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Las aventuras de un pionero

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Estilo y coraje: el capitán Juan Manuel Boiso Lanza en 1918.

Una figura clave de la aeronáutica

Historias de la aviación militar a 100 años de la muerte del capitán uruguayo Boiso Lanza.

El pasado viernes 10 de agosto se cumplieron cien años de la muerte del "Primer Mártir de la Aviación Militar", el Capitán Juan Manuel Boiso Lanza, ocurrida en Francia. Su personalidad caballeresca y sugestiva, su erudición y su elocuencia natural lo caracterizaron tanto como su temple intrépido a la hora de volar.

Una entrevista con el coronelGuillermo Gurbindo Marroni, asesor histórico de la Fuerza Aérea Uruguaya, permite acercarse con detalles a aquella figura, reconocida como "Comandante de la Escuadrilla del Silencio".

—Cuentan que Boiso Lanza se entusiasmó primero con los aviones por razones deportivas. ¿Cuándo fue que quiso incorporar esa actividad a su carrera de militar?

—En esos tiempos el vuelo tenía una mezcla de deporte de riesgo con romanticismo, dado la precariedad de la actividad y el halo que revestía la misma. El estudio de la ciencia aerodinámica no era muy vasto y los primeros vuelos estaban basados mayormente en el binomio ensayo y error. Recién luego del efecto catalítico de la primera Guerra Mundial, la aviación va a dar su primer gran paso en materia de profesionalización. Ese impulso se consolidará de increíble manera en el segundo conflicto que ha tenido la humanidad y continuará hasta nuestros días.

En los tiempos de Boiso Lanza, el éxito de lo que se considera el primer vuelo de un avión en el mundo por parte de los hermanos Wright, en las dunas de Kitty Hawk, Carolina del Norte, en diciembre de 1903, fue todo un acontecimiento. Pero cuando Boiso Lanza se recibe como alférez de Artillería, en diciembre de 1907, la aviación tal como se conocía era inexistente en nuestro país. Salvo algunas experiencias en globo aerostático y sobre todo la llevada a cabo por Arón de Anchorena y el ingeniero Jorge Newbery, que cruzan el Río de la Plata en 1907 en el globo "El Pampero", que sí fue de cierto destaque heroico, nada importante sucede en el ámbito rioplatense hasta 1908, cuando se funda el Aeroclub Argentino. Dos años después, con motivo de la celebración de la Revolución de Mayo, se decide contratar aviadores europeos que vienen a impresionar con sus rudimentarias máquinas voladoras a ambas márgenes del Plata. Uno de ellos, el francés Prevost, se va a convertir en el primer hombre en volar en territorio uruguayo en diciembre de 1910 en Paysandú. Boiso Lanza se inicia en el mundo aeronáutico en 1913 recientemente llegado de Bruselas, donde había cumplido una misión de estudio.

—¿Se conocieron las razones del accidente en que murió Boiso Lanza?

—Al momento del accidente Boiso Lanza era un hombre plenamente formado y ya con una vasta experiencia de vuelo. Su formación inicial en Chile y su continuidad aeronáutica en nuestro país, sumado a sus dotes naturales, lo hacían un piloto experto para los estándares de la época; pero no tenía formación en aviones de porte como los "Newport" hasta llegar a Francia. Empero, en la Escuela de Aviación de Avord se entrenó duramente en ellos y sus calificaciones al finalizar, como era habitual en él, fueron excelentes. El siguiente paso fue formarse en una escuela de aviación como piloto de "cazas" en Port Long, Pau. Por eso es que, autorizado por el gobierno francés, se dirige a la escuela de Aviación de Port Long en Pau a realizar ese tipo de entrenamiento. La causa del accidente ha sido motivo de varias versiones. Lo que sí está claro es que el monoplaza "Newport" que en ese entonces piloteaba Boiso Lanza al regreso de una misión sobrevoló los hangares y, en frente al último de ellos, se desplomó desde una altura de unos cuarenta metros. Su muerte fue instantánea.

—De modo provisorio había sido sepultado en el cementerio de Pau. ¿Qué pasó después con sus restos mortales?

—Luego del accidente fatal, el sábado 10 de agosto de 1918 su cuerpo es trasladado al Hospital Mixto de Pau; y dos días después se lo llevó hasta la capilla para oficiar una misa de cuerpo presente, como era la costumbre. Terminada la misa se inicia el cortejo fúnebre hasta el cementerio de HautePlanté donde se le rinden los honores militares, y posteriormente a que el Jefe del Estado Mayor del Ejército uruguayo, general Dufrechou, en perfecto francés diera un discurso de despedida, es enterrado. Sus restos serán repatriados un año después en el carguero francés Amiral de Lamornaix, que toca puerto en las primeras horas de la tarde del 12 de agosto de 1919. Allí estaban el Ministro de Guerra y Marina, los Ateneístas, la Asociación Patriótica, entre otras, aparte del numeroso público militar y civil. Sus restos fueron velados en la Escuela Militar, donde hoy se encuentra el Comando del Ejército y a donde también el presidente Brum concurrió con sus ministros a dar su saludo final.

Despegue: Boiso Lanza en un Blériot XI biplaza, en Chile, 1915.
Despegue: Boiso Lanza en un Blériot XI biplaza, en Chile, 1915.

—¿Cuál fue el motivo por el que Boiso Lanza viajó a Europa poco antes de su muerte?

—Había sido designado por el Jefe del Estado Mayor del Ejército, general Dufrechou, para que lo acompañara en una misión de observación por invitación de Francia. Habían partido de Montevideo en el Infanta Isabel sin contratiempo alguno, hasta que en medio de la mar el buque fue interceptado por un submarino alemán y obligado a detenerse. Entonces lo abordaron para su inspección por parte de la tripulación teutona. Los alemanes constataron que era una delegación militar que se dirigía a un país enemigo de su patria y tenían toda la intención de tomarlos prisioneros. Luego de unos momentos de alta tensión y mucho parlamentar, los marinos alemanes desistieron. No obstante exigieron que el general Dufrechou empeñara su palabra de que a cambio no se dirigirían a Francia. Este hecho los retuvo algún tiempo más en su primera escala, que era España, donde tuvieron la oportunidad de almorzar con el Rey Alfonzo XIII. En ese país se hicieron las gestiones ante el gobierno alemán para que éste reconsiderara la situación y entonces se "libera" del compromiso de honor al general. Recién luego de ahí retoman su viaje a Francia.

—¿Por qué se dirigieron a Francia en medio de la primera guerra mundial?

—Si bien este país se encontraba inmerso en la guerra, eso no fue obstáculo para que hiciera gala de la importancia que le caracteriza en cuanto a las relaciones internacionales. Toda la delegación fue recibida por el presidente Poincaré, por "el Tigre" Clemenceau, quien en ese momento era el presidente del Consejo de Ministros y a su vez Ministro de Guerra, y por el Mariscal Joffre. Aparentemente en estas reuniones, el capitán Boiso Lanza, quien dominaba a la perfección el francés, obtuvo la autorización para realizar los cursos de vuelo en Avord inicialmente y en Pau después.

—¿Qué supuso el cruce del Río de la Plata que él había conseguido concretar un tiempo antes? ¿En qué contexto se dio el vuelo?

—Por ese entonces era una práctica mundial muy corriente realizar raíds aéreos y tratar de batir o quebrar récords, ya sea de distancia o velocidad. Era el período conocido como de "La Aviación Heroica". En ese contexto y en su viaje de regreso de Chile es que se entera que el proyecto de ley para crear una Escuela Militar de Aviación nuevamente se encontraba pronto para remitirse a la vía parlamentaria. Cuando el barco que lo traía de regreso hace escala en Buenos Aires decide ir a hablar con Pablo Castaibert, en Villa Lugano, un conocido constructor de aviones, ya que ante los acontecimientos venideros y la guerra en Europa tenían que recurrir a un fabricante de aviones que se encontrara en la cercanía. Castaibert le ofrece un avión y lo incita a cruzar el Río de la Plata en él, a modo de demostración de la valía de la máquina; lo que Boiso Lanza concreta el 18 de julio de 1916. Ese vuelo fue de gran trascendencia pero se vio opacado porque ese mismo día y solo unas horas antes Cristi, en un avión de menor potencia, se le adelanta.

Un aviador entre aulas, proyectos y conferencias

El Capitán Boiso Lanza, conjuntamente con el general Cesáreo L. Berisso, constituyen y representan el legado de la aeronáutica del siglo pasado, que ayudó a cimentar la estructura profesional de la que sería la Aeronáutica Militar primero y la Fuerza Aérea Uruguaya después. Cuando obtuvo el brevet en Chile, las calificaciones del joven Boiso Lanza habían sido las más altas logradas hasta ese momento, lo que llevó a que su nombre fuera inscripto en el Cuadro de Honor de la Escuela, y se lo recordara además como expositor en conferencias.

A pasos de la cordillera

Fue en Chile que Boiso Lanza obtuvo el brevet de aviador militar. En 1915 había sido becado a ese país junto con el teniente Saenz La Cueva, mientras a la escuela de aviación militar argentina se envió al teniente Berisso y al alférez Cristi. Esos fueron los primeros 4 aviadores militares de un Uruguay que tenía una aeronáutica poco fecunda. La Escuela de Aviación Militar que se había fundado el 17 de marzo de 1913 efectúo su último vuelo el 30 de junio de ese año. Sus aparatos se desmantelaron y se archivaron en el Arsenal de Guerra. Los éxitos posteriores se dieron por los esfuerzos de Boiso Lanza y Cesáreo Berisso. La prédica de ellos va a cristalizar en la creación de la Escuela Militar de Aviación, sucesora de la de "Los Cerrillos" en noviembre de 1916, de la cual Boiso Lanza fue su primer Director.

El artillero en las guerras internas

Juan Manuel Boiso Lanza primero fue oficial del ejército y después sintió el interés por volar.

¿Qué se sabe de esa etapa de su vida? ¿Llegó a combatir cuando estuvo al mando del comandante Atanasildo Suárez durante la Guerra Civil de1904? ¿Es verdad que estuvo en Masoller como artillero?

Ésas son preguntas que también respondió a El País el coronel Guillermo Gurbindo Marroni.

"Su corta vida discurre en prácticamente dos etapas bien diferenciadas. La primera como oficial de artillería, donde se dedica a esa especialidad e incluso actúa como tal en el corto levantamiento de fines de 1910 a órdenes del general Galarza; y la segunda, en la que el destino lo encuentra dedicado enteramente a la actividad aeronáutica, como forjador de ese destino o como actor principalísimo en la disciplina, hasta que lo sorprende la muerte en 1918".

En tierra: Capitán Boiso Lanza en Pau, Francia, en 1918.
En tierra: Capitán Boiso Lanza en Pau, Francia, en 1918.

Boiso Lanza ingresó en la Escuela Militar con la intención de seguir la carrera en la especialidad de artillería, recuerda Gurbindo.

"Es en ese entonces, cuando estalla el último gran conflicto verdaderamente de masas que nuestro país conoció, en enero de 1904, que Juan Manuel Boiso Lanza era cadete. Ante esa situación, inicialmente, por su condición de estudiante, no se encontraba afectado al conflicto, como todo el cuerpo de cadetes. Pero Boiso Lanza tenía un espíritu inquieto y audaz; y entendía que su lugar era en el campo de batalla; por lo que con otros dos compañeros de promoción decidieron tratar de cambiar esa situación".

"Tal es así que un buen día, en uso de su licencia, se apersonó al domicilio del comandante Atanasildo Suárez y le rogó que intercediera para que pudiera integrar las filas gubernistas".

La historia dice que Atanasildo Suárez se encontró tan sorprendido por el planteo que Boizo Lanza le hizo, que si bien no le respondió en el momento quedó gratamente impresionado.

"Los pormenores de cómo se decidió la autorización para que Boizo Lanza integrara las filas del coloradismo permanecen y quizás permanezcan por siempre en el campo de la incógnita. De lo que sí hay evidencia es de su participación en la batalla de Masoller, en carácter de ayudante del comandante Suarez", confirma el coronel Gurbindo.

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