Daniel Herrera Lussich en Washington | Corresponsal Permanente
Los elogios y las flores que intercambiaron ayer el presidente George W. Bush y el primer ministro Tony Blair, en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, coincidiendo con una defensa ardiente del frente común en la guerra de Irak, fueron la prueba de que era la ceremonia de despedida oficial, sin bombos ni platillos, pero con un toque emotivo, sin arrepentimientos. Solo un sencillo "muchas gracias" que el presidente de Estados Unidos ofreció al todavía jefe del gobierno británico (el 27 de junio deja el cargo, seguramente, al actual ministro de Economía, Gordon Brown), en reconocimiento por su constante "lealtad y amistad hasta las últimas consecuencias". Y simultáneamente también un público respaldo de Tony Blair, impopular hoy en su país, pero "querido y considerado un amigo" por el pueblo americano, a un Bush, que todavía con casi dos años de gobierno por delante, se ve acosado por serios problemas que golpean las puertas de la Casa Blanca.
Nadie duda que fue la última visita a Estados Unidos como "inquilino del 10 de Downing Street" del mayor aliado en la política exterior de Washington y en especial en los conflictos de Medio Oriente.
Cuando estaban los dos de pie, antes de la conferencia de prensa, el asesor de la Casa Blanca, Ari Fleischer, en voz alta remarcó "¿Quién hubiera supuesto seis años atrás que un conservador como George W. Bush y un laborista como Tony Blair tendrían miradas sobre el mundo tan similares? No comentó para nada que los resultados no han sido muy satisfactorios: uno obligado a alejarse del cargo después de 12 años y otro en los niveles más bajos históricamente para un mandatario de los EE.UU.. Ambos protagonistas por las mismas razones: la interminable y catastrófica guerra de Irak. Pero aclaró Fleischer que en aquellos momentos pensó: "lo único que pueden tener de común es la marca de la pasta de dientes".
En un momento de la charla Blair sentenció: "El mayor peligro es que Estados Unidos se retire, que decida levantar los puentes y decirle al resto del mundo, bueno, vayan y resuélvanlo. Necesitamos a unos Estados Unidos comprometidos".
A su vez Bush expresó con devoción: "Blair es una persona notable, lo considero un buen amigo, lo echaré de menos, hemos hecho mucho juntos".
Luego Bush, en consonancia con su manera de ser, en otro pasaje comenzó a abrir el paraguas, como se dice popularmente, al expresar: "estoy deseando trabajar con el competente nuevo presidente de Francia, Nicolas Sarkozy".
También el humor se ha adueñado de la despedida de ambos gobernantes. El cómico Jay Leno, señaló en su programa de televisión: "Bush logró derrocar a otro gobierno", mientras a su vez el conocido animador Bill Maher, preguntó al aire en televisión: "Sin Blair, ¿quién va a traducir al inglés la política exterior de Bush?"