición. La misma petición realizará Colombia, a través de su fiscal general, Mario Iguarán. En Brasil era buscado por lavado de dinero y tráfico de drogas. Washington -que según Franceschini lo tenía como el hombre más buscado del planeta, luego de Osama Bin Laden- seguía sus pasos desde 2002, cuando abandonó una prisión de Cali donde cumplió pena de seis años por narcotráfico.
Ramírez Abadía, alias "Chupeta", alias Marcelo Javier Unzué, alias "Tonho", tiene 44 años y un patrimonio estimado en 1.800 millones de dólares. A los 25 años se convirtió en el jefe más joven que jamás tuvo el Cártel de Cali, durante su última etapa; luego, se convirtió en uno de los líderes del Cártel Norte del Valle, "heredero" de esa asociación delictiva.
"Afortunadamente terminó la era de Chupeta", dijo ayer Oscar Naranjo, director de la policía colombiana. Se cree que bajo su responsabilidad se cometieron 315 asesinatos (300 en su propio país, los otros quince en Estados Unidos). Sin embargo, este jerarca policial descartó que Ramírez tuviera la misma dimensión criminal que Pablo Escobar, con quien se lo compara. "La única relación entre ambos es que utilizaron la violencia de manera sistemática", afirmó. De todas formas, se cree que su detención puede asestarle un golpe mortal al Cártel del Norte del Valle (ver nota aparte).
lejanía. Desde 2005, ya radicado en Brasil, se dedicó a controlar una red de negocios que se financiaban, a distancia, con dinero proveniente de la cocaína refinada por el cártel, hoy y desde mediados de la década de 1990 la banda narcotraficante más poderosa de Colombia.
"Su negocio era estar lejos de la droga, haciendo vida de millonario, inyectando a sus empresas el dinero del narcotráfico", señaló Franceschini. Esa lejanía incluía una operativa en varios países, como Uruguay (ver infográfico).
El decomiso en Cali, en enero, de 90 millones de dólares que el capo tenía ocultos en diferentes escondites, fue la pista que dio aire a la investigación y la captura del martes.
cirugías. Cuando fue detenido en su propia lujosa mansión de Barueri, San Pablo, sólo fue posible reconocerlo a través de sus huellas dactilares. Su fisonomía mostraba cambios tremendos, producto de unas cuatro cirugías estéticas. La reducción de sus pómulos, el perfilamiento de su nariz y su mentón partido lo hacían irreconocible.
"Chupeta" vivía en una casa en la que se encontraron seis vehículos -entre ellos un Alfa Romeo-, diez televisores de plasma de 72 pulgadas, 56 relojes Rolex, Bulgari o Cartier, estimados en 50 mil dólares cada uno, 150 teléfonos celulares, más de medio millón de billetes verdes en efectivo, además de un gimnasio equipado por U$S 130 mil para practicar su pasión desde la adolescencia: el fisicoculturismo. Varios videos dedicados a esa especialidad, esparcidos por toda la casa (que a su vez estaba valuada en un millón de dólares), dan buena cuenta de su afición.
Quienes lo han tratado, afirman que su personalidad se divide entre modales correctos, propios de una persona culta e instruida, y un hombre sediento de sangre que no toleraba la más mínima disidencia. "Chupeta", el mote que respondía a su pasión por las golosinas, reflejaba tal vez su único costado dulce. "Marcelo Javier Unzúe" rezaba el pasaporte argentino con el que se desplazaba de un lado a otro (otra curiosidad: "Tonho" es el apodo correspondiente a ese alias).
Nacido en la localidad colombiana de Palmira, en una familia de clase media y mediocre estudiante, otra de sus pasiones, los caballos, lo llevó a vincularse con el capo Iván Urdinola. En 1986 comenzó su ascendente carrera en el narcotráfico. Desde el martes, ocupa una celda en la sede de la PF en San Pablo. La DEA pidió que sea monitoreado las 24 horas. "Es un pez muy gordo para correr riesgos", afirmaron.
Operativa de dos años
La "Operación Harapos", llevada adelante por la policía brasileña en colaboración con la de otros países, entre ellas la uruguaya, insumió dos años.
Según se reveló cuando su captura, la cocaína y la heroína procesadas en Colombia eran enviadas a Europa y Estados Unidos; unas mil toneladas en una década.
Desde ahí, a través de ramificaciones del cartel en México y España, el dinero obtenido era transferido a Uruguay, donde era depositado en cuentas del Banco República a nombre de André Telles Barcellos, Elaine Barcellos y Milareth Torres (los dos primeros brasileños y la última, colombiana, esposa de Ramírez). Estos son los únicos nombres revelados de cómplices del jefe narco.
Ahí el efectivo se blanqueaba y llegaba "limpio" a Brasil. Una vez ahí, el dinero era distribuido en alguna de las 16 empresas que poseía en ese país. Esto incluía haciendas ganaderas, empresas industriales, mansiones y hoteles.
El siguiente paso, según el organigrama mostrado por la PF, no deja lugar a dudas: van por el Cartel Norte del Valle.