INVESTIGACIÓN
La Conferencia Episcopal de Uruguay anunció que los archivos se abrían para consulta de los familiares de detenidos desaparecidos entre los años 1968 y 1985.
El 5 de enero de 2018 el papa Francisco recibió las cartas credenciales del embajador uruguayo ante el Vaticano, Mario Cayota. En aquella primera entrevista hablaron sobre la información que la Santa Sede podría tener sobre los desaparecidos.
Dos años después, la Conferencia Episcopal de Uruguay anunció que los archivos se abrían para consulta de los familiares de detenidos desaparecidos entre los años 1968 y 1985. Se trata de un proceso que comenzó tras el pedido formal de la Cancillería uruguaya.
El embajador Cayota aceptó hablar con El País a condición de que, por su cargo, tiene vedado hacer comentarios de tipo político. Cayota hizo un relato cronológico de los hechos. En esa línea, aclaró que se trata de unas 200 desapariciones de las que más de 20 ocurrieron en territorio uruguayo y el resto en Argentina. Además, consignó que se decidió investigar desde 1968, cinco años antes del golpe de Estado en Uruguay, debido a que hubo desapariciones en ese período.
Según explicó, el presidente Tabaré Vázquez le pidió al papa Francisco la apertura de los archivos en su visita de 2016.
Antes de ser nombrado embajador, Cayota indagó sobre el tema en diversas fuentes locales, entre ellas las publicaciones de la Comisión para la Paz, las investigaciones desarrolladas en Argentina, el archivo del grupo Verdad y Justicia, los documentos de la Conferencia Episcopal uruguaya y en la curia de Montevideo.
“Recopilé numerosas carpetas y entregué esa información a la secretaría de Estado (Vaticana) para poder tener una orientación que permitiera llevar a cabo la investigación”, explicó el embajador.

A esto se le agregó la información proveniente de las investigaciones realizadas sobre los desaparecidos uruguayos en Argentina. Posteriormente, se produjo la participación de una archivóloga que trabaja para la Conferencia Episcopal de Argentina. “Se trata de una profesional muy solvente que goza de la confianza de grupos como Madres de Plaza de Mayo y se ha comprometido mucho con la tarea”, aseguró el embajador.
Con su trabajo se obtuvieron “datos importantes, no judiciales sino históricos” sobre el caso del sacerdote uruguayo, desaparecido en Argentina, Mauricio Silva, contó Cayota.
“En el caso uruguayo hay planteos de la Conferencia Episcopal frente a pedidos o solicitudes que por el momento (histórico) en que se vivía se realizaban de manera anónima. Un caso que se puede seguir toda la peripecia, es el del sacerdote Silva”, dijo.
En la mayor parte de los casos uruguayos se puede apreciar “pedidos de intercesión” ante las autoridades de la época. De acuerdo al representante diplomático, se trata de unos “cientos” de documentos en los que hay diversos tipos de materiales documentales.
“La Iglesia, en general, hizo intervenciones verbales. Es el método que se eligió, según consta en las actas. También hay escritos genéricos donde se manifiesta la preocupación por el planteo de las personas afectadas”, indicó Cayota.
Archivo deja de llamarse "secreto".
En octubre de 2019 el archivo del Vaticano dejó de llamarse “secreto” y, por iniciativa del papa Francisco, pasó a denominarse “Archivo Apostólico Vaticano”. Contiene materiales con más de 800 años de historia en sus casi 90 kilómetros lineales de estanterías. Los principales investigadores sostienen que se trata del principal archivo histórico de Europa y occidente.
Funciona desde el mes de enero de 1612, cuando se lo llamó “archivum secretum”. Hasta el momento, es posible, previa una exigente autorización, acceder a la documentación anterior al 1939.
Una de las últimas investigadoras uruguayas en ingresar al archivo Vaticano fue la historiadora Carolina Greising. La profesional pasó cuatro meses de 2018, en dos etapas, investigando el período en el que la Iglesia Católica se separó del Estado, para su tesis doctoral que realizó para la Universidad Católica de Argentina.
Consultada por El País, mencionó que había investigadores de todo el mundo y que el material que solicitó estaba “perfectamente indexado” y encontró documentos de calidad para su investigación.