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Sturla: “Si se avanza en ley de eutanasia sería una gran decepción”

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Daniel Sturla, cardenal y arzobispo de Montevideo. Foto: Leonardo Mainé.
Nota a Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo, en el Arzobispado de Montevideo, ND 20181212, foto Leonardo Maine - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

ENTREVISTA

El cardenal y arzobispo de Montevideo habla del aborto, de los abusos por parte de sacerdotes y del papel de la mujer en la Iglesia.

Después de dos años la Iglesia Católica vuelve a celebrar la Semana Santa sin la emergencia sanitaria de por medio. Sturla reconoce que aún trabajan para hacer volver a los edificios a aquellos que se acostumbraron a las misas a distancia. Dice que se podría estar generando una crisis de fe.

-Es la primera Semana Santa sin emergencia sanitaria desde marzo de 2020. ¿Qué implica para la Iglesia Católica?

-Obviamente es un cambio positivo. El primer año de la pandemia fue tremendo, porque casi enseguida se cortó la presencia de la gente en las iglesias. Era una tristeza celebrar casi sin nadie. Eso fue durísimo, durísimo. Ya el año pasado se hicieron las celebraciones, aunque con un estricto protocolo y con menos gente de la habitual. Ahora será distinto.

-¿Qué cambió para la Iglesia Católica en estos dos años?

-Lo primero que pensé cuando todo esto empezó fue que mucha gente mayor iba a dejar de participar, y que después sería difícil que se reenganche. Eso fue así y todavía hay muchos que se acostumbraron a participar por internet y no vuelven de manera presencial. Esto es un problema, porque la Iglesia se mueve en función de que haya gente que se acerque.

-Esto imagino que también tendrá sus consecuencias económicas.

-Sí, las tiene. Hubo un bajón, pero también se vio algo: a la gente en sus barrios sosteniendo al cura de cada parroquia. Es decir, acercaban algún dinero o un plato de comida. Eso fue muy lindo, porque lo cierto es que la Iglesia se financia en un 80% por las donaciones de la gente. Y esas donaciones se cortaron de un día para otro. A nivel de la Arquidiócesis vivimos de tres colectas anuales, por eso es que también ahí fue más difícil.

-¿Cómo se adaptaron a realizar misas de manera virtual?

-Si lo evalúo desde el punto de vista del sacerdote, fue muy difícil. Uno trata de comunicarse, pero si falta la gente se complica. Además, en la Iglesia Católica es muy importante la comunión eucarística. Por internet la gente puede unirse espiritualmente, pero no puede recibir la comunión. Hay una oración muy bonita, que se llama Comunión Espiritual. Dice que “aunque ahora no pueda recibirte físicamente, te recibo en mi corazón”. Cuando rezaba esa oración sentía una emoción muy fuerte.

-¿Cree que esta lejanía ha generado una crisis de fe?

-Es difícil responder a eso. Habría que esperar que alguna encuesta arroje datos en ese sentido. De todos modos, lo cierto es que en el mundo occidental, y en Uruguay quizá con mucha fuerza, se viene viendo un alejamiento de mucha gente de la vida de fe. Nuestro trabajo en este 2022 y en los años venideros va a estar, justamente, en volver a atraer a los fieles. La palabra iglesia viene de los griegos, y quiere decir “asamblea convocada”. O sea, sin gente la Iglesia no funciona

-¿Y cómo se hace eso si son menos los que creen?

-Lo que va creciendo mucho en Uruguay es el creyente sin iglesia, y también el agnóstico y el ateo, pero estos últimos no tanto. Creen en Dios, pero no quieren estar vinculados a una religión determinada. De algún modo hacen su propia religión.

Daniel Sturla. Foto: Leonardo Mainé
Daniel Sturla. Foto: Leonardo Mainé

-¿Cómo conspira el mundo globalizado contra la religión?

-La civilización del espectáculo, como la llama Vargas Llosa, o la civilización hedonista, lo que hace es producir un fuerte vacío espiritual. Y a mí me parece que en un momento -no sé cuándo, y probablemente no llegue a verlo- las personas van a volver a buscar la raíz de su vida, el sentido. Y como los cristianos vivimos con intensidad la fe, eso lo van a encontrar en la Iglesia. Occidente está en decadencia, pero creo que va a encontrar de nuevo su identidad cuando logre unirse al sentido cristiano de la vida.

-¿Las situaciones límite, como lo es una pandemia, no acercan a más personas a la religión?

-Como no hay datos, otra vez no puedo afirmarlo. Lo que yo creo es que muchos empezaron a hacerse preguntas.

-¿Cómo vio la dura campaña de cara al referéndum, en el que algunos incluso han llegado a utilizar un término más bien argentino: la grieta?

-Ese es el gran peligro al que nosotros nos enfrentamos. Y alcanza con mirar un poco a nuestros vecinos, a Argentina o a Perú, para darnos cuenta que tenemos una oportunidad, la de no mirar al que piensa diferente como a un enemigo, porque solo es un adversario. Me parece lamentable cuando se extreman posturas y se miente, o se acusa al otro de tener la mala intención de mentir. Esta campaña fue demasiado larga, porque estuvo primero toda la juntada de firmas y luego todo lo demás. Entonces, al final, fue todo muy cansador. Pero me parece que ahora, como dijo el presidente, hay que tener en cuenta que luego del 27, vino el 28, el 29 y hubo que seguir adelante. Hay que zurcir de vuelta el entramado por el que, aunque pensemos distinto, aún podemos dialogar, reírnos o hinchar juntos por la selección. Pero tampoco hay que pensar que todo es un horror. Yo soy del 59, vi una crispación política uruguaya mucho mayor. No nos olvidemos que entre nosotros hubo balazos, secuestros, torturas y desaparecidos. Estamos lejos de una situación así. Gracias a Dios no estamos a los tiros.

-¿Qué tan cercano a la Iglesia es este gobierno? ¿Esperaba que se diera marcha atrás en algunas reformas del gobierno anterior, sobre todo las vinculadas a la agenda de derechos?

-La Iglesia Católica trata de llevarse bien con todos los gobiernos, porque estamos al servicio del pueblo. Hay una cantidad de lazos que tenemos con el Estado, porque hay muchas ONG que trabajan con él y porque hay también unos cuantos servicios educativos. Es cierto que con Luis Lacalle Pou yo tengo con él una relación personal, algo que no tuve con otros presidentes. También hay mucha gente católica en este gobierno, aunque también los hubo en los gobiernos de izquierda y los hay hoy en la Intendencia de Montevideo. Pero yo no pensaba que se fueran a cambiar cosas que hicieron los pasados gobiernos, lo que nosotros esperamos sí es que no se ahonde. Por ejemplo, que no se le cambie el sentido a la ley del aborto, que es una despenalización pero a veces se quiere presentar como un derecho; también sería una gran decepción para mí que se avance en la ley de eutanasia.

Daniel Sturla. Foto: Marcelo Bonjour
Daniel Sturla. Foto: Marcelo Bonjour

-La ley del aborto se presentó como una regulación, es decir para darle un marco legal a algo que existe. ¿Para usted está fomentando un incremento de abortos?

-En la época de Terra el aborto se penalizó, pero ya existían excepciones, como ser los casos de violación, o de malformaciones, o de peligro de la vida de la mujer. O sea, la despenalización para algunos casos ya existía. Lo que hizo el Frente Amplio fue despenalizarlo en todos los casos hasta los tres meses. En cuanto a si se incentiva: lo que yo pienso es que las leyes tienen un carácter educativo. Si el Estado permite algo, ese algo puede entenderse como que es bueno. Y eso pasa también con el tema de la droga. El aborto crea una realidad negativa para la gente, porque después está todo el sufrimiento de las madres que han realizado abortos, toda esa carga que yo sé bien que existe.

-Como decía, el Parlamento está trabajando en una posible ley de eutanasia para casos terminales…

-Lo que sucede es que todo se reviste de un humanismo sentimental que dice: no queremos que nadie sufra. No se pude pensar todo en términos políticos: de un lado los buenos y del otro los malos. Yo no creo que sean malos los que proponen la ley de eutanasia, pero tampoco se me puede adjudicar maldad por decir que creo que hay que acompañar a las personas para que terminen su vida dignamente, sin sufrimiento, pero sin asesinarlos. El propio juramento hipocrático marca que esto debe ser así. Porque hay otro tema que se puede discutir: ¿qué es el sufrimiento? Yo no soy médico, pero como cura he visto que el sufrimiento más grande es el psicológico espiritual. El sufrimiento físico es grande, pero la depresión es un sufrimiento más tremendo. Yo he acompañado a morir a personas en paz, hay gente que hasta muere feliz; y también he tenido gente con una salud física perfecta, que gozan de todas las comodidades, que son jóvenes y que sin embargo quieren morirse.

Sturla. Foto: Leonardo Mainé.
Sturla. Foto: Leonardo Mainé.

-Lo que se discute no es la muerte asistida de personas deprimidas, sino para quienes no tienen cura, por ejemplo por padecer un cáncer terminal.

-Pero para que no sufra está la ley de cuidados paliativos. Nadie quiere que una persona sufra. Creo que hay que acompañar a estas personas para que salgan de su deseo de muerte y puedan vivir dignamente sus últimos días. Por supuesto que estamos de acuerdo con que si es necesario esa persona sea sedada, pero no con ocasionarle la muerte. La moral católica, de hecho, se opone al ensañamiento terapéutico. Hay algo que no se habla: hay muchas veces en que las personas enfermas sienten que molestan, que están haciendo sufrir a los que quieren, y ahí es que sienten que se quieren ir de este mundo. Nosotros pensamos que hay que trabajar para que esa persona se sienta querida y amada hasta el final. Y acá también creo que hay un tema pedagógico, porque hay una mentalidad que se va a generar a partir de una ley así. En un momento de división en Uruguay, lo que se necesita es legislar a favor de la gente y no traer temas que dividan más al país.

-¿Estas posturas no hacen difícil el acercamiento a la Iglesia Católica por parte de las nuevas generaciones?

-Sí, yo creo que sí. Pero lo que pasa es que la Iglesia tiene que llegar a todo el mundo, pero al mismo tiempo tiene que hacerlo sin negar su propia identidad. Jesús murió en la cruz. No terminó el domingo de Ramos con todos aplaudiendo. Gritaban que lo crucifiquen. Entonces, la Iglesia no puede buscar caer simpática dejando de lado el mensaje evangélico. Eso sería una traición. Si esto lleva a que al final quede solo un grupo pequeño de cristianos… En algún momento, como dije, habrá una búsqueda espiritual y muchos volverán al fe, porque una sociedad sin fe es una sociedad triste y fría.

-¿Esa tristeza la ve hoy en Uruguay?

-Yo quiero a Uruguay. Tenemos valores impresionantes. Pero sí, entiendo que hay cierta tristeza de fondo que no nos hace bien. No sé si es por la falta de fe solamente, también está esa cuestión rioplatense, tanguera, que influye.

-¿Qué opina de las reivindicaciones feministas de los últimos años, las que muchas veces implican críticas a la Iglesia?

-Las reivindicaciones me parecen fantásticas, pero obviamente no coincido con las posturas más ideologizadas, las que además se revisten de violencia o de rechazo al varón. La sociedad occidental, en gran parte influída por el cristianismo, supo darle a la mujer una dignidad que no se la daban otras sociedades, aunque es cierto también que hubo diferencias. Creo que hay un rol importante en la vida que es femenino y otro que es masculino.

-Se le critica a la Iglesia el rol que esta le da a la mujer.

-Las mujeres de la Iglesia en la vida religiosa tuvieron un rol muy importante, ni que decir lo que ha significado para todo el Occidente la figura de la Virgen María. Ahora, ¿esto implica que la mujer sea sacerdote? Bueno, es una cuestión que ya el Papa Juan Pablo II la dirimió en su momento, hace 30 años, diciendo que la Iglesia no se siente con la autoridad de poder hacerlo cuando Jesús, que tenía discípulos y discípulas, en el momento de elegir a los apóstoles eligió hombres. Entonces, lo que creo es que hay distintos papeles en la Iglesia, y algunos los ocupa la mujer y otros el hombre. Hoy en las iglesias de Montevideo la mayoría son mujeres. Claro, es cierto, el rol principal sigue siendo de los hombres, pero pensarlo así es mirar el mundo con una mentalidad masculina, pensar que todo se reduce a un tema de poder, de tomas de decisión. Y esto no es que no cambia porque es algo contra la mujer, no cambia por una cuestión teológica. Insisto: Jesucristo eligió varones.

Daniel Sturla. Foto: Leonardo Mainé
Daniel Sturla. Foto: Leonardo Mainé

-¿Considera que habría que realizar cambios en los programas de educación sexual?

-Ante nada quiero decir que la Iglesia Católica tiene una experiencia importante en educación sexual, pero desde la antropología cristiana. A lo que nosotros nos oponemos es a una ideología de género, que implica básicamente decir que el sexo con el que uno nace no tiene nada que ver con el que uno pueda elegir.

-¿Sí está de acuerdo con que se enseñe a los jóvenes a utilizar métodos anticonceptivos?

-A los chicos hay que darles información. Y también hay que tener en cuenta que la educación sexual no solo se refiere a cuestiones ligadas a las relaciones sexuales. Lo que nos parece es que como se desliga género de sexo, también se desliga el sexo del amor, y ahí es cuando la sociedad se enfrenta a situaciones dramáticas, como las que han sido denunciadas en los últimos tiempos en cuanto a casos de violaciones.

-Hace algunos años, tras denunciarse algunos casos de abusos por parte de sacerdotes, la Iglesia Católica abrió una línea telefónica para recibir casos y garantizó que sería severa en este sentido. ¿Qué se ha hecho?

-Tenemos una guía para la protección de menores y la prevención de abusos sexuales. Hace un año y medio comenzamos cursos con la idea de que toda persona que trabaje en una institución de la Iglesia Católica sepa lo que dice esa guía. Ya los han hecho los obispos, sacerdotes y directores de colegios, y este año lo harán todos los profesores y maestros catequistas. Pero mientras se una el tema abuso al tema de Iglesia, la sociedad estará encontrando un chivo expiatorio que le servirá cuando la realidad de ese problema pase por otro lado. De 400 abusos sexuales de menores que hay en el año en el Uruguay puede ser que uno o dos sean en un ámbito de una iglesia. ¿Qué pasa con los otros 398? Esto no quita que cada caso me duela en el alma.

El temor a una guerra nuclear

-El mundo se enfrenta ahora a una nueva guerra. ¿Cómo lo ve la Iglesia?

-El Papa ha sido clarísimo en la condena. Creo que también intentó no decir tanto para poder, si fuera el caso, mediar. La invasión es terrible. Crea una situación de mucha angustia y miedo. Está el drama de que, al final, todo pueda terminar con una guerra nuclear. Tengo la esperanza de que no sea así, pero solo Dios lo sabe. Económicamente aún no sabemos todo lo que pueda llegar a pasar por esto, y cómo nos puede afectar en Uruguay. En la pandemia es de destacar lo que ha hecho el Mides, que ha trabajado mucho y bien.

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