Lo que el gobierno de Milei negocia con la administración de Trump y va más allá de los aranceles comerciales

En las conversaciones, destaca el reemplazo de industrias chinas por estadounidenses, y cambios en la legislación de propiedad intelectual vinculados a los laboratorios farmacéuticos.

Reunion de Javier Milei con BID
Presidente argentino Javier Milei (2-i), y su embajador en Estados Unidos, Gerardo Werthein (i), durante una reunion con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Ilan Goldfajn (3i), y los gerentes del organismo, James Scriven (2-d) y Matias Bendersky (d) este jueves en Miami.
Foto difusión.

Ya está redactado el entendimiento por los aranceles con Estados Unidos, que involucra el principio de acuerdos a largo plazo para que la Argentina reemplace a China en ciertos rubros como proveedor; podría caer una norma que desate enormes presiones en sectores poderosos de la actividad privada.

Lo cierto es que los equipos de Trump y de Milei negocian la posibilidad de instalar en Argentina capacidad de producción industrial que reemplace la provisión china a Estados Unidos. La comitiva libertaria puso un pie en el centro del poder mundial en una semana atípica para los Estados Unidos. Israel había atacado a Irán y escaló rápidamente el nivel de alerta en las calles de Washington. Se notaba un despliegue mayor al habitual en las dependencias que responden a Donald Trump, algo que no le impidió a los funcionarios argentinos llevarse más de lo que pensaban.

Capitaneados por Gerardo Werthein y con el camino alisado por el trabajo de la embajada que maneja Alejandro Oxenford, pudieron llegar al despacho del influyente Howard Lutnick, secretario de Comercio norteamericano y hombre clave del presidente en el infinito rompecabezas de los aranceles con los que Estados Unidos está cambiando el comercio en el mundo.

El canciller y Oxenford estuvieron en el encuentro junto a Luis Kreckcler, funcionario clave de Werthein, y el diputado radical Alejandro Cacace, reclutado por Federico Sturzenegger (Desregulación) para trabajar en reformas estructurales. La conversación con Lutnick discurrió, en parte, por temas que aún pasan desapercibidos en la Argentina. El país está mirando el detalle del acuerdo por los aranceles que harán los gobiernos de Trump y Javier Milei, clave para la supervivencia a corto plazo de muchos sectores. Los funcionarios, en cambio, apuntan a una colaboración más amplia.

En medio de la pelea con China, Estados Unidos les viene transmitiendo a varios países su intención de encontrar otros proveedores confiables. Hay dos criterios preponderantes: que estén en el hemisferio occidental y que tengan buena relación con el gobierno de Trump, características con las que cumple la Argentina. Es algo así como un plan de sustitución de importaciones al estilo republicano, bajo la idea de que un clavo (occidental, amigo) saca a otro clavo (asiático, competidor).

A partir de ese criterio, los equipos de Werthein, Caputo y Sturzenegger creen que pueden trabajar en proyectos mucho más ambiciosos que un convenio limitado a esquivar los aranceles recíprocos de Trump. Ya se habla, incluso, de alternativas concretas para instalar en el país emprendimientos industriales para exportarle a Estados Unidos.

Existen puntos que generan disputa incluso al interior del gobierno argentino. Uno de ellos tiene que ver con las patentes de los medicamentos, que involucra a los laboratorios nacionales, un sector empresario al que se le atribuyen capacidades de convencimiento superiores al promedio. La Argentina tiene un lugar reservado desde hace tiempo en la lista de “vigilancia prioritaria”, donde se ubican los socios comerciales de Estados Unidos con mayores barreras en materia de propiedad intelectual.

La versión de este año endureció el diagnóstico sobre el sector farmacéutico local. Dice que las compañías norteamericanas tienen enormes restricciones para patentar medicamentos. El punto principal apunta a una resolución de 2012 que firmaron los entonces ministros Débora Giorgi (Industria) y Juan Manzur (Salud). Los laboratorios locales la defienden con el mismo ahínco que los internacionales la rechazan. Federico Sturzenegger está a favor de la apertura en el mercado de medicamentos, pero encuentra dificultades para avanzar.

El titular de Salud, Mario Lugones, cree que convalidar los pedidos de Trump terminarían generando una situación de abastecimiento monopólico a favor de las empresas norteamericanas que sería perjudicial para la Argentina. Se lo dijo a los encargados de negociar con Estados Unidos. Por motivos distintos, expresa una posición similar a la de los laboratorios locales. Las negociaciones siguen en marcha.

Pablo Fernández Blanco,La Nación/GDA

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