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La secuela más temida que puede dejar el COVID-19: necesitar un nuevo pulmón

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Aún es pronto, pero es probable que el virus aumente la demanda de trasplante de pulmón. Foto: Darwin Borrelli

CONSECUENCIAS DE LA PANDEMIA

La pandemia podría aumentar la demanda y empujar así el programa de trasplante pulmonar en Uruguay, un viejo debe del sistema de salud.

Un pulmón sano se parece a una esponja. Es blando al tacto, deja entrever su capacidad de distensión. El pulmón que pasó por el COVID-19 grave queda como una esponja pero dura y vieja, sin elasticidad. Termina, según dicen, parecido a un corcho incapaz de concretar la vital trasferencia de oxígeno a la sangre.

Todavía es muy pronto para las certezas. Pero los neumólogos ya avizoran un panorama de secuelas pulmonares que van desde la dificultad respiratoria (disnea) pasajera, que se revierte entre tres y seis meses después de la infección, hasta extremos más graves como pacientes que quedan con esa dificultad crónica.

Hay quienes tras el Covid desarrollan fibrosis (cuando el pulmón se torna duro) o embolia (microtrombos que obstruyen el pasaje de la sangre, lo cual aumenta la presión y puede derivar en hipertensión pulmonar). Todo indica que algunos de estos pacientes -aún no se sabe cuántos- precisarán un nuevo pulmón para sobrevivir.

Tanto la fibrosis como la hipertensión se están viendo en pacientes que cursaron COVID-19 en cuidados moderados o intensivos; también en quienes tuvieron neumonia severa y la superaron en sus casas.

Dice Pablo Curbelo, profesor titular de la Clínica Neumológica de Facultad de Medicina, que entre los que estuvieron graves hay un 5% que queda con fibrosis definitiva. La embolia aparece en 25% de los que estuvieron en CTI.

“Aún hay poca evidencia”, aclara. “Las clínicas de seguimiento poscovid están juntando datos en el mundo y recién están apareciendo. La atención sigue enfocada en la pandemia y la vacuna. Se va a visualizar más en los próximos meses. El año que viene vamos a tener una carga en el sistema de salud que no tenemos clara, pero hay que prepararse”, agrega.

En la cátedra elaboraron una guía de tratamiento que implica, como punto de partida, una evaluación antes de la sexta semana del alta de Covid. Una de las alternativas para quienes presentan cierto grado de fibrosis es aplicar dosis bajas pero prolongadas de corticoides. En cuanto al tratamiento de la fibrosis definitiva, no se sabe aún si los antifibróticos que suelen usarse en otros casos, y que en Uruguay financia el Fondo Nacional de Recursos, sirven para la fibrosis que deja este virus.

Ana Musetti, profesora agregada del Laboratorio de Función Respiratoria de Udelar, sacó tres conclusiones hasta ahora. Primero, que hay que tener paciencia: la recuperación es más lenta que en otras infecciones. Dos, que los médicos deben procurar un seguimiento bien de cerca porque la fibrosis sin tratamiento puede empeorar en poco tiempo. Y luego, que el comportamiento del pulmón poscovid “puede no ser tan negro como parecía al momento del alta”.

En cuanto a los que quedan con fibrosis, Musetti tiene una relativa buena noticia, y es que a diferencia de la fibrosis pulmonar idiopática, la que sobreviene al Covid puede ser crónica y definitiva, pero no necesariamente progresiva.

El trasplante.

En el mundo hay unos 25 reportes de trasplante de pulmón por COVID-19 en etapa aguda. Son los que no se consiguen “destetar” de la asistencia respiratoria artificial. En Uruguay no hubo casos.

El escaso año y medio de conocimiento de este virus no ha alcanzado para determinar qué necesidad de trasplante habrá ya no en agudo, sino como secuela. Supone Musetti que para requerir otro pulmón debería presentarse “una extensa fibrosis bilateral”.

Por lo general, se recurre al trasplante “cuando no hay tratamiento médico ni quirúrgico”, cuando hay estabilidad en la disfunción, y “cuando la enfermedad respiratoria es de tal entidad que sin trasplante no se le pronostican mas de cinco años de vida al paciente”, dice Musetti. “Siempre es la última opción”.

La paralización de 72 horas que dispuso el SAQ en todo el país genera problemas. Foto: AFP
Quirófano. Foto: AFP

¿Esperan los especialistas uruguayos un aumento de la demanda de trasplante pulmonar? “Por sentido común, puede haber más casos”, dice Curbelo con cautela. Luego agrega: “Vamos a tener seguramente mucha demanda de trasplante”. Para Ana Castro, subdirectora del Instituto Nacional de Donación y Trasplante (INDT), no hay dudas de que el Covid hará crecer esa demanda, aunque aún es pronto para verlo.

De todas formas, Curbelo y Musetti, jefe e integrante respectivamente del Programa de Trasplante Pulmonar, opinan que el COVID-19 será una más de las enfermedades que llevan a indicación de trasplante.

Si hay algo que ya trajo este virus es una baja en los trasplantes concretados en general y de pulmón en particular, ya que si bien hay un equipo de selección de candidatos y seguimiento de trasplantados, las cirugías se realizan en la Fundación Favaloro, de Buenos Aires. Las dificultades que trajo la pandemia repercutieron en las cifras: en 2019 hubo 10, en 2020 fueron ocho, y en lo que va de 2021 hubo apenas dos trasplantes.

La lista de espera refleja el estancamiento. Hoy, 18 uruguayos con fibrosis de otros tipos, hipertensión pulmonar severa, fibrosis quística, EPOC o enfisema severo, aguardan urgentemente por un nuevo pulmón.

Hasta ahora Uruguay ha dependido de Argentina para dar solución a estos pacientes por la dificultad de la operación -es el más complejo de los trasplantes y el que implica mayor riesgo de rechazo-, y porque para especializarse en la práctica de cualquier técnica se requiere de un número mínimo de pacientes. Uruguay estaba acercándose, con 10 operativos en 2019, hasta que llegó el COVID-19.

Curiosamente, lo que fue un golpe “puede derivar en una oportunidad”, comenta Curbelo. El neumólogo no descarta que la demanda acumulada, más el hecho de que el virus haya dirigido la vista hacia este órgano, constituyan el empuje definitivo que le faltaba al país para encarar el desafío.

Buenas y malas para el hígado

A mediados de abril, un operativo de trasplante de hígado debió ser suspendido por el equipo médico a cargo, tras constatar que en el CTI del Hospital Militar (donde se realizan estas cirugías), debido a la pandemia no había personal para el sostén que precisa un trasplantado. El hecho motivó que se definiera priorizarlos y desde entonces se concretaron dos trasplantes exitosos.

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