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"Nunca había visto algo así": Nelson Castro sobre la mudanza de empresarios argentinos a Uruguay

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Nelson Castro. Foto: Ricardo Figueredo.
Nelson Castro, periodista de Argentina, presenta sus dos ultimos libros, foto Ricardo Figueredo, corresponsal Maldonado, Archivo El Pais, 20220104

ENTREVISTA

A la hora de hablar sobre el Mercosur, el reportero enfatizó que "es una muy buena idea", pero "tiene un problema de implementación".

El periodista y médico argentino Nelson Castro presentó en Punta del Este su último libro, “La salud de Diego”, donde repasa la vida de Maradona a través de su historia clínica y se refiere, por ejemplo, a su internación en Punta del Este en el año 2000. Durante su visita también habló con El País sobre la realidad política de un lado y del otro del Río de la Plata. Para él, Uruguay es un país más proclive a recibir inversores debido a sus reglas de juego claras y a que no existe una grieta política. Además, advierte que son muchos los argentinos que quieren mudarse a Uruguay. En tanto, señala que el Mercosur es una buena idea, pero tiene graves problemas de implementación.

-Hay una frase que se repite mucho de este lado del Río de la Plata: “Cuando argentina se resfría, Uruguay se engripa”. ¿Cómo es el escenario argentino y cómo cree que puede repercutir en Uruguay?

-El otro día estaba dando una conferencia para empresarios uruguayos y argentinos en el Piso 40 del Complejo Word Trade Center, donde hay un montón de argentinos. Claramente el elemento que se está viendo en Uruguay es que hay argentinos decididos a mudar sus empresas a este país. Eso tiene que ver con lo que pasa del otro lado del río. Yo ese fenómeno no lo había visto jamás, por lo menos en la dimensión que está ocurriendo ahora. Y eso es una señal. Creo que es una tendencia que va a continuar hasta que Argentina no cambie sus condiciones de previsibilidad.

-¿Y esto puede llegar a suceder en algún momento?

-El problema que tenemos en Argentina es que existe una grieta, y esta solo les sirve a los que pretenden ganar elecciones: si te diferenciás del otro, ahí podés ganar. La cosa está en que después no pueden gobernar, porque esa misma grieta es la que no los deja recomponer, construir puentes hacia el otro. Por eso hoy Argentina no está logrando ser atractiva para los inversores y para generar empleo; Uruguay, en cambio, sí.

-¿Ese es el atractivo que ve en Uruguay?

-Absolutamente. Hace poco entrevisté a José Mujica y en octubre lo había entrevistado a Julio María Sanguinetti. Y más allá de las cosas que hay, y de las miserias políticas que están presentes en todas partes, en Uruguay existe un nivel de convivencia política que es admirable. Acá en esta mesa podrían estar sentados Mujica y Sanguinetti discutiendo de sus diferencias, pero respetándose. Eso Argentina no lo tiene.

-¿En Argentina el sistema político cortó el diálogo?

-Mujica dijo una cosa muy importante: “Yo quedé en deuda con todos los uruguayos”, diciendo que su gobierno no fue bueno. Pero el aporte que hizo fue que enterró el pasado. En Argentina, lo que ha traído el kirchnerismo y demás, es el intento de resucitar el pasado. Y esto se ha convertido en una catástrofe. Tenemos una dirigencia política que está atrapada en esas cosas.

-Lo que llama la atención es que desde Argentina una misma persona puede tener admiración por Mujica y por Lacalle Pou, figuras tan distintas, con ideas bien diferentes y formas de gobernar notoriamente contrarias. ¿Cómo se explica?

-Porque eso es lo que le está faltando a Argentina: uno siente admiración por el respeto y la convivencia. Esa es una diagonal que se puede trazar más allá de las diferentes posturas. Hoy en Argentina es imposible. Eso es lo que está faltando. Uno no se imagina que Alberto Fernández llame a Mauricio Macri. Es imposible. Es como si fuera satanás. Es un elemento anacrónico de la política argentina, que es muy dañino porque genera antinomia, que implica una antipluralidad.

-El fenómeno de fuga de capitales desde Argentina a Uruguay, ¿cree que puede generar represalias de parte del gobierno argentino con algún tipo de medida concreta?

-No creo. Las medidas que van a salir próximamente estarán vinculadas con las dificultades económicas propias de la Argentina. Va a haber medidas restrictivas, como las habituales de los cepos (cambiarios), porque los fenómenos son imparables. Cuando uno va a un país en donde lo respetan, donde hay cosas que se tiene la percepción que no van a cambiar, que son estables, le dan ganas de quedarse. Hoy en Argentina está todo muy complicado y sin un horizonte de que esa realidad se pueda cambiar. Sin certezas de que se va poder salir adelante.

-¿Cómo vio la rispidez que se ha dado en el Mercosur entre Uruguay y Argentina, luego de que Lacalle Pou reclamara una mayor flexibilidad en el bloque para negociar con terceros países, como ser China?

-El Mercosur es una muy buena idea que tiene un problema de implementación. Tiene dos gigantes como Brasil y Argentina y dos pequeños, que son Paraguay y Uruguay. Ninguno de los dos gigantes está dispuesto a pensar el rol que deben tener los dos chicos. Por eso uno se encuentra con dirigentes políticos que no tienen una comprensión real de lo que es el Mercosur y por eso no ha avanzado. Lo ha hecho solo en cosas muy mínimas. En la comunidad Europea, una vez que ingresas podés cambiar de país y no necesitas mostrar ningún documento. Acá siempre tenés que pasar por migraciones, hacer trámites y así. Eso es una señal de que hay algo que no está funcionando bien. Si no han podido solucionar eso, menos van a poder con las cosas de fondo. Se necesita dirigencia política con capacidad de estadista, algo que hoy nuestra región no tiene.

-¿La última elección en Argentina muestra que el país ya se está preparando para un nuevo cambio de signo político?

-No estoy seguro de eso. Muestra que la población está dividida en tercios: el kirchnerismo, Juntos por el Cambio (de Mauricio Macri) y los dueños del voto volátil. El elemento importante de la elección de noviembre -que es esperanzador- es el rechazo al clientelismo político. Es decir que repartir platita (como se llamó a un plan de transferencias impulsado por el gobierno kirchnerista antes de la elección) no funcionó. Funcionó apenas en algunos lugares. Esto es la primera vez que se ve. El gobierno perdió cinco millones de votos. Solo le dio para achicar la diferencia después de las PASO (las internas). Pero si desde Juntos por el Cambio actúan como si ya hubiesen ganado la próxima contienda, cometen un grave error. Nadie puede celebrar lo que no tiene.

-En anterior entrevista con El País dijo que veía muy complicado al sistema político argentino como para sacar adelante al país. ¿Con la elección de noviembre cambió algo?

-Nada. Lo confirmó y puedo repetir la frase exactamente igual. En diciembre tuvimos una votación en el Congreso donde el gobierno se quedó sin presupuesto. Era un presupuesto impresentable, pero se quedó sin él, y eso es malo. Con esta dirigencia política la argentina no tiene posibilidades de superar los problemas graves que tiene. El país podrá estar un poco menos peor, pero el problema grave, que es que hay un 40% de pobres, estos políticos, mientras sigan así, no lo pueden solucionar. El panorama sigue sin ser positivo.

-La grieta puede llevar, también, a un avance de los dirigentes que dicen rechazar la política. ¿Cómo ve el fenómeno de Javier Milei?

-Al día de hoy es un fenómeno típico de una elección legislativa. Lo que quiere hacer Milei es impracticable. Si gobernara no podría cumplir con lo que dice.

-Más allá de eso tiene un caudal de votos importante…

-Absolutamente, pero forma parte de esa idea de que por fuera del sistema uno puede hacer cosas espectaculares. Cuando llegan al gobierno se dan cuenta de que esto no es así. De alguna manera eso le pasó a Macri. Él decía que lo llamaban de todo el mundo para invertir y después de ese mundo solo vino un 2%. Así fue que fracasó.

-¿Pero fenómenos como Milei no pueden crecer debido el hartazgo de la gente con los políticos tradicionales?

-En el mundo hay casos de esto: Trump es uno de ellos. También lo que pasa en Brasil. Gente harta de la política y que cree que por fuera encuentra soluciones. En realidad no encuentra, porque llegan y los problemas siguen existiendo. Y te das cuenta que los que llegan por afuera del sistema político luego caen en los mismos temas: corrupciones.

-Escribió un libro sobre la salud de Diego Maradona. A 22 años de aquel 4 de enero de 2000 en que el exjugador estuvo al borde de la muerte aquí en Punta del Este, ¿cree que ese episodio marcó el inicio de su declive?

-Sí, claramente. Puso de manifiesto todos los efectos nocivos que la droga había producido en el cuerpo de Maradona. Hasta el año 2000 lo que le había significado era no poder seguir jugando al fútbol, pero no se tenía idea de lo que la vida de excesos había generado en él. Punta del Este puso de manifiesto su nivel de deterioro. Es la bisagra, es un episodio que parte su vida.

-¿Hubo algún error en Uruguay en cuanto al tratamiento que se le dio en ese momento?

-No. El episodio del año 2000 en Punta del Este tiene al doctor Jorge Romero como protagonista, que es quien le salva la vida. Demostró siendo muy joven tener muy buena formación, muy buen criterio médico y mucho temple. Él le salvó la vida. Diagnosticó el cuadro de coma producto del consumo y después en el traslado que se hace al Hospital Cantegrill tomó una actitud determinante al mantenerlo sentado. Cuando llegó al hospital lo acostaron en la camilla y ahí fue que entró en coma.

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