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Uruguay, el "paraíso de las vacas gordas", según cronista del New York Times

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El Cerro Catedral amaneció blanco a causa del aguanieve. Foto: Ricardo Figueredo

MEDIOAMBIENTE

El periodista estadounidense Noah Gallagher Shannon retrató a Uruguay como líder del cambio para reducir las emisiones sin caer en la pobreza preindustrial.

"¿Cómo es la vida sostenible? Tal vez como la de Uruguay", tituló su crónica para el New York Times el periodista estadounidense Noah Gallagher Shannon.

En su extenso artículo, aborda el gran problema al que se enfrenta Estados Unidos y el resto de países desarrollados respecto al control de emisiones tóxicas y el efecto devastador para el medioambiente, a corto, mediano y largo plazo. "La tarea de reducir nuestra huella social es el problema más urgente de nuestra era, y quizás el más intratable", expresa. 

"Este es el problema con cualquier política climática, grande o pequeña: requiere un salto imaginativo. Si bien las matemáticas de la descarbonización y la movilización eléctrica son claras, el estilo de vida futuro que implica no siempre lo es. [...] Esta no es solo una crisis estadounidense. En todo el mundo, las naciones desarrolladas se han encerrado en estilos de vida insostenibles y de uso intensivo de energía", explica Shannon Gallagher.

Para el cronista, el problema a la hora de reducir las huellas de carbono en los países desarrollados es que no han aprendido un modelo de vida donde tener una vida sostenible no lleve a un contexto de pobreza. Ahí es donde Gallagher encontró un modelo al que seguir: Uruguay.

El periodista visitó el país en diciembre de 2021 y mantuvo charlas con activistas, políticos y expertos en sostenibilidad para entender el modelo planteado y la cabeza de los uruguayos.

"Plano, tranquilo y a menudo pasado por alto, el país ha sido llamado ‘el paraíso de las vacas gordas’", describe el cronista a Uruguay. 

Luego de un preámbulo de la historia política y económica de Uruguay de los últimos 50 años, el periodista del New York Times se detuvo en los gobiernos del Frente Amplio. "Como presidente, (José) Mujica heredó una crisis energética desastrosa y los ingredientes de una revolución extraordinaria", explicó y detalló que fue en el primer gobierno de Tabaré Vázquez cuando Ramón Méndez fue designado como director nacional de energía. "Méndez vio el problema como existencial. Si bien más apagones amenazaron la economía a corto plazo, la continua dependencia del petróleo socavó la soberanía del país", explicó.

Un plan energético con altibajos

En la crónica de Gallagher Shannon se detalla que el modelo ambicioso planteado por Méndez para descarbonizar el sistema energético para 2020 fue modificado por la decisión política de llegar a acuerdos con la entonces oposición, hoy gobierno de la República. 

En palabras de Mujica, entrevistado por el periodista del New York Times, "los gobiernos pasan y la gente se queda", por lo que "si el plan requería atraer inversión internacional y construir infraestructura para los próximos 25 años, un amplio apoyo político era la única manera de asegurar su estabilidad a largo plazo", reflexionó Gallagher Shannon.

El periodista también se reunió con el actual ministro de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini, detalló el motivo por el que los países en desarrollo han tardado en adoptar las energías renovables: "los aumentos repentinos en los costos del petróleo parecían más aceptables, especialmente después de los subsidios, que una inversión costosa con un largo período de recuperación, que conllevaba la dificultad de obtener financiamiento y el bagaje de la economía colonial".

Reconocer los límites

Gallagher Shannon reflexionó luego de su visita a Uruguay dónde radica la diferencia con su país a la hora de pensar un modelo de país sostenible.

"Parte de la razón por la que Estados Unidos se ha paralizado tanto por el cambio climático es precisamente que no hemos reconocido los límites que impone: dónde podemos vivir, las cosas que podemos tener, el hogar que podemos imaginar. Esta es una idea particularmente difícil de vender a un país encaramado sobre décadas de riqueza acumulada, que a su vez fue acumulada por generaciones que imaginaban más comodidad y opciones", explicó.

"Si había algo peligrosamente ingenuo en pensar que Estados Unidos podría aspirar a ser Uruguay, también había muchas razones para pensar que algún día podría convertirse en una versión de Uruguay de todos modos", agrega el artículo.

"Si no podía imaginar una política reconciliadora inspirada en una guerrilla, ¿podría imaginar menos hamburguesas, gasolina más cara, el mismo departamento? Para cuando abordé un avión de regreso a casa, filas de portacontenedores permanecían en alta mar. En los meses siguientes, los precios del gas se dispararon, la inflación subió y el precio de la energía comenzó a asfixiar a Europa. Ningún futuro parecía tan seguro como uno menos abundante", cerró.

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