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“La culpa es de los gays” y más mitos de la baja fecundidad

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Una madre con su hijo. Foto: UNFPA El Salvador.

NACIMIENTOS 

Uruguay es el país con menor fecundidad de América Latina y el Caribe donde cada mujer en edad de ser madre tiene menos hijos: 1,5 en promedio.

Uruguay es el país con menor fecundidad de América Latina y el Caribe. Destronó a Cuba y se convirtió en la nación de la región en la que cada mujer en edad de ser madre tiene menos hijos: 1,5 en promedio.

A los uruguayos nunca se les dio por dar a luz muchos hijos. En la época del Maracanazo, las mujeres de Uruguay tenían unos tres hijos, mientras que en el resto del continente el promedio era seis. De hecho, la tasa global de fecundidad —que es ese promedio de hijos por mujer en edad fértil y otros supuestos— viene en caída desde la dictadura; salvo algunos años de mesetas. Pero la acelerada baja de los últimos cuatro años -30,5% rompió con todas las estimaciones. Ni siquiera las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística, que llegan hasta 2050, previeron un escenario como el actual.

Entonces empezaron las especulaciones. El senador de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, dijo que “los LGBT son parte (…) del problema principal que tiene el país, de acá a 100 años: la falta de gente”. En las redes sociales, en tanto, comenzó a circular la versión de que se está al borde de la extinción. Y más de un internauta republicó un mensaje del obispo Jaime Fuentes, de 2018, en el que asociaba la caída de los nacimientos con la despenalización del aborto. ¿Cuánto hay de cierto en estas afirmaciones? ¿Qué dice la ciencia?

Evolución de la fecundidad en adolescentes. Foto: El País
Evolución de la fecundidad en adolescentes. Foto: El País

Mito I

“Nos extinguimos”. La población uruguaya seguirá creciendo hasta el año 2049. Recién entonces, y siempre y cuando las tendencias no cambien, la sociedad se irá achicando “lentamente”. Tan lento que, según las proyecciones que acaba de difundir la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, para fin del siglo los uruguayos seguirán siendo más de tres millones.

Hasta los demógrafos descreen de estas proyecciones. Las sociedades cambian, tienen conflictos, la población se muda y nada es tan estático como una estadística fría. El ejemplo más reciente es lo que acontece en Venezuela: huyeron casi cinco millones de personas. Eso implicó un descenso poblacional en ese país, pero un aumento en sus vecinos.

Uruguay lleva una década de saldo migratorio positivo: entran más personas de las que se van. Y si bien los recién llegados son todavía pocos -en especial si se compara con los países de la región-, nada impide que ese saldo se pueda acrecentar.

“Hace décadas que los demógrafos en Uruguay dialogamos con políticos, sindicalistas, empresarios y académicos y les explicamos que la caída de fecundidad no implica una extinción”, dice Juan José Calvo, demógrafo y representante en Uruguay del Fondo de Población de Naciones Unidas.

Más de la mitad de los países en el mundo tienen tasas de fecundidad que están por debajo del nivel de reemplazo (menores a 2,1 hijos por mujer, que es lo necesario para que una población cerrada, sin migración, se mantenga en el tiempo sin variar su volumen).

Uruguay está por debajo de ese reemplazo desde 2003. Incluso la tasa registrada al cierre de 2019 muestra que el país está en la bisagra entre una “baja” y “muy baja” fecundidad. Y, aun así, “la población podría seguir creciendo”, explica Calvo.

¿Cómo es posible? Los humanos viven cada vez más.

Evolución de los nacimientos en Uruguay. Foto: El País.
Número de nacimientos en Uruguay. Foto: El País.

Mito II

“La gente no quiere tener hijos”. Más de la mitad de los hombres y mujeres uruguayas dicen que “dos es el número ideal de hijos”. Un tercio, a su vez, considera que ese ideal asciende a tres o más hijos. Así lo reveló la Encuesta de Comportamiento Reproductivo.

Pero detrás de estas cifras se esconde “una doble insatisfacción”, dice el demógrafo Calvo. Por un lado, hay mujeres que tienen más hijos de los que quisieran. Este sentimiento se percibe con mayor frecuencia en la población adolescente y pobre. Por otro, hay mujeres que desean más hijos de los que efectivamente tuvieron. Esto ocurre en el público universitario.

Las mujeres más educadas tienen a su primer hijo, en promedio, a los 32 años. Sin embargo, ellas mismas dicen que hubiesen querido ser madres más jóvenes. Esa postergación de la maternidad se traduce en que, una vez finalizada la edad fértil, esas mujeres universitarias suelen tener menos hijos de los que hubiesen querido.

“Una meta deseable, desde los derechos humanos, es que las personas tengan la cantidad de hijos que desean, en el momento en que quieran tenerlos y con las condiciones adecuadas para su crianza”, explica el representante del Fondo de Población. Pero, para que ello suceda, hay que impulsar dos baterías de políticas distintas.

“Uruguay ha avanzado mucho en lograr tener menos hijos cuando no se quiere tener tantos. En especial entre las adolescentes: se redujo a la mitad en cinco años”. El 83% de los embarazos en esta población no fue intencional. Pero las políticas para tener más hijos cuando se quiere son “más complejas y de bajo impacto demográfico” (ver aparte).

Cantidad de abortos en Uruguay. Foto: El País.
Cantidad de abortos en Uruguay. Foto: El País.

Mito III

“El aborto se usa como anticonceptivo”. El obispo Jaime Fuentes había dicho que las cifras que el Ministerio de Salud había publicado sobre caída de la natalidad y de la mortalidad infantil eran “surrealistas, macabras y horrendas”. Para el sacerdote, detrás de estas bajas está el aborto.

La aritmética demográfica tira por la borda ese supuesto. Un ejemplo es que en Uruguay hubo el último año 146 interrupciones voluntarias del embarazo menos que el año anterior y, sin embargo, siguió cayendo la natalidad.

Como si fuera poco, tras el “boom” inicial de la despenalización, “la cantidad de abortos se estabilizó en unos 10.000”, dice Calvo. Y eso que la antropóloga Susana Rostagnol había estimado en 30.000 los abortos clandestinos en Uruguay previo al cambio legislativo.

Mito IV

“Los gays hacen bajar la población”. Los países que otrora fueron parte del bloque soviético son de los más conservadores y que más reprimen la homosexualidad. Sin embargo, allí las tasas de fecundidad son muy bajas. Pero si esa estadística no alcanza para tirar por la borda el mito, los científicos explican que la población LGBTI no es estéril y tampoco tiene coartado el deseo de ser padres. Prueba de ello, en la década de 1990 en California había un millón de niños viviendo en familias homoparentales. O, prueba de ello, dice el médico Roberto Suárez: “En los últimos dos años se multiplicó por diez la solicitud de tratamientos de reproducción asistida por parte de parejas del mismo sexo”.

Que la maternidad no sea un freno

Una de las consignas por las que se marcha hoy, en el marco del Día Internacional de la Mujer, es para “romper el techo de cristal”.

Es un término que usan los estudios de género para expresar las dificultades, casi invisibles, que tienen las mujeres para ascender en las organizaciones. Un ejemplo es la universidad: hay más mujeres estudiando, hay más mujeres que se gradúan, hay más mujeres en los primeros grados docentes, pero son menos las que llegan a ser profesoras titulares. Una de las trabas es ser madres.

“En varios países europeos se está discutiendo cómo hacer para que la maternidad no sea una forma de discriminación y rezago”, explica el demógrafo Juan José Calvo. “Hay empresas, por ejemplo, que no quieren contratar mujeres en edad fértil por miedo a perder”.

Las políticas que cambien el comportamiento en ese sentido, dice Calvo, “deberían ir acompañadas con licencias maternales, paternales y parentales; además de un sistema de cuidados que permita una mejor crianza”.

En Finlandia se han probado otras políticas, como las transferencias monetarias o las facilidades de acceso a la vivienda para parejas jóvenes, para que lo económico no frene la paternidad.

El eterno debate entre los demógrafos

El economista inglés Thomas Malthus publicó, hace 222 años, su Ensayo sobre el principio de la población. El autor planteaba una máxima: la población crece más rápido que los recursos y ello conduce a la pobreza. Dos siglos después, la ley de Malthus sigue en discusión.

Según el economista y demógrafo uruguayo Juan José Calvo, “el volumen de la población no está directamente relacionado al desarrollo”. Pone de ejemplo que entre los diez países con mayor desarrollo humano y los diez con menos, siempre en base al índice que realiza Naciones Unidas, “hay mezcla de países con alta, mediana y baja fecundidad”.

En la demografía económica hay pocos consensos. Pero uno de ellos es que si una población crece demasiado rápido, tiende a tener un bajo desarrollo. Un crecimiento poblacional moderado, en cambio, es positivo para el crecimiento económico. “Uruguay, si fuera por esto, estaría en un crecimiento. Pero no es ni bueno ni malo ser grande o chico demográficamente”.

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