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Venden hasta el ping-pong de Alas U

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A liquidar: Horacio Lima colocó de aromatizadores a biblioratos pasando por estufas y cajas vacías. Foto: Ariel  Colmegna.

El epílogo de una aerolínea

Se remataron vasos, servilletas, teléfonos, garrafas y escritorios de la desaparecida empresa.

Iba a ser la orgullosa sucesora de Pluna. Estaba dirigida por sus trabajadores y el comienzo de sus operaciones en 2015 tuvo un fuerte respaldo político de parte del oficialismo pese a que ya entonces se alzaban las voces que decían que no era viable. Pero ya en octubre de 2016 Alas Uruguay colapsó por un pasivo de alrededor de US$ 15 millones (proveniente de un préstamo que le había dado el Fondo de Desarrollo) que no podía afrontar y en 2017 la Justicia dispuso su liquidación. La empresa había sido lanzada en enero de 2016 con la presencia en el aeropuerto de Carrasco de autoridades como el ministro de Transporte, Víctor Rossi, y el ex vicepresidente Raúl Sendic. Era el proyecto de 150 trabajadores que habían trabajado en Pluna hasta que cerró en 2012. "Vinimos para regular el mercado", dijo en ese momento Nicolás de los Santos, uno de los impulsores del proyecto en alusión al encarecimiento de los pasajes que había traído el cierre de la que fuera aerolínea estatal de bandera uruguaya durante varias décadas.

El final definitivo de Alas Uruguay llegó a través de unos 400 lotes por los que una quincena de personas ofertó ayer en un remate judicial que duró más de cuatro horas, en un galpón sobre la avenida Garzón, en el barrio de Colón. Había unas cien personas pero no eran más de quince las que pujaban. Un vendedor de panchos se había instalado a la entrada. Para llegar al galpón había que atravesar una extensión de pasto que por las grandes lluvias de la madrugada estaba embarrado, por lo que se habían colocado unos cartones para facilitar la entrada de la gente. Un limonero ubicado muy cerca de la entrada y el ruido del tren que pasaba a escasos metros de las cabezas del público enmarcaban la escena.

Había más de 400 lotes muy variopintos. Pero quizás la "estrella" era una camioneta furgón Mercedes Benz modelo 100D. La primera oferta por el vehículo fue de $ 3.500 y si bien hubo puja, al final fue vendido por solamente $ 100.000 a Homero Mieres, quien en la década de los años 90 fundó el Partido Verde Eto-Ecologista, con el fallecido científico Rodolfo Tálice. El martillero Horacio Lima había advertido que el vehículo, que tiene 150.000 kilómetros recorridos, no está empadronado, no tiene documentación, que entró en un régimen especial de tránsito aduanero y que el adquirente debía realizar seguramente todos los trámites correspondientes.

Se vendieron: latas de pintura, pegamentos, grasas, tubos de oxígeno, estanterías, neumáticos, fundas para motores, sillas, butacas, escritorios esquineros, perchas, desfibriladores, salvavidas, toboganes, alfombras, muchas cajas de herramientas, bolsos, transformadores, mangueras, correas, servilletas, decenas de aparatos de aire acondicionado (que habrá que desmontar) aromatizadores, biblioratos, parlantes, sobres, teclados de computadora, teléfonos, fotocopiadoras, mechas, mesas, computadoras, escritorios, estufas, lámparas, vajilla, cajas de cartón vacías, camisas, dispensadores de agua, escaleras, bancos de madera, una mesa de ping-pong, auriculares, fundas de motores, mapas, un sinfín de artículos informáticos, un frigobar, paquetes de hojas para impresión, microondas, una heladera, vasos descartables, papeleres de PVC, garrafas, extinguidores, hieleras, bandejas, papeleras de metal, relojes de pared, carros de catering, mamparas, balanzas y un larguísimo etcétera. Todo salía a la venta sin base y en pesos y el proceso era supervisado por una alguacil del Poder Judicial. Los adquirentes en varios casos tendrán que concurrir la semana próxima al aeropuerto de Carrasco para retirar lo que compraron, para lo que deberán coordinar con el rematador Lima.

Los precios también fueron de los más variados. Alguien pagó $ 340.000 por siete ruedas completas y hubo quien se llevó dos escritorios de madera aparentemente en buen estado por $ 200. El ambiente era el típico de un remate de barrio, con intercambio de chistes y picardías entre los concurrentes que, en muchos casos, a todas luces eran amigos o conocidos. El rematador, cuando se trababa la venta de algo decía: "me quieren hacer laburar". Cuando salieron a la venta unos neumáticos, aparentemente poco atractivos, un hombre comentó: "son para poner plantas", y otro dijo, en broma, que eran buenas para hacer "piquetes". Cuando algo se colocaba por un precio particularamente bajo, Lima decía "estoy asombrado".

Mieres se llevó también uno de los lotes quizás más simbólicos: el número 281 por el que pagó $ 700. Se trataba de un gran cartel que decía "Alas Uruguay, si tenés alas, volá", la frase que fue utilizada en el spot publicitario con el que se presentó la desaparecida aerolínea. Todavía no se puede hacer una evaluación de cuánto "rindió" la venta, aunque seguramente permitió obtener cientos de miles de dólares que se destinarán a pagar a los acreedores de la aerolínea. Habrá que restar al producido de la venta el 12,20% que deberá destinarse a impuestos y a la comisión del martillero.

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